ÚLTIMA HORA

EL MÁSTIL TRISTE, SÍMBOLO DEL RENCOR

José Fco. Fernández Belda

Viviendo en San Borondón

Se avecinan tiempos difíciles para el sentimiento de España como madre y como gran nación, compatible con el amor a sus hijas autonómicas, todas distintas pero compartiendo un mismo espíritu ancestral. No en vano España o Hispania existe desde hace milenios y acabada de forjar como una unidad por los Reyes Católicos, desde hace más de cinco siglos. Esto es una realidad histórica a pesar de los nuevos y míticos relatos, palabro o neologismo que se usa mucho ahora, sobre todo cuando te quieren contar una milonga nacionalista.

Con mayor o menor acierto, eso se discutió y se discutirá por tirios y troyanos, el Cabildo de Gran Canaria gobernado por el PP instaló en el año 2006 un gran mástil de 50 metros en la plaza de la Fuente Luminosa. Estaba destinado a que luciera y fuera visible desde el mar y desde la cuidad alta, una enorme bandera de 21 por 14 metros. Sería el saludo que Gran Canaria ofrecería a sus ciudadanos, su “tamaragua” diario y a los que nos visitaran por mar, su “bienvenido” o “welcome”. Y así, en los años sucesivos ondearon allí las banderas de Gran Canaria, en su mayor parte, y la de España en ocasiones solemnes o especiales.

Pero con la llegada de NC y Podemos al Cabildo Insular, tomaron la decisión de no volver a izar allí ninguna bandera. Fue un acto de soberbia, ira y rencor contra todo aquel o aquello que no fuera de su ideología. Dejando a un lado que se hubieran podido oponer a esa idea en su momento, no sin su parte de razón pero tan válida como la postura opuesta, la realidad objetiva es que el mástil ya estaba allí. Y como publicó en el año 2016, “NC lo deja como símbolo del derroche de Soria”. Lo deja, pero no izará jamás allí ninguna bandera.

Casi todas las grandes ciudades del mundo, en especial las costeras, tienen banderas parecidas que identifican el lugar con orgullo. Si se hubiera sentido, y es sólo un ejemplo, un máximo de sensibilidad para con las víctimas del terrorismo islamista en Barcelona, hubiera podido ondear allí la bandera de España, a media asta y con un crespón negro. Por cierto, al hilo de este atentado criminal, no estaría nada mal que el Cabildo explicara con claridad quien fue el responsable de que el Faro de Maspalomas se iluminara con la Cuatribarrada y la Estelada, pero no con la bandera de España, como sería natural, asumiendo que Cataluña es otra cosa.

Volviendo a la Fuente Luminosa, es seguro que han sido malpensantes los que pudieron imaginar que a algún consejero cabildicio se le hubiera podido ocurrir izar en aquel mástil, de vez en cuando y sin exagerar, alguna bandera de reivindicaciones solidarias lejanas, del Sahara argelino o del Oriente Medio cisjordano. Se izarían, dicen, sólo para ennoblecer ese triste símbolo que lo es hoy del odio y el rencor. El origen de este sinsentido, posiblemente tan olvidado por la ciudadanía como el arpa en el rincón cubierta de polvo de Becquer, pero que sí se extraña de que Gran Canaria no pueda lucir su bandera al viento, porque al Cabildo no le gusta...

 

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