ÚLTIMA HORA

EL DIARIO DE KLAUS LANGER

Klaus Langer (1924, Gleiwitz, Alta Silesia) aporta un testimonio sobre la noche de los cristales rotos, dónde se quemaron cientos de sinagogas y se saquearon cientos de negocios judíos. 

Era un judío-alemán, redactó un diario entre el 09 de noviembre de 1938 y el 01 de septiembre del 1939. Marchó hacia Dinamarca, hasta que se instaló en Palestina, sus padres se quedaron, pero nunca volvió a verlos. 

La cuestión en la historia, siempre surge la misma pregunta, cuándo un individuo o colectivo, entra en un volcán-huracán-seísmo de locura colectiva, de maldad social, de injusticia inequívoca. Siglo tras siglo, generación tras generación, los humanos siempre se hacen la misma pregunta: ¿Cómo hemos llegado aquí, si…? 

En definitiva, siempre es plantearse por el problema del mal y de la maldad, en todas sus formas y maneras, sus orígenes y sus causas, o, algunos dirían el misterio de Caín y Abel. Durante siglos y milenios, los humanos, se habrán estado haciendo esta pregunta, y, habrán intentado responderla de mil modos. Quizás, nunca vislumbrando la solución total o perfecta, sino trozos de realidad-verdad-explicación. 

Podríamos, empezar pensando o repensando, el adagio-máxima, que indica, que por lo general, las democracias occidentales, en este último siglo, nunca han montado un conflicto grave, un conflicto armado, una guerra. O, planteado de otra forma, nunca ha empezado una guerra. 

Puede que alguien indique, con razón, que existe tal caso, pero diríamos, entraría en el mundo de la excepción y de la excepcionalidad. Los sistemas democráticos, aunque sean limitados, la separación de los poderes, que cada poder tiene su impronta y su propio poder, hace que exista un equilibrio enorme, como una balanza de conceptos y de realidades y de poderes y de personas y de autoridades. Que hace muy difícil, que empiecen una guerra, que sean los agresores, aunque sí, han sido capaces de defenderse. Entre otros motivos es el pueblo que lanza a sus hijos a las trincheras, si el pueblo, tiene algún grado de poder, aunque sea nimio, no desea la guerra. No la desea con razón, porque sus hijos se marchan a los frentes, y, muchos ya no vuelven... 

Pero en los sistemas no democráticos, aunque hayan ascendido al poder, con formas y maneras semidemocráticas o democráticas, según su sociedad y su tiempo. Si cuando esa fuerza ideológica, esa fuerza de poder, esos máximos dirigentes toman el Máximo Poder, puede que la escalera por la que han ascendido, es decir, la democracia o semidemocracia, la rompan, y, todos los resortes, que este sistema dispone, para autocontrolar el máximo poder, autocontrolar todos los poderes de la sociedad, todos los poderes de los distintos estratos sociales o ideologías de todo tipo, todo ese equilibrio o semiequilibrio entre sociedad y Estado, se rompen. Y, queda arriba del todo, el Poder Máximo Omnimodo de un grupo o colectivo o ideología. 

Y, es cuando, se han roto todos los equilibrios entre la sociedad consigo misma, y, de ésta con el Estado o los Poderes Máximos, representandos por una ideología o sistema de ideas-prácticas, sean de una bandera-color-corpus conceptual o sea de otro. Es cuándo se rompe ese semiequilibrio, cuándo empiezan a producirse, reglas y normas y conductas que ya no son democráticas o semidemocráticas, sino que ya no puede la sociedad, ni el mismo Estado, en todas sus entidades, de ejercer un contrapeso. Y, es cuándo se puede producir, los efectos tan negativos, sobre parte de la sociedad. Nunca sobre toda, pero si sobre sectores. Por lo general, casi siempre, terminan los efectos negativos sobre la totalidad. 

Incluso admitiendo la debilidad fortaleza de las democracias, o la fortaleza debilidades de las democracias, por lo general, éstos sistemas, no son los que empiezan las guerras o conflictos armados, de consecuencias impredecibles e imprevisibles e inimaginables, incluso, antes de empezar. Esto, con todos los matices que se quieran, es lo que sucedió, en este conflicto donde nuestro protagonista, existió y vivió, en la mar que le tocó vivir, en esos tiempos y esas circunstancias y esas variables y esas realidades… 

Cuando nos preguntamos, una y otra vez, siglo tras siglo, sobre el problema del mal, o un tipo de mal, éste que analizamos, producido por la galaxia de la sociopolítica, con brazos y dedos económicos y políticos y sociales y culturales y… Nunca deberíamos obviar y olvidar lo siguiente. Cierto es que el concepto de democracia, no es aplicable a siglos de Estados, desde la Grecia Antigua, desde los primeros imperios anterior a Grecia, hasta el siglo diecinueve. Pero, salvando las distancias. Existen sistemas, en cada siglo, que respetan más las tradiciones, que por lo general, aunque en forma de sistemas monárquicos, el antiguo régimen, en algunos casos, diríamos ahora, seguían un sistema de equilibrios de poder, entre religión de su cultura y su sociedad y el Estado, entre la Nobleza y la Monarquía, entre los estratos sociales. Si, muy deficientes los equilibrios, pero semiequilibrios de poder y poderes... 

Pero los sistemas no democráticos del siglo veinte, se saltaron todos esos pequeños equilibrios de poder y poderes. Y, con el enorme poder de la era industrial, y de todos sus medios, fueron capaces, de cambiar la faz de la tierra. De disponer de un poder, casi omnímodo, a nivel social y político, en menor grado económico, etc. Sistemas, que en algunos casos eran escépticos o ateos o agnósticos, por lo cual, las religiones de sus sociedades, no podían poner límites… 

El temor, el temor colectivo, es uno de los grandes motores, que llevan a que se establezcan sistemas no-democráticos. Al menos en el siglo veinte. Aquí, con este diario, nos enfrentamos al enigma y misterio, de la vida de un ser individual, en el frenesí-laberinto-torbellino de la microhistoria y de la macrohistoria. 

Con esta razón, hemos materializado otra más de las razones del mal y sobre el mal, en esta serie de artículos que estoy redactando en estos años sobre los Diarios de los Niños Judíos en el contexto del Holocausto y sobre la problemática del mal y de la maldad… 

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