ÚLTIMA HORA

SUMIDOS EN EL FANGO, PERO CON METRO GUAGUA

¡No necesitaremos nada más!

  • Ahora podremos divisar a los vagabundos durmiendo en los cajeros automáticos o en los bancos, desde la Metro Guagua.

  • Y otearemos a las gentes yendo a almorzar en bloque y saturando los comedores sociales que la Iglesia tiene en Cáritas o en parroquias, a bordo de la Metro Guagua.

  • Y pasearemos ante los graffities que impunemente se ha permitido que 4 vándalos realicen y que afectan a la mayoría de los locales, viviendas y mobiliario urbano de la ciudad, subidos en la Metro Guagua.

  • Y nos cansaremos de ver los carteles con los que los comunistas empapelan una y otra vez la capital sin que los responsables del consistorio capitalino pongan freno definitivamente a este continuo atropello, sobre la Metro Guagua.

  • En ella, en la Metro Guagua, transportaremos a la juventud cuyo desvío se promocionó, se fomentó y se financió. Y si queda alguno sin malear ¡que vaya caminando! Me pregunto si los niños que no sean transgénero(suponiendo que esta nueva modalidad exista) podrán subir también en la Metro Guagua.

Prototipo de usuario ideal para la Metro Guagua

  • A bordo de la Metro Guagua leeremos los paneles publicitarios que el Ayuntamiento habitualmente diseña y que sobreabundan en nuestras calles, con esos mensajes subliminales tan, tan maliciosamente ingeniosos que todos nos creemos a pie juntillas y que por supuesto, nos pasan desapercibidos, para “vendernos las supuestas excelencias” de las –con frecuencia pervertidas- políticas que se les antoja implementar o guiarnos premeditadamente en la dirección que ellos ya han preestablecido para lograr sus fines.

  • Y asistiremos en la Metro Guagua a todos los conciertos de grupos de rock transgresores e irreverentes que el Ayuntamiento de Las Palmas, Cabildo de Gran Canaria y Gobierno de Canarias patrocinan.

Crazy World (mundo loco) con los crucifijos al cuello

  • También observaremos desde la Metro Guagua cómo echan a perder y confunden intencionalmente a los más vulnerables de la sociedad; y a las gentes, zigzaguear en masa borrachas por las calles tras acudir a los estrafalarios eventos que organizan.

  • Y soportaremos para vergüenza insular, sentados en la Metro Guagua, cómo ondean las banderas de colorines que instalan –como si fuera algo que hay que fomentar- sin ningún respeto hacia el resto de la ciudadanía, desde y en nuestras propias instituciones.

Día del Corpus Christi

  • Lo único que no podremos hacer, es pipí en los baños portátiles que los gobernantes municipales hacen instalar con despecho -cuando se les antoja- en la misma fachada de nuestra querida Catedral de Las Palmas, si vamos subidos en la Metro Guagua, salvo que pare, ¡claro! ¿O no pasará por estos lares?

  • Y veremos irse a estas corporaciones insulares, “las peores que han gobernado estas tierras a lo largo de la historia”, ¿en la Metro Guagua? ¡No! En sus coches oficiales.

¡No sé cómo hemos podido vivir todos estos años sin la Metro Guagua! Pero si en la isla de Tenerife tienen un cacharillo similar, el tranvía, y allí es donde se parte el bacalao desde hace años para el resto de las islas, gracias a la integridad y valía de los políticos de Gran Canaria, pues, entonces, debe de estar bien.

Y así aconteció, que en 3 días se llevó a cabo la creación de la Metro Guagua:

  • En el primer día, dijo el Ayuntamiento: ¡hágase la Metro Guagua! para alimentar esos bolsillos ocultos y hambrientos con las contrataciones que se deriven. ¡Y la Metro Guagua se hizo!

  • El segundo día, vio el Ayuntamiento que ya funcionaba la Metro Guagua y que el pueblo a su cargo, ése al que había educado y orientado no hacia los altos valores morales y espirituales sino hacia las cosas bajas del mundo, utilizaba dinero, bonos y tarjetas para acceder al preciado artefacto; y sabiendo de antemano que las masas crecidas sin conciencia, ávidas de cualquier modernismo (bueno o malo) seguirían el sendero por ellos marcado, ideó la tarjeta con un microchip para regular el acceso a la Metro Guagua. E hízose la tarjeta con el chip.

  • Y ya en el tercer día, cumplidos sus anhelos y satisfechas temporalmente algunas carteras, dijo el Ayuntamiento al pueblo –a través de la publicidad diseñada al efecto- bajo el pretexto de seguir la corriente del mundo y ser pioneros en ello: ¡Mejor si el microchip está injertado bajo la piel! y para simplificar, eliminaremos en poco tiempo las anteriores modalidades de pago.

Microchip injertado en piel te convertirá en "superhumano", dicen...

Los pocos que no se injertaron el diabólico avance, dejaron de tener acceso a la Metro Guagua, pero las gentes a las que se les había educado paulatinamente en la perversión y ya sin creencia alguna -más que en sus propios vicios- se injertaron el microchip creyéndose ser seres (híbridos en su mayoría) con capacidades humanas superiores y vendieron su alma eterna e irremisiblemente hasta llegar al final del trayecto. La última parada se llama “infierno”. 

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