ÚLTIMA HORA

"LA NIÑA III" ABANDONADA

José Fco. Fernández Belda

Viviendo en San Borondón

Como cada año llega inexorablemente el 12 de octubre. Y como cada año, Las Palmas de Gran Canaria pierde una ocasión de oro para ser una de las ciudades protagonistas de la conmemoración del Descubrimiento de América en el año del Señor de 1492. Es verdad que para cubrir el expediente algunas autoridades, posiblemente las que no se hayan podido escaquear en este puente, harán una triste y fugaz ofrenda floral a los pies del busto del Descubridor, colocado y olvidado en la Alameda de Colón, paradójicamente frente a uno de los edificios culturales más importantes de la capital y monumento histórico-artístico: El Gabinete Literario, conocido popularmente en otros tiempos como El Casino.

Mientras tanto, parafraseando al poeta Gustavo Adolfo Bécquer, silenciosa, olvidada, cubierta de polvo, entre basura y restos de botellones, deteriorándose a marchas forzadas y envejeciendo sin dignidad, veíase “La Niña III”, que es una réplica bastante fiel de aquella carabela que acompañó a Cristóbal Colón en su primer viaje hacia el Nuevo Mundo. Puede contemplarse en un lateral de la Plaza del Castillo de La Luz, montada sobre unos soportes de hormigón y dentro de un foso preparado al efecto. Este barco fue construido en el Astillero Castro, en la gallega Bayona, botado el 15 de julio de 1992, por encargo y empeño personal del insigne Teniente de Navío de la Armada Española y reputado internacionalmente arqueólogo naval, Carlos Etayo Elizondo. Gastó en este proyecto una parte sustancial de la herencia de su abuelo y reunió el resto de los fondos con aportaciones de amigos y fundaciones hasta alcanzar los 20 millones de pesetas que costaba la construcción de su sueño.

La “Niña III” fue la única carabela, entre tantas otras construidas al amparo del dinero público que se derrochó en los fastos del V Centenario del Descubrimiento de América, que siguió la estela de Colón y navegó con sus propios medios hasta Santo Domingo. Se diferencia de todas las otras réplicas en que no tiene motores y su navegación depende enteramente del viento. Es genuina arqueología naval, en la construcción, materiales, aparejo y comodidades para la tripulación. Tiene una eslora en cubierta 17,30 m, una manga máxima en cubierta de 4 m, y un puntal de cubierta en la cuaderna maestra de 1,73. Es una “patera” a vela, sin motores de gasoil, con lo que se fue, y se volvió, a América cruzando la mar océana.

El Capitán Etayo, con 71 años de edad, hizo su última gran travesía por el “Mar Tenebroso” con once tripulantes, partiendo desde Palos hasta llegar a América. Cuentan los periódicos de aquellos días que “lo que le falta de dinero público, le sobra de cariño popular. En el puerto de Las Palmas le llenaron el barco de plátanos y de productos que le regalaban en los supermercados; en La Gomera le dieron leña, gofio y más plátanos. Mientras, una suscripción popular intenta cubrir los gastos del segundo viaje de Etayo”. De nuevo los políticos a lo suyo, a dilapidar lo nuestro. Por entonces los festejos de Sevilla 92 se llevaban los “pellones”, nombre con que el humor negro andaluz bautizó la unidad de despilfarro valorada en mil millones, decían que por la forma de gastar de Jacinto Pellón, comisario y virtuoso del pelotazo descamisado dado con motivo de la Conmemoración del V Centenario del Descubrimiento.

Hay que recordar que el apoyo moral y económico de algunas personas en Gran Canaria ha sido decisivo para que esta joya de la arqueología naval no se perdiera y fuera restaurada en su momento, tras los deterioros sufridos en su dura travesía. Pese a la desidia de las instituciones públicas municipales y cabildicias, el que hoy aún exista “La Niña III”, en evidente estado de abandono y carente del menor mantenimiento, se debe en gran parte a los denodados esfuerzos de Jesús Gómez, q.e.p.d., de la Fundación Mapfre Guanarteme y de la familia Armas (de Agaete), sin pretender agotar la nómina de benefactores y de amantes de la cultura universal.

Pero Gran Canaria y su capital, dicen que candidata a Capital Europea de la Cultura, prefieren mirar para otro lado y dejar que se pudra y se pierda aquello que, adecuadamente tratado podría ser un punto de interés turístico de primera magnitud. Mejor aún si, además, el Castillo La Luz se dedicara a Museo Naval interactivo, complemento de la Casa de Colón en Vegueta y del Museo Elder de la Ciencia y la Tecnología y no se fuera a convertir en otra galería de arte pública, es decir, con el dinero de todos. Otra oportunidad perdida, un año más, de pensar en un parque temático del Descubrimiento y de la Navegación Medieval, sin duda un punto de atracción cultural, educativo y turístico importante, como lo es la Casa de Colón y lo debiera ser, pero habría que reflexionar seriamente por qué no lo es, el Museo Canario.   

José Fco. Fernández Belda (11 de octubre de 2010)

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