Una vendimia un 11% mayor que la del 2019 y con casi dos meses de duración
La vendimia del año 2020 en la isla de Gran Canaria concluyó hace escasas semanas. Se auguraba más cuantiosa, pero finalmente la sequía y el estrés hídrico han moderado las expectativas. Con todo, el crecimiento con respecto a 2019 fue de un 11%, con una producción total de 332.695 kilos de uva, 129.793 de uva blanca y 202.902 de uva tinta. Lo que sí ha sido es satisfactoria a nivel de resultado. Una uva que, en términos generales, ha habido que tratar poco y que posibilitará un producto muy competente.
La vendimia se adelantó de manera importante con respecto a 2019, con una producción un 65% superior a mitad de agosto con respecto a 2019. Los más madrugadores de la isla iniciaron sus labores el 11 de julio en San Bartolomé de Tirajana, seguidos por Santa Lucía de Tirajana, Gáldar, Agüimes, Agaete y Las Palmas de Gran Canaria. A finales de agosto vendimiaron en zonas altas de Telde, Valsequillo o la zona del Pico de Bandama. En septiembre y octubre fue el turno en las zonas altas de San Mateo y en la cumbre, ya en el cierre de la campaña de recogida de la uva.
El año 2019 no fue un año bueno en cuanto a producción, algo que ha paliado en parte este año 2020 pese a que el resultado final no fue tan cuantioso como cabía esperar. Hay excepciones al aumento productivo, la Bodega Losoyos afirma que su producción se redujo a la mitad de años anteriores. Viña Aguayro, bodega de Agüimes, señala que la uva casi no ha tenido que ser tratada, con el consiguiente ahorro de trabajo. La producción en la bodega Vega de Gáldar superó los 1.000 kilos de uva, con la blanca como la más temprana. Una bodega que ha sufrido los rigores de la falta de agua es Bodegas San Juan. Los viñedos satauteños tendrán una producción muy baja.
En definitiva, si hablamos de municipios con mayor producción de uva se sitúa a la cabeza San Mateo, con 110.149 kilos, seguido por San Bartolomé de Tirajana, con 66.489 y Santa Brígida, que recogió 54.444 kilos de uva. En el extremo contrario se sitúa Moya con tan solo 245 kilos. La variedad más recogida fue el listán negro, que acaparó el 44,5% de la producción total, lo que deja bien a las claras el arraigo de esta uva en la viticultura grancanaria.
En cuanto a los procesos de tratamiento de la uva, Vega de Gáldar realiza un tratamiento biodinámico de la uva y aplica un plaguicida natural, como la cochinilla que tuvieron que poner a finales de julio. Realizaron alguna inversión para este año, como la compra de lagares nuevos y realizaron mejoras en la zona de bodega. Bodegas Lava cultiva uva en tres zonas: Pino Santo en Santa Brígida, Las Arbejas en Artenara y se suma una nueva parcela en la zona alta de San Mateo. En su bodega han sumado una tinaja de barro. Bodega La Montaña cuenta con una prensa de uva que facilita mucho el trabajo sobre todo en uva blanca. Viña Aguayro y Bodegas San Juan apuestan por la calidad de siempre. En el caso concreto de San Juan, todo lo hace a mano, no obstante, están en proceso de conversión a vino ecológico. Losoyos solo echa azufre a su viñedo, mismo proceso que realiza Rincón del Guiniguada.
Lenta recuperación
El nuevo vino, resultado de esta vendimia, será una oportunidad para recuperar las notables pérdidas derivadas de la crisis sanitaria. Unas pérdidas que el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida de Vinos de Gran Canaria llegó a cifrar en hasta un 90%, lo que en la práctica es una parálisis casi total de la actividad. El cierre completo del canal HORECA (hoteles, restaurantes y cafeterías) generó un impacto en el sector que no palió las ventas online. Ahora es el momento de la recuperación, que en cualquier caso va a ser lenta, tanto en cuanto la situación turística y hostelera está bastante ralentizada y la temporada de invierno se presenta con pronóstico incierto.
Losoyos, bodega capitalina, suele vender toda su producción. Este año en cambio no ha sido así, lo que va a permitir que el vino esté más tiempo en botella. Confía en tener dos variedades de vino bien definidas cuando produzca el vino de la nueva cosecha. La Bodega La Montaña espera poder abrir su bochinche en noviembre, donde sirve el vino y la comida casera que allí realizan. Ya están funcionando los bochinches de Bodega Los Lirios, Bodegas Volcán y el Guachinche Viña Cantera en Valsequillo de Gran Canaria. La bodega agüimense Viña Aguayro ha tenido que ralentizar las visitas a la bodega por la situación de pandemia, visitas que facilitaban la venta de su vino. Ahora hay muchas dudas sobre la llegada total de la normalidad en estas cuestiones. Bodegas San Juan y Bodegas Lava venden su producto en tiendas especializadas. Como Aguayro, Bodegas San Juan – Finca El Mocanal ha observado un parón en las visitas enoturísticas, cuya recuperación plantea con descuentos y medidas de atracción al público. La bodega Vega de Gáldar tiene poca producción y desde enero lo distribuye el Gusto por el Vino. En el caso de Frontón de Oro, su vino seguirá estando presente en el mercado norteamericano, pese a las dudas que plantean los aranceles del gobierno de Donald Trump.
Con todo, el objetivo es mantener altos estándares de calidad. Para ello, algunas bodegas están iniciando el camino hacia la certificación ecológica. Por otro lado, varios vinos de la DO de Gran Canaria acumulan premios en los últimos meses, lo cual es un reconocimiento a su trabajo. El Agala 1212 recibió la Gran Medalla de Oro en el certamen de vinos Agrocanarias 2020. Bodegas Ventura ha colocado a su vino Cruz en la Guía Peñín 2021, obtuvo la máxima calificación en el International
Wine Awards, un Arribe de plata en los Premios Vinduero-Vindouro, que elige a los mejores vinos de España y Portugal, y una Medalla de Oro en el Mundial de Vinos Extremos. La bodega municipal Señorío de Agüimes también consiguió un Arribe de Plata por su tinto joven en Vinduero-Vindouro. Bodega Las Tirajanas sumó recientemente dos medallas en el Mundial de Vinos Extremos, una Gran Medalla de Oro para su tinto roble del año 2019 y una Medalla de Oro por su blanco malvasía fermentado del año 2018. La senda es caminar hacia el reconocimiento de la calidad del producto, algo a lo que ayudarán iniciativas como la Ruta del Vino de Gran Canaria, una apuesta del Consejo Regulador y que pretende certificar antes de final de año.