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MUSEO DEL ATLÁNTICO DE ESCULTURA SUBMARINA

Frente a Marina Rubicón, en Playa Blanca, Lanzarote, el artista Jason de Caires Taylor ha ido construyendo bajo el mar, a doce metros de la superficie un conjunto de 300 figuras, constituyendo un museo de arte y escultura submarino. 

Según los datos que dispongo se inauguro en enero del 2017, aunque se empezó el proyecto en 2014, ocupa una superficie de 50 por 50 metros del lecho marino, divididas en doce grupos o instalaciones. 

Hasta donde conocemos existen estos museos de arte submarino en el mundo: Museo subacuático de Arte, Cancún, Museo submarino de Cape Tarhankut, Rusia, Underwater Sculpture Park, Parque de esculturas submarinas, Granada, Bahamas, Museo submarino de Side, Antalya, Turquía que con sus diferencias tienen varias finalidades, valorar la ecología marina y por tanto, cumplen finalidades de recuperación submarina de especies, disponen de un valor artístico y estético y cultural, también de turismo y ecoturismo, para desarrollo económico de esas zonas, para el estudio y análisis y documentación del ecosistema submarino, la interrelación Naturaleza-Arte-Sociedad-Cultura, etc. 

Ya en 1984 el autor plástico y teórico del arte JMM planteó un Manifiesto Artístico[1], encuadrado dentro del primer manifiesto de la Naturaleza, o arte pintura-escultura en el fondo del mar. La idea era que en la superficie del fondo del mar se podrían instalar no solo esculturas, sino también pinturas en vitrinas especiales, pinturas con colores especiales, con lo cual se podrían constituir elementos esenciales para construir una concepción diversa de posibilidades del arte plástico y de  museos y centros de arte, en la Naturaleza, en concreto, en el fondo del mar… 

Este autor entendía, entre otras interpretaciones, la realización de obras de arte y disponerla en el fondo del mar, no solo como un nuevo medio, sino que tendría connotaciones estéticas y artísticas diversas y diferentes, no solo una reinterpretación de la cuestión de la relación de lo humano con lo natural-naturalezasino que dispondría al arte-escultura-pintura-instalaciones-grabados-etc., de una nueva manera de ser vista, de rodear el objeto, por tanto, una nueva conformación del ser-estar humano frente a la obra de arte, frente a si mismo, frente a la naturaleza. 

Si una obra de arte actual, por ejemplo, una escultura, el ser humano la rodea y va haciéndose una idea mental de ella, generalmente, puede abordarla-verla-percibirla sentado alrededor de ella, andando alrededor de ella, tumbado alrededor de ella. Una escultura en el fondo del mar, una pintura en una vitrina especial, se podría percibir en distintas posiciones del cuerpo, por lo cual, diríamos añade significantes y significados a dicho acontecimiento, a dicha obra, a dicha reinterpretación del mundo y de lo humano. Al final, la finalidad del arte es intentar un conocimiento de lo humano, sea todo lo exterior que está fuera de la humanidad, todo lo interior a su ser más profundo y superficial… 

Este museo que se podrá ver-percibir-sentir-pensar desde distintas perspectivas, diríamos desde la superficie del mar, intuyendo las figuras, o dentro del mar, con buceo, se le añade, que es una serie de esculturas en evolución y en progreso, es decir, que se irán transformando y cambiando a lo largo de los años, porque la Naturaleza irá tomando o formando parte de él, se irán añadiendo plantas submarinas de forma natural, se irá formando un arrecife, se irá percibiendo con peces y otros animales marinos alrededor, con lo cual, de alguna manera, se irá cumpliendo el eterno sueño humano, de la búsqueda de un “microparaíso aquí en la tierra”. 

Esa añoración que los seres humanos sienten-desean-necesitan de “una relación más profunda de si y consigo mismo en lo natural-naturaleza”. Esa realidad humana que está hecha de cuerpo-carne y psique-mente y alma-espíritu en sociedad-cultura-naturaleza y en/de las cuestiones metafísicas… 

Teniendo en cuenta que el mar o la mar, es un espacio en movimiento, cambia el tiempo, cambian las olas, cambian las mareas, cambian la arena del mar, cambia todo, el lema de Heráclito de “panta rhe”, todo fluye o todo cambia, se cumple. Quizás, como la mente humana, que a nivel consciente e inconsciente, hasta donde sabemos y conocemos, hasta ahora, está siempre comunicándose consigo misma, hablando consigo misma. 

Este museo, nos permite hablar más profunda y esencialmente con nosotros mismos y en nosotros mismos. Nos dice algo mejor lo que somos y como estamos. Pienso que en el futuro, cuando la humanidad vaya realizando o construyendo ciudades-islas en lagos y en mares, en la superficie y en los fondos, cuándo empecemos a habitarlas y nos hagamos sedentarios en islas y plataformas artificiales, cuándo se abra una nueva fase del Neolítico, entonces, nos daremos cuenta, que este museo y estos museos en el fondo del mar, fueron los pioneros en ese descubrimiento de la vida humana y el/la mar-agua. 

Me atrevería a sugerir, a las instituciones públicas y privadas, al autor de este museo, que piensen la posibilidad de amplificación de dicha realidad, natural-artística, es decir, que inviten a otros autores a que expongan algunas de sus obras en este nuevo marco. De tal manera, que por parte de este autor, podría continuar ampliando dicho recinto escultural-instalación, pero también, podrían tener cabida otros autores plásticos, tanto de pinturas o esculturas o de otros géneros artísticos adaptados al fondo del mar y al agua salada. 

Opino que en pocos tiempos se podrían instalar y ser un museo de gran calidad y variedad estética y artística, de multitud de temáticas y de contenidos, de significantes y significados, de autores y autoras. ¡Ahí y aquí dejo el guante lleno de algas de posibilidades…! 

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