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La ULL entrega el Premio Enogastroturismo 2017 a Cayo Armas en un emotivo acto celebrado en El Hierro
La emoción fue la nota general del acto homenaje dedicado a Cayo Armas Benítez celebrado la pasada noche en Frontera promovido por la Universidad de La Laguna con el objetivo de hacerle entrega del Premio Enogastroturismo 2017, que organiza a través de su Aula Cultural de Enoturismo y Turismo Gastronómico.
Al acto asistieron el consejero de Agricultura del Gobierno de Canarias, Narvay Quintero; la presidenta del Cabildo de El Hierro, Belén Allende; el alcalde La Frontera, Miguel Ángel Acosta; los alcaldes de Valverde y El Pinar (Daniel Morales y Juan Miguel Padrón); el vicerrector de Relaciones con la Sociedad la Universidad de La Laguna, Francisco Javier García; el subdirector del Aula Cultural de Enoturismo y Turismo Gastronómico de la ULL, Gabriel Santos; el presidente del Consejo Regulador de Vinos de El Hierro, Alejandro Déniz, y otros miembros del Consejo, entre otras autoridades, así como numeroso público que quiso arropar al homenajeado.
La presidenta insular, Belén Allende, recordó que hablar de la figura de Cayo Armas es referirse a la simbiosis del vino y del agua. “La vida de este hombre –dijo- va sin duda ligada a un sentido del servicio público, porque a nadie se le escapa que Cayo se ha dedicado en cuerpo y alma a los herreños, primero como alcalde de Frontera, después como consejero del Cabildo con competencias en Aguas, durante muchos años simultaneando las funciones de presidente del Consejo regulador de Vinos de El Hierro”.
Sin embargo, la presidenta destacó la figura de Cayo “como hombre del campo, como un agricultor más, siempre con buena predisposición, maneras de ser y de actuar, demostrando sencillez, humildad y cercanía, unos valores que en este mundo y últimamente escasean”, afirmó.
“Cayo es como un viñedo que se resiste a desaparecer, enraizado en la tierra volcánica en la que ha nacido y se ha desarrollado. Ha capeado bien y con éxito todos los temporales de este Valle y de esta isla: la escasez, la sequía, las plagas y la incomprensión de aquellos que nunca quisieron ver que esta isla era una parte de Canarias”, recordó.
“Él como buen herreño ha combatido el aislamiento y siempre ha llevado en su filosofía de vida el optimismo y la confianza frente a un pasado de carencias y necesidades y de un Hierro aislado y marginado y lo ha hecho como un agricultor más y como un hombre de buen talante, y cercano en las distancias largas y cortas”, continuó.
Tal y como puso de manifiesto, Cayo es una cepa bien enraizada a su isla natal, y lo demuestra con su quehacer diario. “El olor a mosto lo ha sentido desde la cuna y lo ha agudizado con el paso de los años. Las vendimias para él son la recompensa al trabajo bien hecho, pero más lo es la cata que pondrá en valor la calidad de los vinos”.
La presidenta recordó que conoció en cuerpo y alma lo que fue el acarreo de la uva en canastas al hombro o en bestias, la interminables pisadas en los lagares con ese queso final que prensaba de los racimos para escurrir hasta la última gota de mosto, supo de la preparación y desinfección de las viejas barricas con esas mechas de azufre, …; “pero también sabe, y mucho, del establecimiento progresivo de la tecnología en el mundo de los vinos para incrementar su calidad y asegurar su aceptación final por parte del consumidor, y lo sabe, porque él fue uno de sus grandes artífices”.
Habría que trasladarse a los inicios de la Democracia, para buscar el “gran cambio” del vino, esa revolución vinícola en el que el vino casero, llamado popularmente “de pata”, cedía su espacio al vino de mesa, el embotellado. “Eran tiempos de planteamientos asociacionistas en el sector primario, y en el caso del vino, Tomás Padrón desde el Cabildo, y Cayo Armas en su doble condición de alcalde, bodeguero y enamorado del mundo de los vinos, plantearon la construcción de la Vinícola Insular en la que quedaron agrupados prácticamente la totalidad de los cosecheros, siempre con la idea de mejorar su calidad y facilitar su comercialización”, dijo.
DENOMINACIÓN DE ORIGEN
El éxito de tal iniciativa no se dejó esperar, y el siguiente paso fue conseguir la Denominación de Origen El Hierro. A Cayo le toco las dos tareas importantes a través de la Comisión Gestora constituida al efecto, la primera conseguir la Denominación Específica que fue en el año 1990 y la de Origen, cuatro años después, en el 94. Después vinieron grandes momentos, Medallas de Oro al blanco seco, y otros importantes distintivos a tintos y reservas. Lo cierto es que “de aquellos mostos vinieron estos vinos” y siempre con el buen hacer de Cayo en el mundo del viñedo y de los vinos.
La historia de Cayo Armas sería muy extensa, fructífera y sobre todo llena de generosidad porque los buenos vinos siempre son generosos con aquellos paladares que lo degustan. Y es por eso por lo que Universidad de La Laguna ha reconocido su labor con uno de los Premios Enogastroturismo 2017, que organiza a través de su Aula Cultural de Enoturismo y Turismo Gastronómico.
Belén Allende cerró su intervención con unas preciosas frases extraídas del libro “La Viña y el Vino”. Unas palabras prologadas por el que fuera presidente del Cabildo de El Hierro en aquel entonces, Tomás Padrón, que dicen: “el que ama el vino tiene que amar la viña, y el que ama el vino y la viña, tiene que amar la tierra”. “Tú Cayo, amas el vino, amas la viña y amas tu tierra, porque el vino, al final siempre lo hace el hombre”