BIOLOGÍA
Descubren en las profundidades de las costas de Japón un microbio que podría ayudar a explicar cómo surgió la vida compleja en la Tierra
Científicos anunciaron este miércoles el descubrimiento en el lodo de las profundidades marinas de la costa de Japón de un microorganismo que podría ayudar a explicar cómo surgió la vida compleja en la Tierra, según recoge Reuters.
La célula esférica del Prometheoarchaeum, con un diámetro de unos 500 nanómetros cuenta con unos apéndices largos y a menudo ramificados en forma de tentáculo en su superficie exterior. Forma parte de un grupo llamado Archaea, organismos unicelulares relativamente simples que carecen de estructuras internas como un núcleo.
Los investigadores cultivaron el microbio en laboratorio y tras estudiar su biología encontraron que tiene una relación simbiótica y mutuamente beneficiosa con bacterias compañeras, un descubrimiento importante para entender cómo se produjo la transición de las células simples que colonizaron inicialmente el planeta hasta la vida celular compleja.
Importante relación
En particular, los científicos sugieren que microorganismos con apéndices como de los que dispone el Prometheoarchaeum enredaran a una bacteria pasajera, que luego fue engullida y eventualmente evolucionó en un orgánulo, una estructura interna llamada mitocondria, que es la fuente de energía de una célula y es crucial para la respiración y la producción de energía.
Los biólogos han sospechado durante mucho tiempo que tal relación simbiótica podría explicar la aparición de la vida compleja, sugiriendo que los microbios simples se fusionaron hace miles de millones de años para producir estructuras celulares más variadas. Se cree que el mismo proceso dio lugar a las células eucariotas, una amplia categoría de organismos complejos que abarca desde hongos, plantas, insectos y animales hasta los humanos.
"Cómo nosotros, como eucariotas, tuvimos origen es una pregunta fundamental relacionada con cómo nosotros, como humanos, surgimos", señaló uno de los principales autores del estudio, el microbiólogo Masaru Nobu.