LIBROS
El Cabildo de Gran Canaria acoge la presentación del libro "Fronteras" de Javier Bauluz, director de la obra, y el periodista Nicolás Castellano
El mundo se encuentra en la peor situación migratoria desde la Edad Media, incluida la II Guerra Mundial, no crecen los motivos que impulsan a migrar, pero sobre todo crecen las muertes en el intento, solo el Mediterráneo mata diez veces más que el muro de Trump, y solo es uno de los 70 que han proliferado en el mundo, frente a las dos fronteras fortificadas que había en 1945, pero “el mar de la indiferencia también mata”, por ello los autores del libro Fronteras subrayan que la situación de la migración debe ser visibilizada en vez de ignorada para romper con los muros físicos y mentales y reflexionar sobre la política de control migratorio.
Y es que esta masiva proliferación de muros y los intentos por frenar los movimientos, que existen desde que existe la humanidad y seguirán existiendo, conlleva aparejado el aumento de las muertes de quienes persiguen una vida mejor, y en el caso de Canarias, después de 26 años ni siquiera cuenta con un adecuado sistema de acogida, subrayaron los autores del libro Fronteras presentado anoche en el Cabildo en el marco del programa Gran Canaria Solidaria.
El acto fue conducido por la periodista Cira Morote y contó con las intervenciones del primer fotoperiodista español en ganar un premio Pulitzer y director de la obra, Javier Bauluz, y el periodista grancanario Nicolás Castellano, autor del trabajo junto a Juan José Téllez, Daniela Pastrana, Javier de Lucas y el propio director, que compartió con el público algunas de las experiencias que han marcado su trayectoria, incluido el presidente del Cabildo, Antonio Morales, y decenas de personas que llenaron el Patio.
Los autores hicieron hincapié en que en la actualidad se tiende a ver a los migrantes como ‘los malos’ ya sea por la influencia de las fakes news o noticias falsas que difunden informaciones como que las cárceles españolas están llenas de migrantes o que son los que más casos de violación comenten, por ello la rigurosidad en los datos se hace más necesarios que nunca y también es crucial la enseñanza que se deben inculcar ya sea en los institutos o universidades para que las personas sean críticas y aprendan a contrastar los mensajes que reciben.
Además, hay que tener en cuenta que son muchos los españoles que se encuentran en otros países, concretamente tres millones, por eso no debería de haber ningún problema en que personas de diferente nacionalidad busquen a su vez una mejor vida en este país, tal y como lo hicieron los 5,2 millones de personas que nacieron fuera de España y que conviven con el resto. Al contrario de lo que cree la mayoría, subrayó Castellano, tres millones de ellos son europeos, aunque el racismo y la xenofobia es sobre todo con la pobreza, de hecho, quien tenga dinero y compre una gran casa adquiere automáticamente la residencia, es la denominada “visa oro”.
Así que, como señala Bauluz, en un mundo en el que reina el racismo y la discriminación, “la mejor medicina contra la xenofobia es la empatía” y hay que ver a los migrantes y refugiados como lo que son: “seres humanos como nosotros” pero en otras circunstancias.
Un antidiscurso oficial
El director explica que el objetivo es ofrecer un antidiscurso oficial y que la sociedad se plantee si hay que aceptar como algo cotidiano que la gente se muera “frente a sus narices”, si emprender el camino hacia otro lugar tiene que ser a costa de morir, “o de que te humillen o tengas que estar invisible esperando a conseguir una documentación que te permita trabajar”.
Por ello destacaron el caso de Canarias, que es una frontera que ha vuelto ha tener actividad y donde después de un cuarto de siglo pateras el sistema de acogida sigue sin funcionar, y si además esto se simplifica a clichés, pasarán otros 26 años más y se seguirán cometiendo los mismos errores y la gente seguirá “viniendo y sobre todo, muriendo”.
Javier de Lucas, catedrático de Filosofía del Derecho, ex presidente de la Comisión Española de Refugiados y autor del prólogo, comienza su narración con la frase “vayas donde vayas, vallas”, que da paso a los capítulos que abordan el complejo mundo de las migraciones humanas y sus dramáticas consecuencias, y muestra cuatro perspectivas sobre las fronteras en el mundo y cómo han demostrado ser una maquinaria de sufrimiento y muerte.
El fotoperiodista premio Pulitzer ha sido el encargado de narrar en la obra el éxodo de Turquía al corazón de Europa, pues acompañó durante 120 días a miles de refugiados tanto en su duro camino hasta alcanzar los trenes, como en su recorrido final hasta Europa jugándose la vida en el cementerio en el que se ha convertido el Mediterráneo.
Nicolás Castellano aporta a la publicación, por su parte, datos escalofriantes que ponen de manifiesto la dimensión de la tragedia de las migraciones, ya que solo en la ruta del Mediterráneo han muerto más de 34.000 personas en apenas 25 años, de 1993 a 2018, y desde entonces las muertes no han dejado de sucederse.
La referente del periodismo latinoamericano de inmigración Daniela Pastrana, que junto a otros compañeros de profesión hizo un periódico para los migrantes que iban en el camino y que cuando paraban en las estaciones podían informarse de cómo iba la ruta, donde podían recibir ayuda o pedir asilo, explica en el libro los movimientos migratorios que pasan por México para alcanzar Estados Unidos y el cambio que ha vivido su país natal desde la implantación del muro de Trump.
Por su parte, Juan José Téllez, periodista de referencia de la frontera sur española y uno de los primeros en escribir sobre la realidad migratoria en España y de los viajes en patera desde un punto de vista más humano, suma su visión partiendo desde el primer migrante que apareció muerto en España en 1988.
Sin vista del horizonte
Y es que las migraciones no solo tienen dramáticas consecuencias, sino que no puede saberse ni cuántas personas perecen en realidad ni mucho menos quiénes son, ni siquiera sus familias saben si llegaron a su destino o fallecieron a las pocas horas de partir, una situación que se ve empeorada por los muros que no dejan ver el horizonte en pleno siglo XXI y los intramuros de la indiferencia, de modo que los autores invitan a reflexionar sobre cómo humanizar los movimientos migratorios para que el destino de quienes buscan vivir no sea morir.