ÚLTIMA HORA

JUAN DE PORTOPLANO Y LAS TENTACIONES

Plantear hoy, la cuestión, de la tentación, es decir, la tentación o seducción al mal o a determinados tipos de males. Hacerlo hoy, es ponerse, prácticamente en contra a todo el mundo. Porque será un rechazo a este tema o a esta cuestión, por parte de todos, de los que no creen que esto exista, por las razones obvias, por los que creen que existe, porque dirán que no se matiza, en este punto o en esta tilde o en la otra, en este matiz o en el otro.

                        De todas formas, no olviden que esto es simplemente un artículo periodístico de opinión, no es un artículo teológico moral, ni siquiera una parte de un tratado sobre ética o sobre teología moral… Quizás, esto es lo que es, un simple aperitivo, para que el lector reflexione, sobre esta cuestión, y después consulte en bibliografía especializada, y sobretodo en personas, más sabías y cultas que el escribano que se ha atrevido a abordar este problema o conjunto de cuestiones.

                        - El ser humano mientras que vive en este mundo está sometido a tentaciones, es decir, deseos o emociones o ideas negativos o malos moralmente. El ser humano mientras que vive y existe en este mundo está sometido a deseos y pasiones malos y negativos moralmente y desde otros puntos de la realidad. Y el ser humano tiene que luchar durante toda su vida contra esas pasiones y deseos negativos, moralmente y muchas veces, también negativos espiritualmente. Y casi siempre negativos también desde otros puntos de vista, médicos, psicológico, familiares, sociales, etc. Ciertamente, unos seres humanos sufren unas tentaciones o deseos negativos más que otras, de una clase o tipo más que otras.

                        - Si una persona, sociedad, cultura, ideología no acepta algunos deseos-pasiones-pulsiones como negativas moralmente, o negativas en ciertos sentidos y maneras y formas o concreciones, entonces, esa persona o esa sociedad o ese colectivo toma algo que es en sí malo y negativo como pasable o tolerable o como incluso bueno.

                        Ejemplo, si un individuo o colectivo no concibe la ebriedad o el estado de ebriedad como algo negativo, desde distintos puntos de vista, por ejemplo, desde la salud física y psíquica, y tampoco acepta que es negativo desde la moralidad o la religiosidad, pues entonces ese individuo o colectivo, no tendrá interés en resolver dicho problema, porque no lo percibirá, ni lo conceptualizará como problema, problema en distintas perspectivas, entre otras, la moralidad correcta.

                        - Clásicamente, durante siglos, por si alguien no lo entiende, se ha definido la tentación, tentatio seductionis, inducciones-seducciones al mal, debido, según la doctrina clásica a tres tipos de factores: el mundo, la carne y el demonio.

                        No quiere decir, que todo lo que nos induzca-pruebe-tiente el mundo sea malo o negativo, moral o, y espiritualmente, pero si mucho, de igual modo el cuerpo-carne, es decir, el mismo ser humano, no todo es malo o negativo moral o espiritualmente. Pero si lo es todo lo que nos induzca el Mal o Demonio, que tienta al ser humano al mal.

                        Así en la tradición e interpretación clásica del cristianismo, se ha ido conceptualizando teológicamente durante siglos estas tres fuentes del mal y de la tentación al mal. Con todos los matices que ustedes quieran ahora citar. Ciertamente, vivimos y existimos en una época, que estos análisis, suelen ser muy poco aceptados por una parte importante de la población.

                        - El proceso de la tentación, se ha analizado desde la antigüedad, sigue siempre o casi siempre los siguientes pasos o niveles o hitos, que se pueden interrelacionar entre sí:

                        Primero, la sugestión-deseo-pasión, sea interna o sea externa, que llega o nace de lo profundo, o nace desde fuera y llega al profundo ser humano, por el cual, éste está tentado o desea o se le sugiere o se le sugestiona por un “acto o pensamiento o emoción que es malo o negativo”.

                        Dicho de otro modo, desde el “interior”, aunque puede surgir desde el exterior, desde el interior, el ser humano concreto desea o se le sugestiona por un acto o concepto o deseo negativo moral o espiritualmente.

                        Y en esa lucha diríamos interna, cada día, pueden surgir, docenas de sugestiones-ideas-deseos-pasiones-emociones-pensamientos-pulsiones-libidos-instintos que son malos o negativos, a nivel moral, o moral y espiritual.

                        Ante esta situación, el ser humano, lo que primero tiene que hacer es desecharlo, negarlo y negarse a ese deseo-pulsión-sugestión-idea-acto-imagen-pensamiento....

