UNIVERSIDAD DE VERANO DE ADEJE
La formación en lengua de signos vuelve a ocupar un lugar relevante en la Universidad de Verano de Adeje
El curso, eminentemente práctico, consta de tres módulos y cuenta con 18 estudiantes cada uno
La Universidad de Verano de Adeje celebró es su pasada edición un curso y un taller sobre lengua de signos para personas con ceguera y sordoceguera que se saldó con tal éxito de afluencia y valoración que, en la edición de 2019, han vuelto a celebrarse en dos turnos: una matinal y otro vespertino. Su directora y profesora es Mª del Carmen Rodríguez Jiménez, del Departamento de Didáctica e Investigación Educativa de la Universidad de La Laguna, con la colaboración en la docencia de Beatriz Miranda, mediadora de comunicación para personas sordociegas de la Fundación ONCE para la Atención de Personas con Sordoceguera (FOAPS).
El curso, eminentemente práctico, consta de tres módulos y cuenta con 18 estudiantes cada uno, una cifra algo mayor de la prevista para no dejar a muchas personas interesadas en esta formación sin recibirla. Como explica la directora, el curso se llenó a las dos semanas de comenzar la matricula, lo cual motivó la apertura de una segunda edición en horario de tarde y, aun así, se podría haber llenado un tercer turno, lo cual no fue posible por limitaciones horarias.
Por tanto, para Rodríguez Jiménez es evidente que hay una demanda social de este tipo de formación nos solo por profesionales, sino por personas que, simplemente, desean ampliar sus habilidades comunicativas para llegar a personas sordas y sordociegas. Así, se dan casos tan curiosos como el de un sacerdote que se ha matriculado en el curso porque desea poder llegar mejor a sus feligreses con discapacidad auditiva.
La experta señala que Canarias es una de las comunidades autónomas con mayor proporción de personas sordas, con más de 20.000, y sordociegas, con más de 200. Y a ello habría que añadir la que, por causa de la vejez, están perdiendo audición. Por tanto, es necesario contar con buenos profesionales, ya sean intérpretes de lengua de signos como mediadores de comunicación o guías-intérpretes, una figura mixta para sordociegos.
Sin embrago, la ponente denuncia que este perfil profesional no disfruta de unas condiciones laborales dignas: los contratos suelen ser precarios, abunda el profesional autónomo y el sueldo medio no llega los 5 o 6 euros por hora. Es un sector en donde impera la subcontratación y la situación dista de la que, en el ámbito nacional, ofrece la propia FOAPS, con contratos estables.
Hay que tener en cuenta que es una dedicación muy atareada, porque conlleva acompañar a las personas varias horas al día y, se está interpretando en un centro educativo, hay que preparar previamente el contenido que va a ser impartido. En opinión de la experta, sería viable plantear que hubiera un cuerpo de intérpretes por oposición para sectores como educación”.
Además de en los centro educativos y en la universidad, los intérpretes de lengua de signos debería estar en todos los organismos oficiales, tal y como estipuló la ley que regula esta actividad aprobada el 27 de octubre de 2007, pero no se está cumpliendo: se contrastan para algunos asuntos puntuales, y también empiezan a verse en algunas televisiones para contenidos informativos. Pero, según la experta, debería haberlos también en los pisos tutelados donde haya personas sordas o sordociegas que necesitan de mediadores de la comunicación.
La formación en lengua de signos debería ser, al menos, una asignatura optativa en los centros dependientes de la Consejería de Educación y dar la oportunidad de aprenderla como si de otro idioma se tratara. Lo mismo para el caso de la universidad, en donde, tanto su profesorado como su alumnado, podría recibir formación, habida cuenta de que hay alumnado son sordera en las aulas.
La propia Rodríguez Jiménez ha propuesto desde hace varios años incorporar a la formación del profesorado de la Universidad de La Laguna cursos sobre lengua de signos, similares a los que reciben sobre materias como oratoria. “Creo que es lógico que deberían tener un conocimiento básico no solamente de la lengua de signos, sino también de cómo dirigirse a este alumnado y cómo plantearles los exámenes, porque a una persona que sea signante le es difícil afrontar una prueba de desarrollo”.