Los tiempos convulsos que vivimos, con esa agitación, sanitaria, política, social, económica, que trastorna la normalidad de la vida colectiva, produce un efecto generalizado de hondo desasosiego.

Ya sabemos que el sistema educativo en este país no goza de buena salud, en referencia a resultados cualitativos. Así lo confirman un año tras otros informes internacionales.

Cuando surgen dificultades, hay que afrontarlas, para vencerlas. Procrastinar es de perdedores o cuando menos de indolentes, siendo el esfuerzo garantía resolutiva y las ganas de aportar soluciones, comienzo del camino razonable.

La ciudadanía está mayoritariamente enfadada, con un desafecto explícito contra la clase política de este país, en todos sus ámbitos territoriales.

Cuando creíamos que estaba superada la Crisis con mayúscula, que padecimos hace una década, empiezan a notarse síntomas de un enfriamiento económico global.