La ONG Lanzarote Loves Tourism informa que Lanzarote corre el riesgo de otra manifestación contra el turismo.
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Yo, sin aplicar tantos temores, digo lo siguiente en este artículo.
En un momento en que el turismo se ha convertido en un tema candente en las Islas Canarias, es fundamental replantear nuestra estrategia.
En lugar de manifestaciones en contra del turismo, que a menudo generan más división que soluciones, propongo una moratoria turística que ofrezca un respiro a la población local. Esta idea no es nueva; ya en los años 1998-2000, el Cabildo de Lanzarote, bajo la presidencia del difunto Enrique Pérez Parrilla y con el PSOE en el gobierno, intentó implementar una moratoria que, lamentablemente, no tuvo éxito.
En aquel entonces, la isla estaba experimentando un crecimiento desmedido en la construcción de camas turísticas, y dentro de la misma locura no había los servicios básicos como suficientes carreteras; los teléfonos malamente funcionaban, el agua potable escaseaba y, por si fuera poco con todo esto, las vías de circulación estaban llenas de basura y muchas veces se encontraban con animales muertos.
A pesar de mis reiteradas solicitudes a través de Radio Lanzarote para que se llevara a cabo esta moratoria, su implementación fue fallida. Muchos empresarios, anticipándose a la posible entrada en vigor de la moratoria, solicitaron licencias de obras para nuevos hoteles y apartamentos. El resultado fue un caos que, al final, perjudicó tanto a la industria turística como a la comunidad local.
Hoy, la situación es aún más crítica. Las Islas Canarias son un territorio limitado, y es esencial que reconozcamos que un aumento desmedido del turismo no solo impacta negativamente al mismo sector, sino también en la economía total de las islas porque encarece el suelo y afecta el acceso a la compra y alquiler de viviendas. Por ello, urge establecer una moratoria por x años que frene la construcción de nuevos hoteles, complejos de apartamentos y viviendas vacacionales. Esta medida es vital para detener la especulación sobre el suelo y la escalada de precios en la compra y alquiler de viviendas.
Además, una moratoria turística consensuada podría tener efectos positivos en otros aspectos sociales. Al reducir la presión turística, podríamos ver una disminución en la llegada de inmigrantes, tanto legales como ilegales, a través de pateras y/o aviones. Asimismo, se podría contribuir a la disminución de la delincuencia y las okupaciones. Pero sin moratoria por x años, siempre habrá oenegés manipuladoras que convencerán a la población descontenta que no encuentra una vivienda digna donde vivir, a que salga a la calle en manifestaciones poniendo de antemano que el turismo es el culpable de su precaria situación social y económica. - Manifestaciones que pondrían al turismo en rebeldía contra Canarias.
Final. La construcción de miles de viviendas de interés social contribuiría a que la clase trabajadora se sintiera más segura y satisfecha al saber que puede acceder a un hogar digno. Esto es especialmente relevante en un contexto en el que, en los últimos tres años, los precios de la cesta de la compra han aumentado un 40% y los alquileres de larga duración un 60%, e incluso más, dependiendo de la zona en la que se desee comprar o alquilar. Además, como sabemos, en los pueblos turísticos, los precios de compra y alquiler de viviendas se triplican, lo que obliga a los trabajadores a residir lejos de los centros turísticos.