                        Ciertamente, las pulsiones-deseos-sugestiones al mal, pueden ser ilimitadas, no digo infinitas, pero ilimitadas, formadas o conformadas de distintos modos. Pero una posible clasificación, son los siete errores morales graves, antiguamente, denominamos siete pecados capitales… caer en la ira-cólera, gula, vanidad-soberbia, pereza, lujuria, envidia, avaricia.  O en la órbita del cristianismo, no cumplir uno o varios de los diez mandatos-mandamientos de Moisés, o en la tradición más antigua los mandatos o normas de Noé.

                        Es decir, cuándo el ser humano sienta la tentación, sea la tentación de lujuria, aunque sea de pensamiento, la tentación de ira-cólera, aunque sea de pensamiento, sea la tentación de envidia, aunque sea de pensamiento, o las otras, el ser humano tiene que rechazarlo inmediatamente en su pensamiento-concepción-imaginación-entendimiento o en algunas de las otras tentaciones…

                        - Pero evidentemente para luchar contra la tentación, sea la que sea, primero hay que aceptar que ese deseo-pasión-idea-emoción, planteado de esa forma es un deseo negativo y malo, es una seducción hacia el mal.

                        Nuestra época, en un exceso de falso liberalismo y ansia de libertad, ha caído en el error, de llamar demasiadas veces, al bien mal, y al mal muchas veces bien. Y por tanto, los humanes, que sufrimos diríamos por nuestra composición biológica y psicológica, muchas tentaciones al mal, muchos deseos y pasiones al mal, pues es fácil de caer, si encima, no distinguimos totalmente bien y de forma acertada, claramente bien y de forma correcta, lo que es el bien y lo que es el mal. Ciertamente, lo que es el bien o el mal, en sí mismo, y la materialización del bien y del mal, en cada situación-realidad-circunstancia…, pues entonces la realidad se presenta complicada, demasiadas veces, por desgracia.

                        - El ser humano si no rechaza ese mal, de forma lo más racional posible, pero de forma inmediata, se produce entonces una lucha en su interioridad, una lucha de pensamientos, de ideas, de deseos, de pasiones porque ese mal le atrae, o mejor dicho, se le presentará como bien. Si como solemos poner el ejemplo de la bebida, empezaremos a pensar, no es tan malo, que esta noche me tome tres o cinco copas, si al final, todo el mundo lo hace, si así, me lo merezco para descansar y para evadirme, así estaré más contento, así seré aceptado más y mejor, y cientos de razones posibles, que cada sujeto, debe soportar.

                        Ciertamente, unos se someterán a algunas tentaciones, otros a otras, unos humanos con unos supuestos motivos o razones, otros con otras...

                        - Si la tentación o la seducción de la tentación triunfa en la mente humana, es decir, la acepta intelectualmente y en la voluntad, por un motivo o por otro, diríamos que triunfa, en la mente de ese individuo, triunfa ese deseo o pasión o emoción o idea o pulsión negativa. Y entonces, mentalmente claudia, ya la acepta o ya la afirma, porque cree que es buena para él o para ella, porque cree que le completa y complementa en su felicidad, porque cree le hace más humano, porque cree que le produce una realidad profunda y esencial, porque cree que tiene derecho, porque cree que gana algo o porque cree que no pierde nada o por mil y otros motivos…

                        Y si ya ha admitido o aceptado o caído mentalmente en esa tentación, “solo queda materializarla o concretizarla o cristalizarla en el acto”. Ese acto, puede ser inmediato, o ese acto puede ser temporal o espacialmente lejano, no inmediato, sino que se “busca la ocasión de que suceda”. Puede ser producido, en el mismo instante, o puede ser producido dentro de media hora, o dentro de unos días, o dentro de unas semanas o meses…

                        Ciertamente, siempre existe esperanza, de que “antes que se lleve a la realización práctica”, ese ser humano, que ha sido tentado recapacite… Pero…

                        Juan de Portoplano, alicaído, entristecido, decaído, melancólico, se levantó de su silla y dejó su café a medias, y se alejó de dicho recinto, y entendió y comprendió, que la inmensa mayoría de males, de males que desde la noche de los tiempos, que los humanes sufren, se deben a que no somos capaces de definir el mal del bien, y el bien del mal, y en segundo lugar, que caemos en las tentaciones y seducciones del mal, del mal concretado en diferentes aspectos de la realidad.

                        El de Portoplano sintió en lo más profundo de su ser, que eran malos tiempos para pregonar, ni siquiera dialogar, de la existencia del mal y de la maldad en el mundo.

                        Ciertamente, también existe el bien y la bondad, posiblemente, en mayor cantidad y calidad que el mal, pero también existe el mal y la maldad.

                        Y multitud de sufrimientos y angustias y penas y desalientos y tristezas que sufren los humanos, se deben a que han caído en la esfera del mal. Quizás, no en todos los tipos de males, pero cada uno, en dos o tres tipos con más asiduidad.

                        Solo queda que el interlocutor, reflexione y piense sobre esta cuestión. 

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