Permítanme numerar lo que sigue para mayor claridad.
1. El argumento de que no es posible, en la ULL, iniciar las clases a las diez de la mañana porque “se solaparían, en las facultades en que hay dos turnos, los de mañana y de tarde”, es una excusa, una más, para disimular lo que es un mero interés gremial de una parte del profesorado y de una parte de los estudiantes, que dan la espalda a los intereses generales de la sociedad que financia sus sueldos y sus estudios.
2. Reduciendo en 5 minutos la duración de las clases, el turno de mañana tendría su primera clase a las 10.00 a.m. La salida de la última clase sería, no a las 2.30 como ahora, sino a las 3.30 p.m.
3. A esta hora, es decir, a las 3.30 p.m., entraría el turno de tarde, y la salida de la última clase sería, no a las 20.30 como ahora, sino a las 21.00 p.m.
4. Pongamos el ejemplo de la Facultad de Derecho. El inicio de las clases del turno de mañana sería a las 10, 10.55, 11.50, 12.45, 13.40 y 14.35. Esto es completamente normal en la casi totalidad de la Unión Europea. El inicio de las clases del turno de tarde sería a las 15.30, 16.25, 17.20, 18.15, 19.10 y 20.05.
5. El único y mínimo inconveniente sería que una ínfima parte de los estudiantes del turno de tarde que tengan clase a última hora, se verían, al salir a las 21.00, con el tiempo justo para coger algunas de las guaguas que usan en la actualidad. Pero esto se resolvería retocando muy ligeramente los horarios de, como máximo, tres o cuatro líneas de TITSA. El problema, insisto, es mínimo, porque, aparte de que muchos estudiantes tienen vehículo propio, la inmensa mayoría de los demás residen en el área metropolitana, bien comunicada siempre, o en municipios, la mayoría, que ya están perfectamente comunicados con el área metropolitana hasta mucho después de las nueve de la noche.
6. En las facultades en las que hay un solo turno, no hay problema para entrar a las 10.00.