Sueños extraños y pesadillas cada noche, un efecto colateral más de la pandemia
Dos de cada diez personas afirman sufrir pesadillas de forma recurrente que han aumentado su frecuencia en los últimos 6 meses. La Sociedad Española del Sueño confirma que el Covid-19 ha producido cambios en nuestra forma de soñar
Daniela (nombre ficticio para proteger su intimidad) conoce su rutina diaria desde el momento en el que se levanta. Tras el desayuno, ahora lleva los peques a clase y a su vuelta comienza su jornada de teletrabajo, pues desde que se inició el confinamiento el pasado mes de marzo, trabaja desde casa y no ha vuelto aún a la oficina.
Pero cuando llega la noche y toca ir a la cama, no sabe lo que va a suceder. Durante la pasada madrugada vivió como cazadora furtiva en el áfrica profunda masacrando animales vilmente. La anterior tocó ser equilibrista en la cuerda floja de un circo, desde la que terminó cayendo al vacío. Y así, noche tras noche. No recuerda la última que pudo descansar a gusto.
No es la única a la que le sucede este fenómeno. En las consultas médicas de atención primaria es habitual atender a pacientes con síntomas de angustia y sueño alterado debido a este tipo de pesadillas desde hace unos 4-5 meses. Incluso desde la Sociedad Española del Sueño se ha afirmado que existe un comportamiento anormal en un pequeño porcentaje de la población, que les hace sufrir pesadillas nocturnas y que está relacionado con el estrés y el cambio de vida impuestos por la irrupción del Covid-19.
Pero, ¿por qué sucede esto durante el sueño?
Soñar es una función cerebral que acontece mientras dormimos y que desempeña un papel fundamental para la salud del cerebro. Hay muchos estudios realizados que han logrado dar a conocer cómo soñamos y que procesos se desarrollan durante esta actividad. Las conexiones neuronales implicadas en la gestión de la memoria y el aprendizaje están muy relacionados con esto.
El sueño es también un regulador de emociones y tiene el efecto de equilibrarlas y desarrollarlas para mejorar la forma en que sentimos y vivimos a lo largo del día. El cerebro capta mucha información de forma inconsciente durante una jornada, tanto buena como mala, y es capaz de volcarla y mezclarla con actos o hechos conscientes, creando una realidad paralela al soñar.
A su vez, esta extraña mezcla de vivencias se coloca en escenarios a menudo inventados por el propio cerebro, que utiliza toda esa información a modo de entrenamiento para las respuestas que debe dar a determinadas situaciones de la vida real.
Precisamente porque estamos inmersos en una situación completamente anómala e irreal en la vida cotidiana y a la que no estamos acostumbrados, consciente o inconscientemente desarrollamos temores, incertidumbres e incluso inseguridades (muchas de ellas proyectadas sobre aspectos tan importantes como la familia, la salud o el trabajo) que terminan viéndose reflejadas inevitablemente en los sueños, transformándolos en pesadillas.
Si te ves reflejado en esta situación y tienes este tipo de problemas, los expertos recomiendan para prevenirlos no pensar demasiado en ellos. Cuando no hacemos demasiados esfuerzos por recordar en qué hemos soñado, normalmente suelen olvidarse pronto. Además, tener hábitos de desconexión y relajación también es fundamental para lograr un descanso reparador.
Se recomienda desconectar el teléfono móvil o mantenerlo en otra habitación distinta a aquella en la que duermes así como no consumir noticias o información sensible durante las horas previas a ir a la cama. Dos horas antes de dormir buscaremos una actividad relajada, como oír música tranquila o incluso escribir aquello que nos inquieta a modo de desahogo. Tal y como indica el doctor Javier Puertas, “los sueños siempre buscan una salida a las preocupaciones”.