La propuesta contempla la construcción de una central de 200 megavatios de capacidad de generación, que representa alrededor del 36 % del pico de demanda energética de Gran Canaria, y con capacidad para almacenar 3,2 gigavatios/hora de electricidad en forma de agua embalsada, así como una estación desaladora, las obras marinas asociadas y las instalaciones necesarias para su conexión a la red de transporte.
Esta infraestructura garantizará también la disponibilidad de 700.000 metros cúbicos de agua para la agricultura y el riego de la zona.
Otro de los objetivos es mejorar la calidad de la frecuencia de la señal eléctrica en la red procedente de las energías renovables, que podrá ser más seguro ante perturbaciones.
Se trata, a juicio del Gobierno canario, de un proyecto "fundamental" para el avance de las renovables en Gran Canaria y en el resto de las islas, así como para la consecución de los objetivos a corto y medio plazo fijados en la declaración de Emergencia Climática y en la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que se encuentra actualmente en tramitación parlamentaria.