ÚLTIMA HORA

MIENTRAS, LA RAE EN BRAZOS DE MORFEO

Va a parecer que incurro en todo lo que critico porque aquí no se darán nombres; a mí me dijo un arriero, que dar nombres es peor que no saber llegar.

Los insultos no son el utilizar lenguajes soeces, no delictivos. Los insultos grandes son escondiendo en seudónimos la intencionalidad directa, emoliente y reventante; porque se asocia, es, la calamidad celosa y envidiosa que acompaña al resquemor vicioso del que quiere mandar, no por sobre los demás sino directamente en los demás; por lo que destruye y arrasa.

No se pueden tratar asuntos particulares, dándole visos de generales o de generalidad; para despistando, machacar enconadamente a un individuo. Un niño pequeño de los de ahora (que no va a acarrear cestas de tierra a “ca los Betancores”) se da cuenta de todo lo acorde y desacorde, pertinente e impertinente. La RAE duerme, los conceptos se destartalan.

Hay que sincerarse o callarse; no recurrir al huidizo anonimato para decir claro, conciso, concreto y directo; de otra manera es feo comunicarse; no merita la pena. Hay que hacerlo sin diplomacias, disfraces; hipocresías, dobleces y subterfugios; dislates y desaciertos; insensateces y despropósitos misantrópicos y egoístas; esotéricos e impenetrables, en fin, huyendo del boato de la ignorancia a toda velocidad y hacia la mínima exponencia.

Si comparáramos la honestidad que no insulta, con el estoicismo altanero incluso, algo, de lo que ÉL nada tiene, veríamos que el estoicismo, que es firmeza, entereza, serenidad, imperturbabilidad, indiferencia, tolerancia, conformidad, resignación, paciencia, es superior a la honestidad; en tanto en cuanto la honestidad es válida en absolutamente todos los antónimos de los sinónimos dichos: es la honestidad comodín y modo de toda actitud honesta; aunque no se amolde al sentido común, a la verdad y a la conducta lógica a desarrollar .

La honestidad consigo mismo –ese aparatoso peligro- es un inyectable en vena que no llega a todo órgano.

La mentira más grande no es la falsificación, corrupción y engaño. La es el cuento de los políticos (¡¡¡SIEMPRE FALSO!!!) mil veces más que los curas o números para la justicia y otro tanto a los hombres que esperan para la guerra. No hay fealdad de acciones en este mundo más grandes y rayanas al parangón de la monstruosidad fea en las acciones y gestos, de los políticos, que, hay que ver como se la echan y presumen de honorabilidad. Ello se aumenta en el cuento de cuantos jubilados de cuantas dictaduras fueron y son en el orbe. Su amor al paredón (para los demás) hasta para arreglar la mas nimia enemistad, por el mas ínfimo asunto de humanidad destartalada, es, de libro. Son ellos los jueces, con su inviolabilidad y todo, ni les importa la quemazón de herejes; con solo sus folios escritos, bajo sus pies, por todo combustible, para que así tarden más en morir y se jodan bien jodidos. Se escribe para reivindicar, denunciar, reclamar municipios robados etc.

Educan los colegios. Desinforman, más que informan los periódicos. Te avisa el cura para que te salves. En toda caterva y etcéteras en todo homónimo, lo mismo pasa; pero, mienten en absoluto siempre los políticos ¡¡¡TODOS!!! Es por lo que todo el que habla o escribe que no sea cura, periodista, político y que no pertenezca a demás poderes fácticos, solo puede y debe reivindicar, denunciar y reclamar a cara descubierta, sin hipocresías, y, cuando atisbe que la libertad de expresión le va a dejar tirado, Puede callarse y consolarse en el pensamiento de que se vive bajo influencia de restos de la nauseabunda dictadura, la cual, no ha podido –aun en estas alturas- quitarse de encima el muerto.

