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Marc Argemí: "Con internet todos pueden desinformar e incluso autoengañarse"

Canarias Noticias - 11/06/2017

El doctor en Periodismo Marc Argemí afirma que con las redes sociales "todo el mundo puede desinformar", e incluso "autoengañarnos como queramos" porque los internautas eligen donde clican, por lo que defiende que es buen momento para el periodismo, que contrasta y desenmascara la posverdad.

En una entrevista, Argemí, que acaba de publicar el libro "El sentido del rumor", una obra que trata sobre la información sin contrastar que corre por las redes sociales, ha detallado asimismo que "en la medida en la que Facebook es la ventana al mundo de mucha gente, se le debe exigir que no deje que la gente se intoxique".

Argemí cree que la empresa de Mark Zuckerberg ya está tomando medidas para acabar con el auge de las noticias falsas porque "sabe que, si cuaja la idea de que en Facebook no te informas bien, les irá mal el negocio".

Como ejemplo, recuerda que el gigante de internet tiene a 4.500 personas moderando contenidos y que se ha comenzado a penalizar los contenidos que la gente comparte sin haber leído hasta el final.

El periodista asegura que "la posverdad es la nueva muda de la mentira" con dos características nuevas, la primera de las cuales es que está "descontrolada", porque "antes era muy costoso desinformar y necesitabas tener un periódico o una televisión, y ahora lo puede hacer prácticamente todo el mundo".

La segunda novedad es que ahora "cada uno se desinforma a su gusto y se autoengaña como quiere", algo que desmiente "la idea de que hay una gente que nos quiere tener engañados, porque nosotros, con nuestros clics, tenemos una parte de responsabilidad".

Ante este nuevo paradigma, Argemí propone como antídoto "generar vínculos de confianza", es decir, suscribirse a un medio o seguir a un periodista porque, "aunque no te fíes de nadie, necesitas más que nunca una mano amiga", lo que es "buenísimo para el periodismo".

Sin embargo, sostiene que la función del periodista ha cambiado radicalmente y, si bien antes debía "ir a las fuentes, descubrir lo que otros no quieren que sepas y publicarlo", ahora, cuando la información en muchos casos es "accesible a todo el mundo", debe centrarse en "verificar y contrastar" las alertas informativas.

En esta línea, Argemí defiende que los periódicos tienen que hacer una gran tarea de control en sus contenidos para que sus lectores sepan que, en medio de todo el ruido que hay en las redes sociales, "los periódicos me dirán lo más importante", porque "cualquiera puede conseguir muchos clics, pero solo los periodistas pueden construir esta relación de confianza".

La empresa de Argemí, Sibilare, es una consultoría especializada en "big data" y reputación, y en "El sentido del rumor" explica el trabajo que llevó a cabo analizando la conversación sobre los últimos comicios españoles en el entorno digital.

Argemí explica que, a través del análisis de ingentes cantidades de datos de redes sociales, consiguieron "lo mismo que las encuestas tradicionales, pero por otro camino diferente", y con la ventaja de que este sistema es más "económico e inmediato".

En las últimas elecciones del 26-J, Sibilare analizó los datos de 700.000 usuarios y, aunque puede carecer de cierta representatividad porque hay cierto público, como el de edad avanzada, que no está en internet, esto queda compensado por la gran cantidad de personas que participan y que lo convierten en un "'focus group' gigante".

Esta nueva técnica demoscópica ha hecho que los políticos nacionales tengan "la astucia del alcalde de pueblo", ya que le permite personalizar su mensaje "a unos niveles sin precedentes".

Este "microtargeting" permite segmentar el público y penetrar a cada uno de los votantes con un mensaje determinado y da la posibilidad a los políticos o sus "medios afines" de que, mediante publicidad en Facebook o una estrategia de redes, capten a los votantes, ya que conocen sus preocupaciones concretas.

Argemí explica que tanto Hillary Clinton como Donald Trump utilizaron esta tecnología en las elecciones norteamericanas, y, aunque la demócrata invirtió más en "big data", ella se limitó a "estudiar la frecuencia de las olas" mientras Trump se puso a "surfear", es decir, a leer el malestar que existía y aprovecharlo.

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