Con temperatura otoñal agradable, se presenta noviembre, mes de los Difuntos. Fin de semana, muchísimos viajarán para llevarle flores a los suyos que partieron y oír misa en el cementerio, si es posible en la Fiesta de los Santos ( día 1) y el Día de los fieles Difuntos (día 2).
No es lo mismo los Santos que los Difuntos; si bien, todos los santos canonizados son difuntos; pero no todos los difuntos son santos. Precisamente por eso, la mayor parte de los fieles difuntos que hemos tratado, necesitan misas y nuestras oraciones para arribar al Cielo y cantar las alabanzas al Señor con los ángeles y santos que le bendicen felices, sin dolor ni cansancio.
Todos, un día incierto pero seguro, formaremos parte de los Difuntos que nos han precedido. La hora nos llega a todos, y sólo cambia, en cada uno, la fecha y la situación del alma, que es eterna desde que Dios la crea. A unos les llega con paz, porque, en su tiempo, hicieron lo debido. Para otros, puede ser fatídica, porque olvidaron lo esencial: acordarse de Dios y del prójimo, y practicar la misericordia. Muy buenos, para estos días, los versos de Gacilaso de la Vega: “(...) Este mundo es el camino/ para el otro, que es morada/ sin pesar;/ más cumple tener buen tino/ para andar esta jornada/ sin errar(...)”.