Hoy que se puede decir casi todo, es de retrogrado, de paquista recauchutado, de deformado por haber aprendido y desarrollado de oficio expresarse entre líneas; es de especie tercermundista lenguajes y acomodos, hoy, cuando ya no está en evidente peligro la cabeza por decir distinto. Andar con unos cuidados en la dicción, como en el desflore de novicia (igual que si fuera), con consentimiento de todas las partes (muy suave con suma atención, tacto y cuidado) en el santo, pio, casto mandamiento del matrimonio; es tan inútil como lo de la paja y el muerto; lo del hierro y el frío; lo de predicar en un desierto. Si la honestidad es todo lo que se puede decir después de las 22 h. O, si es decir lo que se cree; honestos somos todos: hasta el diablo en sus diabluras es honesto “en su verdad” tanto como el ángel mas lindo del cielo en la suya. Usar conceptos al tun tun sin saber de sus límites o amplitudes, es un atrevimiento que sufren (por tenerlos que escuchar) cuantos padecen con cierto conocimiento y ven la relatividad de las cosas. El orégano no es la única hierba que habita el campo.

El pobre hombre (género) no sabe (olvida) que todo se consigue con la espada (las guerras no se acaban) y los pueblos se llevan en/por la injusticia. Ejemplo: si un ocupa se demuestra que lo es, lo justo es evacuarlo en el acto y pasar la responsabilidad a la mentirosa constitución por su decir de servir una casa a todos; cuando la realidad es una casa “para veinte”. Las autoridades facilitarán jaimas árabes u homónimos; y los jueces sobre la marcha mantendrán a raya las mafias que cruzan la frontera, al piñón, a la seta, a la aceituna, a violentar domicilios…, de esto y de cosas por el estilo es de lo que tienen que hablar los que angelicalmente “no insultan en sus escritos” adefesios y sin interés social (sus escritos). La sociedad es enfrentamiento, diferencia, equipos muchos (futbol), partidos muchos (políticos) y las opiniones son multitudinarias.

Una de dos: escriba mansa y pusilánimemente para cosas del cielo, o, si lo quiere hacer sobre las de este mundo ha de ser con un pelín de malcriadez. SI TE VAS CON ELEGANCIA/ Y CON MUCHA EDUCACIÓN/AL FINAL SIEMPRE TE PASA/COMO AL GALLO DE MORÓN/ .

Ojo, no se recomienda aquí la insolencia, el insulto; ni tan siquiera faltas de respeto.

¡A los que quieran pasar por el folio con pata de lana! Si no quieren vivir acechados, que le pinchen el teléfono y les vigilen a donde quiera que vayan, y quieren seguir siendo un pasotas comodones escribiendo sin denunciar, sigan así de lasos pero, dedíquense a la novela y déjense de castigarnos con el mismo artículo con títulos distintos.

Hijos del cielo, sigan gustándote mucho, pero tengan conmiseración con los que nos devanamos los sesos intentando (sin conseguirlo) decir algo mínimamente diferente y de mínimo interés; aunque sea de interés ninguno. Se debe saber, si no se es un tolete barnizado, que un exceso rayano en lo permisible, no se le puede llamar insulto, el cual, también tiene su campo de recorrido en su significado. Hasta cuando se habla a lo loco, hay que respetar el poder natural de las proposiciones y predicados; no valen exageraciones o reducciones obedientes a interés.

No digo haber leído mucho, pero sí digo: hay que aprender (comprender) al leer; antes de empezar a aprender a escribir cosas salidas del tino (expresarse) por haberse molestado en cultivarse, a pesar de soportar mirada altiva de los chicos de la sociedad mirando a mequetrefes. Se acabó el cornetín de orden y los toques de queda a la caída e la tarde-noche. Ya hay razón para discrepar (siempre la ha habido –discrepancia- fuera de tiempos de las hogueras y paredones); ya que en el mundo todo tiene razón a ser discrepado, salvadas sean las leyes del nacionalcatolicismo cuestionado o puesto en duda al filo de lo más extraordinariamente cortante; o romo también vale: ¿para qué vamos a andar con tamañas honestidades, que, aquí se han apuntillado en medio de sus dos cuernos?

Quede claro para el que lo entienda, que la honestidad puede obedecer también a intereses espurios honestamente hablando. No olvide a la altura en que se ejemplifico esta aseveración en este artículo.

No se olvide que cuanto aquí se dice está inspirado por los que cogiéndosela con papel fino desprecian las formas llanas y populares de decir; cambiándolas por aherrojamientos aprendidos en sus hogares infantiles; en los que la férrea visión puritana les endureció el oído para oír cosas que son también la vida, o que están en la exacta racionalidad y para las cuales no hace falta papel de fumar.

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