Es un códice iluminado, de los más antiguos que se conservan, de la época prerrománica o paleocristiana, datación discutida, aunque se piensa que es del siglo V.
Actualmente está formado por 142 hojas de pergamino, de los cuales 129 son originales y trece restantes fueron añadidos en el periodo carolingio o gótico.
Se conservan 19 miniaturas a toda página, pintadas con lápiz y guache. Después de diversos avatares terminó en la Biblioteca Nacional de Francia, que es su destino actual.
Se le atribuye que lo realizó el scriptorium imperial en Roma, hecho por el encargo de la princesa regente Gala Placidia, para su hijo, que después sería el emperador Valentiniano III. Otros autores, hablan de que pueda tener origen hispánico, de la Hispania visigoda u otros lugares.
- En tiempos tan convulsos como los nuestros, y estimo que todos lo han sido, por una razón y por otra y, que la humanidad haya sido capaz de realizar estas obras, es un viento suave y cálido de esperanza, la esperanza en el ser humano. Alguien pensará, que este enunciado no es propio de alguien que comenta una obra artística y estética y religiosa, pero pienso que es lo correcto, el arte y la estética tiene diversas finalidades, una de ellas, es dar esperanza a los humanos.
Esta obra, estimo, que haya sido capaz de traspasar los siglos, que haya sido capaz de superar guerras y revoluciones, épocas y tiempos, culturas y situaciones, que haya sido capaz de soportar el robo, y aunque en parte se haya perdido, se conserve. Es un elemento esencial de que la humanidad, puede que tenga muchos negros y grises, pero también tiene muchos blancos y muchos colores diversos buenos y positivos.
- Es reflexión, que ya he realizado al comentar y analizar modestamente otros códices iluminados medievales, que esta obra tiene la misma categoría estética y conceptual, ciertamente, es un libro, que iglesias o templos o palacios o monasterios de su época. Tiene el mismo valor estético y artístico y cultural, claro está, una creación, ésta es un libro, las otras son edificios palaciegos o religiosos.
Parece ser que la princesa regente lo encargó para la educación de su hijo, que después sería el emperador Valentiniano III. Es decir, el Pentateuco, los cinco primeros libros de la Biblia, de la Biblia judía y de la Biblia cristiana, son y están en ellos los Mandamientos y multitud de otras normas religiosas que el pueblo judío, en mayor o menor medida sigue, sus famosos 613 mandatos, y desde luego la historia del Éxodo que tanta importancia ha tenido, y especialmente la Alianza entre Dios y Moisés, etc.
Durante siglos, las elites religiosas, sociales, políticas, como es el caso que comentamos, se educaron y las educaron, entre otros textos, con los libros sagrados, que supongo, no solo tendrían un nivel o lectura o perspectiva o hermenéutica que hoy diríamos, religiosa o espiritual, sino lecciones sociales, políticas, económicas, incluso militares.
Quizás, en los actuales tiempos, al menos en Europa, de graves confusiones, puede que existan personas y colectivos, que no sean creyentes, sean claramente ateos o agnósticos, o creyentes en otras religiones, pero pienso, que al menos, el Pentateuco, por no decir, el resto de libros de la Biblia, deberían, al menos ser tomado como literatura. Es decir, no con un concepto de menosprecio, sino que sea leído al menos, como relatos, historias, novelas, aforismos, ideas, conceptos, por ateos y no ateos, de una religión o de otra. Porque es una fuente enorme de conocimiento, con todos los matices que queramos de la historia de la humanidad, de lo más profundo del ser humano.
Es triste, que existan tantas personas que apenas leen, y otras que leen mucho, todos los géneros literarios, excelsos o no tanto, pero que no hayan leído, no una sino varias veces, la Biblia, en su totalidad, o en trozos o en aspectos diversos. Porque al menos, la Biblia, debería ser considerada como un libro de literatura, incluso de protofilosofía, de protometafísica.
- Esta obra que comentamos, estimo que con buen criterio, ésta y otros códices se están realizando copias facsimilares, casi idénticas y numeradas. Con lo cual, se consigue dos objetivos muy importantes, que se publiquen y se difundan, y si se perdiese el original, quedarían esas copias, que son casi idénticas, además de que pueden percibirse, verse, leerse, reflexionar, analizar, por cientos de personas potencialmente, no solo los tenedores de esas copias, sino incluso por particulares, bibliotecas, centros artísticos o bibliográficos.
Para terminar como he dicho muchas veces, siguiendo el adagio grecorromano, no sirve ninguna filosofía que no cure, ningún mal humano. Quizás, hoy, podrían existir, no solo en bibliotecas y muesos secciones, de libros facsimilizados, que pudiesen consultar cualquier persona. Sino quizás, se podrían crear centros o museos específicos de libros facsimilizados, que tendrían una vertiente histórica, artísticas, estética, etc.
Museos que completarían y complementarían los existentes. ¡Se imaginan un museo de cientos de códices facsimilizados medievales…! ¡Ahí queda el guante con palabras de pergamino y pinturas medievales…!