En un territorio como Canarias, donde el agua es un recurso limitado y valioso, garantizar el abastecimiento de agua potable se ha convertido en un desafío estructural. Las condiciones climáticas, la escasez de fuentes naturales y la creciente presión turística, especialmente en verano, obligan a contar con sistemas eficientes, sostenibles y resilientes.
La geografía y el clima de las islas dificultan el acceso a agua dulce. Sin ríos caudalosos ni grandes embalses, la mayor parte del suministro proviene de sistemas alternativos, como la desalación de agua de mar o la captación de aguas subterráneas. Esta dependencia tecnológica hace que el agua tenga un alto coste económico y energético, por lo que su producción y distribución requieren una gestión especialmente cuidadosa.
En la actualidad, en municipios como Las Palmas de Gran Canaria se producen más de 23 millones de litros de agua potable al año, una cifra que refleja la magnitud del esfuerzo necesario para abastecer a la población residente y a los visitantes. Este volumen permite cubrir las necesidades de consumo, higiene, industria y servicios esenciales, incluso durante los meses de verano, cuando el consumo puede incrementarse de forma notable.
Los picos estacionales de demanda, motivados por el turismo y las altas temperaturas, suponen un verdadero reto logístico y técnico. Para afrontarlo, se refuerzan las operaciones de tratamiento y distribución, se revisan las redes hidráulicas y se aplican planes de mantenimiento específicos en las infraestructuras más críticas.
El proceso para convertir agua de mar o subterránea en agua potable requiere la intervención de tecnologías avanzadas de filtración, ósmosis inversa y cloración. Además, se han incorporado en los últimos años sistemas de control digital, sensores remotos y herramientas de análisis de datos, que permiten:
Estos avances forman parte de un modelo de gestión cada vez más orientado a la sostenibilidad ambiental y a la reducción del impacto climático.
/ Shttefan (Unsplash)
Junto al esfuerzo técnico, también es clave la concienciación social sobre el uso racional del agua. Cada año se promueven campañas informativas destinadas a fomentar buenas prácticas en el hogar, como el cierre del grifo al cepillarse los dientes, la detección de fugas domésticas o el uso de electrodomésticos eficientes.
En un contexto como el de Canarias, el ahorro de agua no solo es una cuestión económica, sino también de responsabilidad colectiva frente a un recurso escaso y frágil.
Uno de los ejes fundamentales para mejorar la eficiencia hídrica en las ciudades es la modernización de las redes de distribución y saneamiento. En los últimos años, se están llevando a cabo trabajos de mejora en la infraestructura hidráulica urbana de Las Palmas de Gran Canaria, con el objetivo de:
Estas actuaciones contribuyen directamente a un modelo de gestión más sostenible, que permite optimizar los recursos disponibles y adaptarse mejor a los efectos del cambio climático.
Garantizar el abastecimiento de agua potable en una región con las características de Canarias requiere más que producción. Se necesita una estrategia integral que abarque la planificación, innovación tecnológica, inversión en infraestructuras y participación ciudadana.
La combinación de todas estas medidas no solo permite hacer frente a las necesidades actuales, sino que también prepara al territorio para los retos futuros: el crecimiento urbano, la variabilidad climática, la presión turística o los episodios de sequía extrema.
La experiencia acumulada en la gestión del agua en el archipiélago, y en especial en áreas metropolitanas como Las Palmas de Gran Canaria, ofrece un modelo de referencia para otros territorios insulares o semiáridos que enfrentan desafíos similares.
La labor de Emalsa en Las Palmas de Gran Canaria es un ejemplo claro de cómo una empresa puede combinar eficiencia, innovación y responsabilidad ambiental en la gestión del agua. Su apuesta por la modernización de infraestructuras, la producción sostenible de agua potable y la concienciación ciudadana hacen de esta entidad un referente en sostenibilidad hídrica en el archipiélago.
En un entorno donde el agua es uno de los recursos más preciados, contar con empresas como Emalsa garantiza no solo el suministro actual, sino también la seguridad hídrica de las generaciones futuras.