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Bélgica: el paraíso cervecero

Canarias Noticias - 07/12/2022
Bélgica: el paraíso cervecero

En 2016 la UNESCO declaró la cerveza belga Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. De esta forma se reconocía el papel que la cerveza desempeña en la vida cotidiana de los belgas y que va mucho mFás allá del ser simplemente consumida como bebida alcohólica. Su gran diversidad, su utilización gastronómica, la existencia de organizaciones o festivales consagrados a ella o la liturgia que la rodea son los aspectos más importantes que pone de relieve esta declaración.

En Bélgica conviven históricamente diferentes tradiciones cerveceras que en ocasiones son comunes a todo el territorio y en otras se circunscriben a un ámbito más local o regional como en el caso de las lambic o las oud Bruin. 

Hablamos de un país pequeño de 30.530 km² que alberga centenares de cervecerías que elaboran un sinfín de cervezas diferentes que abarcan todos los tipos de fermentación existentes (baja, alta, mixta y espontánea).

Si hablamos de baja fermentación responsable de las cervezas de tipo lager o pils, éstas siguen siendo muy populares en el país especialmente entre los más jóvenes y algunas de sus marcas son famosas en todo el mundo.

Pero indudablemente son las cervezas de alta fermentación o ales las más reconocidas internacionalmente, en particular las de abadía y entre ellas las trapistas.

Las ales belgas nos ofrecen una extensísima paleta de estilos, que van desde las blond y las tripel hasta las dubbel o las belgian strong dark,  pasando por las refrescantes y sabrosas cervezas de trigo, blanche o wit o las saison.

Mención aparte merecen las cervezas de fermentación mixta, ales envejecidas en barricas, llamadas Oud Bruin, y que se caracterizan por sus notas vinosas, agridulces y balsámicas, a día de hoy muy admiradas e imitadas en muchos países y que sorprenden por su personalidad y su carácter extremadamente refrescante.

Y finalmente los belgas nos ofrecen un producto extraordinario,  ligado a la tradición de la ciudad de Bruselas y pueblos aledaños, resultado de la fermentación espontánea y que recibe en exclusiva el nombre de lambic. 

Durante un período indeterminado todavía por los historiadores pero que podría alcanzar perfectamente los 400 años de historia, la domesticación de las levaduras salvajes presentes en el ambiente, juntamente con grandes dosis de pasión y romanticismo, han dado como resultado unas cervezas de una gran complejidad tanto aromática como gustativa que dejan boquiabierto al aficionado cervecero más entrenado. 

La cerveza lambic se divide en cuatro categorías que van desde las más populares como las Geuze, denominadas a menudo como el champán de los belgas, pasando por las lambic jóvenes, de consumo más local o utilizadas para elaborar las primeras, las lambic afrutadas sobretodo con cerezas (kriek) o las menos conocidas en la actualidad pero que durante muchos años fueron la bebida más popular en Bruselas, llamadas Faro, lámbicas endulzadas. 

En definitiva los belgas han sabido sacar provecho de todo lo que les ofrece su territorio para crear un producto sin igual y siendo al mismo tiempo capaces de absorber influencias provenientes de otros territorios que han acabado por enriquecer todavía más su ya de por sí rico patrimonio inmaterial.

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