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LAS PALMAS DE GRAN CANARIA

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Como cada año desde hace al menos casi una década, un grupo de amigos nos reunimos al pie del busto del Almirante Don Cristóbal Colón, situado frente a la Iglesia de San Francisco de Las Palmas de Gran Canaria, para conmemorar el Día del Descubrimiento de América, el Día de la Hispanidad y también la Fiesta Nacional. Todo eso sin olvidar felicitar a las Pilares en el día de su onomástica.

Con unos ramitos de flores, unas fotos de familia y deseándonos todos que no se pierda la tradición del Día de la Hispanidad, nos despedimos sin discursos con la firme convicción de que más pronto que tarde algunas de las autoridades políticas olvidarán sus odios y rencores, mezclando ideologías con historia, y se sumarán a esta Fiesta del Encuentro de Culturas amalgamadas por una lengua común en lo que Unamuno llamó Hispanidad. Un 12 de Octubre de 1492, las dos orillas del Océano Atlántico se vieron cara a cara y se hermanaron. Sospechaban los del lado europeo que pudieran haber primos lejanos en lo que hoy se llama América, que tal vez debería haberse llamado Colombia en justo reconocimiento a su descubridor. Pero en esa fecha se supo con certeza y ese conocimiento cambió el mundo. Y eso, pese a quien pese, se hubiera producido más pronto que tarde, por lo que es insólito que haya quien lamente, como la leche derramada, que llegara ese día.

Sorprende de forma negativa comprobar cómo en los últimos años se está olvidando conjugar los verbos tan propios del Siglo XV y XVI español, como fueron integrar, compartir y sobre todo el sentir que nuestras almas piensan y se expresan en una lengua y una nueva cultura común compartida por los pobladores de España, América y Filipinas. Con muchos matices y peculiaridades si se quiere precisar y marcar diferencias ideológicas, pero sin que se deban utilizar para potenciar diferencias y odios ancestrales más o menos justificados, pero que ya deberían quedar para los historiadores y pasar esas páginas de presuntos desencuentros.

Al igual que la inmensa mayoría de las personas no se sienten culturalmente diferentes cuando oyen hablar a un andaluz, un canario, un catalán o un gallego, a pesar de su acento y su cadencia, también muchos sentimos como algo enriquecedor compartir lengua, música y folclore, así como valores y sentimientos de pertenencia a un grupo cultural con raíces comunes: la Hispanidad. Es algo difícil de explicar en pocas palabras, pero muy fácil de entender con el alma. Como un ejemplo de esto, basta comprobar cómo gusta la música sudamericana en España y la española en América, y no sólo porque está cantada en español sino, a mi entender, porque canta amores y desencuentros con sentimientos propios del alma y la cultura hispanoamericana.

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