Isla de los Museos (4-1) Museo Nuevo
Isla de los Museos (4-1) Museo Nuevo
José Fco. Fernández Belda
Para ir preparando el alma para enfrentarnos a las maravillas del mundo antiguo que íbamos a contemplar, como si fuera un desayuno para el espíritu, las avenidas de la Isla de los Museos que conducen al Museo Nuevo, son un excelente exordio. Los amarillentos reflejos del sol mañanero, dan un color y un ambiente especial a las columnatas y a las esculturas, que parecen desperezarse del sueño nocturno para ser dignamente admiradas por los visitantes.
Si el Museo de Pérgamo tal vez sea el más conocido, el Nuevo Museo no se queda atrás en grandiosidad y contenidos. En este edificio de estilo neoclásico se exhiben colecciones egipcias y prehistóricas, teniendo como la “joya de la corona” el busto de Nefertiti. Fue el segundo gran museo que se construyó en la Isla de los Museos con la idea de ser una ampliación y un complemento del Museo Antiguo para albergar las colecciones que no podían ser exhibidas en éste con la amplitud debida por falta de espacio. Y, en mi modesta opinión, creo que fue un gran acierto evitar el hacinamiento que se ve en otros grandes museos del mundo y poder así destacar las piezas expuestas con la importancia que se merecen.
Este Nuevo Museo reúne objetos de tres temáticas diferentes: la relacionada con los Papiros y el Egipto de los faraones; la colección de Prehistoria y Protohistoria; y por último una variada colección de Antigüedades. Y una vez que se cruza la entrada del museo, la tenue iluminación ambiental de sus salas de exposición ayuda a transportarnos a aquellos ancestrales tiempos y lugares donde la luz eléctrica no existía. El cine histórico de Hollywood nos ha dado una imagen, al menos en lo que a la iluminación y el color se refiere, bastante distorsionada.
No conviene olvidar que el arte funerario egipcio se ha rescatado de oscuras grutas y tumbas que sólo podían ser visitadas a la luz de las antorchas. Algunos dicen, no sé si con temor reverencial, que el rielar trémulo de esas luces hacía parecer que las figuras cobraban vida y movimiento. Y eso en el interior de una tumba, excavada para que la momia del faraón viviera eternamente, no deja de dar un poco de “yuyu”, como dicen ahora los jóvenes.
Como nota de técnica fotográfica, he de advertir que las fotos tomadas en las salas egipcias han tenido que ser procesadas digitalmente para darles mayor luminosidad, pues el tratamiento museístico de las salas y pasillos era bastante oscuro, para poder así ofrecer más realismo y poner en situación a los visitantes, y mis conocimientos técnicos son bastante limitados. Pero como siempre mi excusa es que la peor foto será la que no se tiene... ¡Continuará!