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CÁLLATE LA BOCA

No es ninguna casualidad que estos tiempos de regresión e involución que estamos viviendo coincidan con un gobierno de derecha que presume de liberalismo pero aplasta cada vez que puede la libertad de expresión, de creación, de manifestación y de opinión. Hasta Ciudadanos se acaba de desmarcar de la ley mordaza que deja al gobierno más solo que al Llanero Solitario.
En estos últimos días hemos podido ver cómo se ha condenado a un rapero por las letras subversivas de sus canciones, cómo se ha censurado unas fotografías en Arco o cómo se ha secuestrado un libro sobre narcotraficantes tres años después de haberse publicado porque se molestó un exalcalde del PP que fue procesado por este delito, aunque posteriormente fuera absuelto por defectos de forma, sin que el tribunal entrara en el fondo del asunto.
Se podrá argüir que algunos casos no son atribuibles al gobierno de turno sino al juez que falla, en este caso en el doble sentido. Sí, pero el ambiente que se respira en esta sociedad se debe en buena medida a una actitud carcamal y reaccionaria de políticos gobernantes que confunden la gimnasia con la magnesia.
De ese ambiente irrespirable se nutren las personas que conviven en un mismo país. Y de ahí no se salva ni la judicatura, como hemos podido comprobar con la reacción infantil de parte de la magistratura y la fiscalía ante el discurso del presidente del parlamento catalán en el que libremente habló de presos políticos.
Extrapolándonos a Arco, imagínese usted si un comisario del CAAM censura la obra del recién fallecido Juan Hidalgo donde se aprecia un piano adornado por la bandera canaria independentista de las siete estrellas verdes, esa obra de 1997 titulada 'Piano canario irregular'.
El hecho de que no te guste un discurso no te da derecho a romper un acto institucional. Lo mismo que ocurrió en la feria de arte de Madrid: el hecho de que no te guste una fotografía no te da derecho a censurarla. Lo más curioso es que los que hacen eso son los mismos que acuden a las corridas taurinas y te dicen que si no te gustan los toros no vayas. Pero luego ellos no se aplican el mismo cuento.
En esta misma línea pueden encuadrarse otros despropósitos, como la denuncia judicial contra el drag-queen que ganó la gala del carnaval de Las Palmas del año pasado o la condena a un pibe andaluz por colocar su cara en un fotomontaje de un paso procesional de Jesucristo en la semana santa. Como si los que velan por la fe cristiana supieran a ciencia cierta cuál era la cara de Jesucristo. Nadie tiene una fotografía de él porque hace veinte siglos no existía el retrato.
A la chita callando vamos caminando para atrás en pleno siglo XXI. Es una gran paradoja ver que cuanto más avanzamos en años más retrocedemos en derechos. Algunos pocos quieren que caminemos como los cangrejos cuando la mayoría solo queremos avanzar. No creo que sea mucho pedir.

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