Contar con un proveedor de servicios gestionados (MSP) puede ser una gran ayuda para cualquier empresa que quiera mantener su tecnología bajo control sin complicaciones. Sin embargo, la experiencia con un MSP puede ser más satisfactoria si se cuidan algunos detalles en la relación y en la forma de trabajar juntos.
Te contamos cómo puedes sacar más partido a este tipo de servicios y conseguir que realmente sumen en tu rutina.
Antes de comenzar, conviene dedicar tiempo a buscar un msp provider que encaje con lo que necesitas. No todos los proveedores ofrecen lo mismo ni trabajan igual y es clave que entiendan tu sector y la forma en la que funciona tu empresa. Pregunta, compara y, si puedes, habla con otros clientes para hacerte una idea realista de cómo trabajan.
Una vez que tienes claro con quién vas a colaborar, la comunicación se vuelve tu mejor aliada. Se trata de mantener un contacto regular y abierto, pues las reuniones periódicas, sin importar si son breves, ayudan a anticipar necesidades y a resolver pequeños asuntos antes de que se conviertan en algo más grande. Además, compartir información sobre los objetivos de la empresa permite al MSP ajustar sus servicios y aportar soluciones más útiles.
Por último, es útil acordar desde el principio cómo se va a medir el trabajo del proveedor. Definir juntos unos indicadores claros y revisarlos de vez en cuando ayuda a que ambas partes sepan en qué punto están y qué se puede mejorar. Así, la relación se basa en hechos y no en impresiones.
La tecnología cambia rápido, y los MSP son una muestra de esto. Si quieres que el servicio evolucione contigo, merece la pena abrir la puerta a nuevas propuestas y mejoras, porque a veces, una pequeña automatización o un ajuste en los procesos puede ahorrar mucho tiempo y evitar errores. Anima a tu proveedor a sugerir cambios y escucha sus ideas, aunque al principio no parezcan imprescindibles.
La formación también juega un papel importante. Cuando el equipo interno y el MSP comparten conocimientos, todo fluye mejor. No hace falta organizar grandes cursos, con una sesión corta para explicar una nueva herramienta o resolver dudas técnicas te puede ayudar.
Además, revisar juntos cómo van las cosas, sin esperar a que surja un problema, ayuda a mantener la relación fresca y útil. Un repaso periódico de los resultados, con espacio para sugerencias y ajustes, permite que el servicio se adapte a lo que la empresa necesita en cada momento.
Mejorar la relación con un MSP es cuestión de pequeños ajustes y decisiones bien pensadas. Al elegir con calma, hablar con claridad y estar abiertos a nuevas formas de trabajar, estarás dando paso a elementos que pueden transformar la experiencia. A fin de cuentas, se trata de construir una colaboración que aporte tranquilidad y ayude a la empresa a centrarse en lo que realmente importa.