ÚLTIMA HORA

LOS PATIOS ANDALUCES Y NO SÓLO EN CÓRDOBA

 

                                Sí, en la meridional España, hay “un duende especial”; y motivado por ello una de sus manifestaciones son “los patios andaluces”; lo que viene de viejo, muy viejo, y sus raíces parece ser que vienen consolidadas desde la época de Roma y quizá mucho antes, puesto que los romanos es cierto que vinieron a “romanizar”, pero también vinieron a aprender de “la Iberia de los íberos y sus antecesores los Tartesos, puesto que ésta ya era “vieja”, cuando la pisaron romanos, cartagineses, griegos, judíos y otros pueblos semitas, que vinieron a “comerciar” y explotar los recursos que ya había en aquella “Hispania”; donde reitero, vinieron “a enseñar pero también a aprender”. Incluso en la Biblia hay noticias de ello y concretamente en el reinado de Salomón.

                                Prueba de todo ello es el arte o amor a la jardinería, que si bien lo demuestran “los poderosos” (sirva como máxima expresión la Alhambra granadina y sus jardines, de los que similares hay muchos más en Andalucía) las clases medias, acomodadas, o incluso el pueblo o la plebe, cultivaba de siempre, aunque fuesen unos cuantos “tiestos”, con flores demostrando ese amor a las flores y al bien estar natural a que instintivamente aspiramos siempre el verdadero ser humano, que sobre todo y ante todo, quiere, “una casa o lar propio con la mayor y mejor paz que pueda conseguir”; todo ello se sigue mostrando hoy, en centenares de pueblos andaluces, donde sus habitantes y a su costa, adornan hasta las puertas, fachadas y las calles en que habitan; destacando en este caso, los pueblos del amplísimo litoral andaluz, ribereño a dos mares y un océano, donde la floresta artificial y cuidada prolifera con abundancia digna de ser resaltada.

                                El patio andaluz es el invento del “aire acondicionado natural”, puesto que con él, la proliferación de plantas y flores, la fuente con agua, o el pozo, con los que “se refresca el ambiente” de los tórridos días del estío y esas noches calurosas del verano andaluz, se consigue bajar unos cuantos grados el caluroso exterior.

                                Por ello y como en este Sur, donde el sol “aprieta bastante en el estío”, para conservar esos jardines privados, había que construir con las defensas necesarias; y es por ello por lo que todo aquel que podía, se hacía su casa (“o mansión”) con ese reducto interior, que permitía tener el jardín pertinente, incluso “más sibaritismo” aún, puesto que “las clases pudientes”, en sus grandes patios, tenían dos tipos de residencia; las partes bajas para residir en verano, o en “el buen tiempo”; y las altas, para residir en el avanzado otoño y el invierno, pues aquí también el frío viene “en su tiempo”; y todo aquel que podía permitirse ciertos lujos, los tenía y algunos los siguen teniendo hoy.

                                Lo que ocurrió es que vinieron “los tiempos modernos con todos sus adelantos, pero también con esa anti natural forma de vivir, y donde la prisa (“o priesa que antes se decía”) rompe todas las armonías, y se va conformando una sociedad absurda, donde nos han llevado a la mayoría, en lo que yo denominé hace ya muchos años, o sea… “ir de prisa hacia ninguna parte” y así sigue ese rumbo, que por su velocidad, acaba con “flores, jardines, patios, balcones y ventanas ajardinadas, que antes abundaban y hoy no o mucho menos, puesto que todo ello requiere un cuido, que el actual “mono humano” no tiene o no quiere tener tiempo para cuidarlo, y como vemos, se consuela o se satisface, con esos aparatitos “apretabotones” y donde parece ser que muchos encuentran todo lo necesario para vivir.

                                Por ello, aquellos goteos o “chorreos de pequeñas fuentes”, incluso el ruido de “las moscas en su vuelo siestero”, ya se perdió, del cotidiano vivir, que en este Sur, yo recuerdo desde niño, donde aquel tenue ruido mosqueril, era como una tenue nana natural, que hacía agradable la siesta, aún en el descanso del sillón de anea, mecedora o cualquier similar fabricado con la fresca mimbre, teniendo al lado, el vulgar porrón o botijo de agua fresca, para apagar la sed de la forma más natural que había.

            Sí, hay que detenerse, todo aquel que sepa o quiera saber del pasado y ver que con él se perdió, mucha humanidad; por ello yo he escrito todo esto hoy, donde mi hija mayor (María) me envía una dirección, de algunos patios de los abundantes que aún quedan en mi ciudad (Jaén) y que les facilito a mis lectores para que los vena en: https://lacontradejaen.com/la-contra-patios-jaen/ y al propio tiempo, felicito a las personas que aún cuidan, estas “joyas”, que seguro irán desapareciendo, con las vidas de sus actuales cuidadores, puesto que las nuevas generaciones, hablarles de “patios, flores, jardines, filosofía y otras cosas así, es perder el tiempo”; como mucho irán alguna vez a esa Córdoba que ha comercializado sus patios y de paso allí, se pegarán “una hinchada de cerveza o vino, salmorejo, revuelto de espárragos y huevos, rabo de toro y postre de pastel cordobés”; y… “comamos y bebamos que mañana moriremos”… “es la vida”.

 

 

Antonio García Fuentes

(Escritor y filósofo)

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