Policías, guardias civiles y funcionarios de prisiones salen a las calles cansados del abandono de Marlaska
El 17 de septiembre será la asociación Jusapol la que salte a las calles. La agrupación policial ha convocado una concentración para reclamar la gran promesa incumplida: una “equiparación real ya” del sueldo con las retribuciones que perciben policías autonómicas como, especialmente, la catalana. Jusapol ha llamado ya a sus simpatizantes advirtiendo: “Volvemos a la calle el 17 de septiembre a las 11:00 horas frente al Ministerio del Interior”. El lema: “Por tus derechos y el futuro de todos. Luchemos por la igualdad. Por ti, por los tuyos y por los que vendrán. No puedes faltar.”
El 18 de septiembre, un día después, será la Guardia Civil la que tome el relevo de las movilizaciones. Lo hará la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC) en Madrid. Su reclamación es más concreta, pero, igualmente alude a las condiciones salariales de los guardias: piden que se revierta la norma de productividad para gratificar una retribución digna del servicio nocturno, festivo y extraordinario. Los guardias civiles también reclaman una jornada laboral con turnos de servicio que garantice el derecho a un descanso efectivo y a una plena conciliación.
El Gobierno del PSOE y Podemos, que asegura tener la causa de la conciliación como bandera, ni ha escuchado hasta el momento estas reivindicaciones.
Los guardias se suman a la reclamación del cumplimiento íntegro del acuerdo de equiparación salarial, y la aprobación de una ley que evite en el futuro desigualdades salariales entre cuerpos policiales.
El 22 de septiembre le tocará el turno a los funcionarios de prisiones. Ese día, los encargados de mantener el orden en las cárceles españolas saldrán a la calle a pedir “lo que es de justicia, mismo trabajo mismo sueldo”, en referencia a sus homólogos catalanes.
Todo ello ocurre justo después del último ataque a una funcionaria de prisiones. La subdirectora de seguridad de la prisión de Alicante II ha sufrido recientemente una agresión a manos de entre cinco y seis encapuchados a la puerta de su casa, justo el día antes de que declarara por una investigación interna de Instituciones Penitenciarias. Al margen de la agresión, los atacantes le dijeron: «Mañana, calladita», mientras la sujetaban por detrás y otro le asestaba dos golpes en la cara.