LAS PALMAS DE GRAN CANARIA
El Museo Naval de Jürgen Flick en Las Palmas de Gran Canaria (VÍDEO)
Hace unos días tuve el honor, que luego se transformó en placer, de ser invitado a visitar el Museo Naval que el Sr. Jürgen Flick, tal vez la cara más reconocible y visible del Grupo de Empresas Flick, tiene montado en las instalaciones que, como concesionario de la casa Mercedes, tiene en la Avenida de Escaleritas de Las Palmas de Gran Canaria.
He de reconocer que me dejó muy impresionado ver esa gran colección de detalles navales y de maquetas de todo tipo de barcos. Pero si además de admirar las piezas, estas son explicadas por su mantenedor, Jürgen Flick, la colección parece ir creciendo en cada paso en interés. Se aprecia el amor por las cosas del mar que allí envuelve al visitante y lo transporta hacia tiempos pasados. Hasta parece olerse la mar.
Desde una enorme maqueta del Titanic, otras varias de nuestro Valbanera, llamado por los historiadores navales el Titanic español, pasando por los míticos Correillos o “barcos negros” de la Compañía Trasmediterránea puestos en servicio en 1930 y en los que muchos canarios hicimos nuestras primeras travesías marítimas y, quien sabe, ¡si algún que otro mareo!, hasta los botes de vela latina, pesqueros artesanales, plataformas petrolíferas y remolcadores. Sin olvidar los barcos de guerra, tanto españoles como alemanes.
Es importante la colección de maquetas de grandes buques veleros, desde naos del siglo XV a galeones y buques escuela, algunos de los cuales, como nuestro Juan Sebastián Elcano, aún surcan los mares y océanos con sus guardiamarinas en periodos de instrucción. Navegar en un velero, bien sea en uno pequeño deportivo como en estos reyes y reinas de la mar, es una aventura inolvidable... que se lo cuenten a Ulises, a los argonautas o al mismísimo Cristóbal Colón, que no por casualidad tenía el título de Almirante de las Mares Océanas.
En especial es emotivo ver un maniquí ataviado como aquel hombre de La Palma conocido como “El loco de La Habana” y recordar su trágica historia. Se cuenta que en el Valbanera viajaba él con su mujer y sus tres hijos con destino a La Habana, donde tenía una casa heredada de su tío. Al llegar a Santiago de Cuba, aprovechando la escala, su mujer le pidió que se adelantara en tren hasta La Habana para ir preparando la casa y que así estuviera habitable para cuando ella y los niños arribaran a aquel puerto. Eso hizo muestro paisano palmero a quién, como al legionario novio de la muerte, la suerte hirió con zarpa de fiera. Como es ya sabido el Valvanera naufragó tras salir de Santiago y no haberle permitido arribar en La Habana a causa del ciclón que se levantó en aquellos trágicos días en el que la mar segó la vida de 488 compatriotas.
Cuentan que el hombre perdió el juicio al conocer la muerte de su familia y saber que él había sobrevivido por una broma del destino. Todos los días se acercaba al malecón de La Habana y gritaba “escuchen, es el Valbanera que está pidiendo práctico, déjenlo entrar”... y así día tras día, lo que le valió el sobrenombre de “El loco de La Habana”. Su triste historia recorrió la isla de Cuba y llegó hasta Canarias dónde todos, al oírla, se emocionaban compartiendo retazos de aquella gigantesca pena que le atenazaba el alma hasta hacerle perder el juicio.
Ahora sólo resta ofrecer una selección de imágenes, forzosamente incompleta pero que espero y deseo poder transmitir el espíritu y el cariño que Jürgen Flick ha puesto a lo largo de los años para ir reuniendo esta impresionante colección qué, pidiéndole poder visitarla, él les mostrará con el razonable orgullo de enseñar algo bien hecho a lo largo de muchos años.