INMIGRACIÓN
Los vecinos del sur de Gran Canaria, hartos de las chulerías y la agresividad de los inmigrantes ilegales magrebíes
El descontrol inmigratorio por parte del Estado, y su terminal mansa del Gobierno de Canarias, con los inmigrantes llegados desde África a Canarias, está creando una situación de indefensión y vulnerabilidad en los vecinos de los municipios de Mogán y San Bartolomé de Tirajana en Gran Canaria.
Más de veinte mil inmigrantes han llegado en pateras o cayucos de las cuales muy pocos han sido derivados a la península.
La irresponsabilidad de la Delegación del Gobierno alojando a los inmigrantes, menas y adultos, en establecimientos turísticos del sur de Gran Canaria, ha colmado la paciencia de los vecinos de la zona y ha terminado por destruir el poco turismo que podía venir a Gran Canaria.
Los cuerpos de seguridad del Estado, además, podrían estar investigando la posibilidad de que hayan entrado en las islas terroristas yihadistas, aprovechando la debilidad de los controles que se hacen a la llegada de los inmigrantes a nuestras coistas.
Todos los días, grupos de inmigrantes pasean por las calles con libertad de movimiento, incumpliendo los protocolos sanitarios, pues la mayoría no hace uso de la mascarilla ni guardan la distancia social establecida, juegan en los parques que están clausurados, y se muestran agresivos e insultantes con los vecinos.
El pueblo denuncia este tipo de comportamientos, pero mientras Canarias afronta unas restricciones importantes como consecuencia de la Covid 19, los magrebís hacen lo que les da la gana. Aseguran los vecinos que, lo primero que hacen al llegar, es comprar tabaco y bebidas alcohólicas y hasta colarse en hoteles de otros inmigrantes ilegales cuando quieren.
El descontrol de la inmigración irregular no solo atemoriza al pueblo, también las Fuerzas de Seguridad del Estado han tenido numerosos altercados, y la Asociación Española de Guardias Civiles (AEGC) y el propio municipio de Mogán, han hecho una petición para incorporar más medios antidisturbios.
Se han producido numerosos robos con violencia en las zonas más afectadas, aparte de pedir dinero, móviles para llamar a sus familiares, y robar el internet.
A los inmigrantes ilegales, simplemente, hay que enviarlos, de forma urgente, a las costas desde donde salieron, fundamentalmente Marruecos y Mauritania. Y hay que hacerlo ya.