Los científicos avisan que la erupción no acabará ni a corto ni a medio plazo
Los indicadores que monitorizan los científicos en el volcán de La Palma, sobre todo las emisiones de dióxido de azufre, hacen pensar que el final de la erupción no se va a producir ni a corto ni a medio plazo, según ha confirmado la portavoz del comité científico del Plan de emergencia volcánica de Canarias (Pevolca), María José Blanco.
En las últimas 24 horas, se han producido dos derrumbes y se ha generado varias emisiones de lava en varias direcciones
— RTVC (@RTVCes) October 9, 2021
El #Pevolca transmite un mensaje de tranquilidad a los vecinos y aseguran que estas coladas se está monitorizando#RTVCconLaPalma #VolcandeLaPalma pic.twitter.com/0vJ6OKtBsB
El volcán está lanzando un penacho de gases a 3.000 metros de altura con cantidades elevadas de dióxido de azufre, 17.774 toneladas diarias, y esa medida tendría que bajar hasta 100 para pensar que la erupción toca a su fin, ha dicho la portavoz tras un encuentro en el que ha participado el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Los otros dos parámetros que determinan la energía del sistema volcánico, la deformación del terreno y la sismicidad, también mantienen valores estables con respecto a días anteriores.
El director técnico del Pevolca, Miguel Ángel Morcuende, ha informado de que la colada del flanco norte del volcán, que fluye hacia el oeste y noroeste y que el martes obligó a la evacuación de unos 800 vecinos del barrio de La Laguna, en Los Llanos de Aridane, «avanza muy lentamente» y cabe la posibilidad de que «aborte, que no vuelva a caminar».
Esa colada está a 200 metros de la costa, pero su brazo noroeste, el que el martes atravesó en diagonal el polígono industrial del Callejón de la Gata, es el que «pierde fuelle», mientras que la colada que se mueve más rápido, a 50 metros por hora, y que avanza hacia el sur es «la que acumula más energía y empuje», explicó.
Los últimos datos, correspondientes al 12 de octubre, indican que la lava cubre 640,27 hectáreas, 27,94 más que la víspera, y se ha ensanchado hasta un máximo de 1.770 metros, 250 más.
Por la información de los satélites de Copernicus, hay 1.541 edificaciones o construcciones afectadas, de ellas 1.408 destruidas. Los datos obtenidos del catastro reducen la cifra a 937, de ellas 763 de uso residencial, 89 de uso agrario, 45 industrial, 22 de ocio y hostelería y 18 de uso público.
La erupción ha obligado hasta ahora a la evacuación de 6.400 personas, 5.700 en la primera fase de la erupción y otras 700 el martes, pero del total son unos 6.000 residentes y 400 turistas que fueron trasladados a Tenerife.
De los evacuados, 280 personas están albergadas en un hotel del municipio de Fuencaliente.
Con respecto a la calidad del aire, en las últimas horas los parámetros están dentro de los umbrales normales, salvo un «pequeño pico» puntual de dióxido de azufre que enseguida remitió, y el aeropuerto de la isla, como los de toda Canarias, está plenamente operativo.
Las previsiones meteorológicas apuntan a que esa operatividad aérea no se verá afectada al menos durante los próximos cuatro días, porque soplará un viento sahariano desde el continente que dirigirá las cenizas hacia el oeste.
Sin embargo, el aire seco y una probable inversión térmica puede ser desfavorable para la calidad del aire los días 15 y 16 de octubre.
En el cráter, la única novedad es que se ha reactivado una emisión en el flanco sureste que no ha supuesto nuevas coladas.
Ante la difusión de algunas informaciones sobre la situación de La Palma, Miguel Ángel Morcuende insistió en que la erupción volcánica afecta solamente al 8 por ciento de la superficie de La Palma, de manera que el resto de la isla es completamente segura y se pueden desarrollar actividades turísticas con normalidad.
También subrayó que la estabilidad geológica del edificio insular es «absoluta» y que el pescado tiene la misma calidad de siempre.