MEDIO AMBIENTE
El Patrimonio Mundial de Gran Canaria se convierte hasta mayo en aula de arqueología, etnografía y naturaleza para 800 estudiantes
El Patrimonio Mundial de la Isla se convierte hasta mayo en un aula abierta de arqueología, etnografía y naturaleza para más de 800 estudiantes de 9 a 16 años pertenecientes a los ocho centros educativos que participan en las estancias de tres días o las visitas de una jornada a la cumbre en el marco del proyecto educativo ‘La huella de los Canarii’, cuyo eje central es el Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria.
Del total, sesenta estudiantes de los IES Siete Palmas, Arucas, Cruce de Arinaga y Agaete, del CEIP Piedra Molino de Montaña Alta y del CEO Tejeda pernoctarán en Juncalillo y harán una inmersión en el entorno para conocer los secretos de la alfarería sin torno en el Centro Locero de Lugarejos y recorrer los senderos con hombres y mujeres de la cumbre, además de visitar el Centro de Interpretación del Paisaje Cultural, con su réplica del marcador astronómico de Risco Caído, y colaborar en la reforestación con laurisilva.
La programación también incluye visitas de una jornada de los CEIP Alcaravaneras y Artenara, a lo que hay que sumar la organización regular de excursiones de grupos de estudiantes del conjunto de centros que participan en esta iniciativa financiada por el programa EnSeñas Patrimonio de la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Canarias y apoyada por el Instituto del Patrimonio Mundial y la Reserva de la Biosfera y del Área de Medio Ambiente del Cabildo, así como por el Ayuntamiento de Artenara.
Los objetivos fundamentales de este proyecto educativo, que acumula ya tres premios regionales de educación patrimonial, son promover el conocimiento del Paisaje Cultural en la comunidad educativa y fomentar el respeto hacia el patrimonio histórico y cultural, así como la sensibilidad hacia el medio ambiente. Para ampliar la difusión de los conocimientos adquiridos, las experiencias y materiales realizados serán compartidos con otra decena de centros educativos.
Barro, el marcador astronómico y un extraño balón de fútbol
Para quienes completan los tres días en el corazón del Paisaje Cultural, su primer contacto con el legado de la antigua población canaria llega a través del barro en Lugarejos. Allí, toman notas y hacen croquis a mano alzada mientras la locera Mari León crea ante su vista un bernegal, una vasija o un gánigo, sin torno y utilizando una laja como única base para modelar el barro, traído de Tamadaba y amasado con los pies. Y todo ello antes de explicar cómo se cocina el barro al aire libre, en el ‘guisadero’ alimentado con pinocha, leña de monte y piñas de pino.
Les aguarda después el Centro de Interpretación del Paisaje Cultural, que alberga la réplica del marcador astronómico de la Cueva Número 6 del yacimiento de Risco Caído. A continuación, y tras pasar por delante de la réplica de Unamuno para observar la “tempestad petrificada”, visitan el Museo Etnográfico Casas Cuevas de Artenara, donde pueden apreciar la evolución de la vida de los hombres y mujeres de estas cumbres en cavidades habitadas desde el tiempo de los antiguos canarios.
El segundo día está dedicado a entrar en contacto con los saberes de la cumbre, encarnados en mujeres y hombres que son una extensión más del entorno. Esta actividad, organizada con la colaboración de la Fundación Lidia García, les regala la oportunidad de recorrer los rincones del Paisaje Cultural con Manolo Rivero, antiguo profesor de Lengua Castellana y Literatura nacido y criado en Juncalillo o de Rubén, piquero de El Tablado, como sus antepasados.
Con Anastasio, agricultor y un centro de interpretación del paisaje en sí mismo, aprenden a arrojar una mirada nueva sobre el territorio para comprender que las acequias son las ‘venas’ que mantienen viva la cumbre, la importancia de bancales y parederos como los que hace Lalo, o el papel vital que desempeñaron molinos como el de las Mercedes para surtir a la población de gofio y harina en aquellos tiempos cuando se las ingeniaban para jugar al fútbol con una vejiga de cerdo.
El tercer y último día queda reservado para colaborar en la recuperación ambiental de una finca ubicada en Madrelagua, en Juncalillo. Tras airear la tierra y cavar los hoyos con sachos, plantan especies propias de la laurisilva, es decir, ejemplares de faya, laurel, barbusano, viñátigo, acebiño, palo, blanco, madroño, bencomias del vivero de la Finca de Osorio del Cabildo.
El alumnado resume sus vivencias en un blog, ordena las entrevistas con las que contribuyen a mantener la memoria oral o realiza cómics acompañados de audio. Esta ingente absorción de sensaciones y de conocimiento ha cristalizado fruto del trabajo continuado en ‘El alpendre de las palabras’, que contiene topónimos como la Bajolera, probable contracción de “debajo de la era”. Otro ejemplo es la investigación matemática sobre las unidades de medida e instrumentos usados toda la vida en el campo, otro detalle para apreciar la profundidad de esta huella.