La REFLEXIÓN DEL VIERNES de Oscar Izquierdo

La burocracia, supuestamente creada para organizar y facilitar los procesos administrativos, suele convertirse en una trampa honda donde la lógica desaparece. Se exigen documentos que solo pueden obtenerse una vez que ya se tiene el permiso que precisamente se está solicitando. Formularios duplicados, firmas de responsables ausentes, plazos que se alargan sin explicación y ventanillas que remiten a otras ventanillas. Todo esto configura un sistema que parece diseñado no para servir al empresario o ciudadano, sino para desgastarlo. La incoherencia es tal, que a veces el propio funcionario reconoce que el procedimiento no tiene sentido, pero lo aplica porque así está establecido torpemente. La digitalización, lejos de resolver el problema, a menudo añade más capas de complejidad, por su falta de uso al no tener los conocimientos correspondientes o por no saber sacar todas sus potencialidades. Así, la burocracia se convierte en un laberinto sin salida, creadora de dificultades y problemas. No sirve