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DE TEROR A BILBAO

Dicen que los de Bilbao son tan chulos que nacen en el sitio donde les da la gana. Y debe ser verdad porque Asier Antona, que tiene nombre vasco y nació en Bilbao, decía en su currículo que había nacido en Santa Cruz de La Palma. Ahora, cuando ha sido descubierta la mentira (él lo llama error), asegura que desconoce por qué en su biografía no aparece que nació en Bilbao. Para justificarse afirma que nació en la capital vizcaína de forma casual porque su madre estaba de viaje de navidad cuando dio a luz. Pero por mucha casualidad que fuera, el hecho es que nació en Bilbao y en su biografía decía que lo hizo en Santa Cruz de La Palma.
Esta mentira no tendría mayor recorrido si no le hubieran cogido también a Antona mintiendo sobre un posgrado que no tiene en su currículo. El presidente del PP de Canarias atribuye el despropósito a un error de redacción en la página web del parlamento canario, pero lo cierto es que el hombre lleva diez años incluyéndolo en su currículo sin que se haya molestado en aclarar que no es verdad. La cosa empieza a parecer patológica.
A mí me hubiera gustado nacer en Atenas o en Mesopotamia, pero nací en Teror, con mucho orgullo. Eso es lo que yo digo siempre, que nací en Teror porque mis padres nacieron allí, aunque yo lo hiciera en la clínica Cajal porque casualmente mi madre dio a luz en la capital. Mi infancia está ligada a la casa familiar en la Villa, donde pasábamos los fines de semana y las vacaciones. Debo ser un poco mentiroso también porque me gusta presumir de haber nacido en Teror y no en un hospital urbano, que no es nada bucólico y tiene mucho menos encanto, épica y poesía.
Yo también podría sentirme orgulloso de haber nacido en Bilbao porque el primer equipaje de fútbol que me trajeron los reyes cuando empecé a caminar fue el del Athletic. No sé por que mi padre, del que heredé la afición futbolística, me compró el equipaje del Bilbao en vez del de la Unión Deportiva Las Palmas, de la que él era muy seguidor, pero es una buena razón para decir que nací en Bilbao ahora que Antona se avergüenza de ser bilbaíno.
El otro día, precisamente en el partido del Real Madrid contra el Bilbao en el Bernabéu, había un aficionado en mitad de una peña madridista que enarbolaba una bandera española. El Madrid jugaba con un costarricense, dos franceses, un portugués, dos brasileños, un alemán, dos croatas y un galés. En cambio, todos los jugadores del Bilbao eran españoles, por lo que no sé si el portador de la bandera rojigualda pertenecía a la peña madridista o era un infiltrado del equipo vasco. Lo único cierto es que la imagen era surrealista. Igual que la del bilbaino Antona haciéndose pasar por un palmero santacrucero.
De la idiotez del ministro del Interior y la policía requisando camisetas amarillas a los seguidores culés en la final de copa hablaremos otro día. Si la Unión Deportiva Las Palmas hubiese repetido final con el Barça, como hace cuarenta años, los aficionados amarillos habrían entrado al estadio semidesnudos. Como decía un viejo profesor de matemáticas, la ignorancia es muy atrevida. Además de cutre y descerebrada.

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