ÚLTIMA HORA

DIOS NOS DIO LA RIQUEZA PERO TAMBIÉN LOS POLÍTICOS

 

                                Mi titular refleja un dicho popular que me dicen, es de uso cotidiano en Argentina; país enorme, rico en demasía; y que en el pasado siglo, llegó a ser una de las primeras potencias mundiales, social y económicamente hablando; hoy es una “especie de gran desastre mundial y que abochornaría al más insensible de los auténticamente argentinos, que como cada quisque, aman a su tierra como la mejor del mundo”; Argentina como muchos otros territorios mundiales y que son sobrados en recursos materiales, es un ejemplo deplorable de lo que deja tras de sí, “una política podrida en grado sumo y que es capaz de por dinero, vender a su padre y su madre, hijos incluidos”; y que padecen esa enfermedad pandémica, que impide el que el ser humano, se desarrolle como tal en este pobre mundo, sobrado de recursos materiales, pero falto de cerebros lo suficientemente desarrollados como para que aquí, se viviera de forma infinitamente mucho más social y humana; pero por lo que sea, “dios-diablo o la madre que los parió”, aquí sigue ejerciéndose la muy primitiva ley de la fuerza del más bruto, la que si en principio  e imaginadas las terribles necesidades de aquellos, “monos con rabo que bajaron de los árboles”, serían justificables, por cuanto, “el hambre es carrera del infierno, al decir de mi querida abuela materna”; ello fue superado, tan pronto aquellos primeros monos, aprendieron a cultivar la tierra, apacentar a muchos de sus animales; y a valerse de los infinitos recursos que les fue facilitando la Madre Tierra.

                                Pero a pesar del supuesto desarrollo cerebral de aquellos “monos” y los que hoy (“sin rabo pero con un hueso que demuestra que los antepasados lo llevaron”) habitamos este insignificante planeta, el que comparado con el Universo, es algo así como “una nada insignificante”; y pese a los adelantos que han conseguido (siempre materiales y por ello no nos sirven en absoluto). Pese a todo ello, no han asumido su (nuestra) miserable realidad, cuál es el que “hemos de morir” y que aquí quedará todo lo que pensamos una vez que era “nuestro”; pero que incluso ello y por grande o importante que sea, será sumido en el olvido más justiciero; y todo desaparecerá en lo que igual ocurre con los principios, o sea en “la nada”, puesto que nada somos, incluso puedo rechazar hasta lo que asegurara el profeta… “de polvo eres y en polvo te convertirás; puesto que hasta ello es discutible, ya que no fuimos nada y esa nada es la que nos espera a todo nacido, ya que se nace para morir y luego desaparecer en la más piadosa nada que podamos imaginar”; somos pues, “un episodio de vida, más o menos miserable, por lo que ese miserabilidad conviene no aumentarla, ya que ello y de seguro, nos dará mucho mejor vida en ese imaginario episodio, que cada cual vivimos por unas leyes que desconocemos totalmente”: y esa es la filosofía verdadera.

                                Por todo ello, ahora mismo me estoy riendo incluso de mí mismo ante mi propio “espejo de mi vida”, y en la que se aprende mucho si de verdad uno mismo se preocupa de aprender “sobre la marcha”; puesto que hace sólo unos días, mis fuerzas naturales no eran suficientes para sostener mi propio cuerpo, “el que físicamente se me caía al suelo sin poderlo evitar”, lo que me confirmó una vez más, “la nada que soy”; que sí, que posee “algo”, que piensa y define, pero… ¿por qué y para qué?; y esas preguntas me responden, al ver que ahora me encuentro mejor y sigo “pensando y escribiendo”; por lo visto; “lo que me diera esas facultades”; ha decidido que siga aquí por tiempo indefinido y por ello, “me va curando de ese sin vivir o invalidez terrible que se ha cernido sobre mí, como una experiencia más a sumar a las otras que ya viví”.

                                Y me río con un sentimiento de desprecio enorme, de un tal Wladimir Putin y de todos los “similares”, que pululan por este planeta, dominándolo y esquilmándolo, como despreciables “termitas”; que creen acumular poderes y bienes inagotables; y que sus figuras, pasen a la historia de sus países o incluso del planeta. Sintiendo junto al desprecio, una compasión extraña, puesto que sé como “mortal, que soy”, que al igual que yo, esos indeseables, tienen sus propios pesares, sus propios remordimientos, sus propios miedos, que no los han de dejar vivir ni incluso dormir, pese a las arrogancias con que se muestran en esos, “sus sueños”, de poderes inmensos, que en realidad no serán nada; como nada fueron los que similares a ellos, nos cuenta la historia, que al propio tiempo, luego nos cuentan la realidad de, “en las miserias, dolores y padecimientos en que vivieron sus épocas más luminosas de esos poderes que no lo son, precisamente por el daño que ocasionaron y ocasionan, a las sociedades en que vinieron como pandemias a padecer, tristemente ni sabemos el porqué de ello”: Amén.

 

NOTAS: A finales del siglo XIX Argentina era el país más rico del mundo. No se trataba de que fuera una economía grande para la región. Era, con todas las letras, el país más poderoso del planeta, en términos económicos, por encima de Estados Unidos, Alemania, Reino Unido y las potencias habituales. Durante ese tiempo, en la capital argentina se construyeron todo tipo de monumentos y edificios que hoy siguen adornando la que es, la ciudad más hermosa y con la arquitectura más fascinante de la América española, a pesar de que el socialismo implementado, ya ha comenzado a deteriorar el paisaje visual de Buenos Aires. Para el año 1895 Argentina tenía un PIB per cápita de 5 786 dólares, seguido por Estados Unidos y Bélgica en tercer lugar.

 

Antonio García Fuentes

(Escritor y filósofo)

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