José Fco. Fernández Belda
Viviendo en San Borondón

Dicen los expertos en el estudio de las opiniones, aficiones y comportamientos humanos mediante sondeos de opinión, ciencia llamada demoscopia, que la gente suele votar mayoritariamente en las elecciones más contra uno que a favor de otro. Y cuando el rechazo a un partido se va implantando en una sociedad, otro grupo político va recogiendo ese malestar y su intención de voto crece hasta producir un tsunami electoral. “Va de ola”, se dice. Y, de ser así, se producirá un vuelco electoral con una mayoría absoluta o al menos muy mayoritaria.
En este sentido, mucho se está hablando, aunque cada vez menos, del efecto Feijó. Este fenómeno empezó a producirse tras la catarsis producida en el PP, con un Casado y unas incomprensibles guerrillas internas que hacía percibir a ese grupo político como un partido desagradable, un nasty party le llaman los anglosajones. Y eso es así, independiente de las ideas políticas que diga defender, o que predique recuperar tras haberlas dejado atrás en opinión de sus votantes que se sienten, de una manera u otra, traicionados.
Y como la historia parece repetirse, a mi entender se está produciendo un gran rechazo o desafecto al actual Gobierno presidido por el Dr. Sánchez, que va creciendo día tras día al perder credibilidad. Eso mismo ya ocurrió en el pasado con Felipe González, cuando diariamente la prensa informaba de un nuevo escándalo de corrupción denunciado por “el sindicato del crimen”. Lo que empezó siendo casi cómico terminó siendo chusco y grotesco, propio de amargas risas en las letrillas de murgas y chirigotas. Si bien entre los políticos primó el caso de los GAL, más por el esperpento del mal uso y saqueo de los fondos reservados que por el fondo, popularmente fueron más letales los casos Juan Guerra, Expo de Sevilla, el robo de los fondos de los huérfanos de la Guardia Civil por parte de Luis Roldán, las comisiones por el papel del BOE o el saqueo de la Cruz Roja.
También con Zapatero la cosa tuvo su guasa. Desde su inmenso derroche en Planes E, bautizados popularmente por su inutilidad y utilización sectaria como Planes ZP, o los miles de millones despilfarrados en desaladoras que nunca funcionaron, pero cuyo anuncio sirvió de zafia coartada para cargarse el Plan Hidrológico Nacional elaborado por el gobierno de Aznar, plan que Rajoy no osó recuperar pese a su gozar de una holgada mayoría absoluta otorgada por el pueblo español y no por una coalición Frankenstein como ahora.
Entre otros muchos casos, por ser muy grotescos e insultantes, se podrían recuperar dos campañas de propaganda gubernamental de esa época zapaterina. La por entonces ministra de Vivienda, María Antonia Trujillo, creó un portal de Internet sobre vivienda denominado “kelifinder.com” que iba a regalar a los visitantes jóvenes 10.000 zapatillas con las que “andar por toda la ciudad” para buscar vivienda en alquiler. Dijo que era “en clave de humor”, aunque no creo que le hiciera mucha gracias a los que buscaban una “solución habitacional” en plena crisis inmobiliaria y económica.
La otra ocurrencia gubernamental de esa época tuvo lugar cuando a Miguel Sebastián, en precampaña electoral y en plena crisis por el alza del precio de la luz, se le encendió la bombilla del ahorro energético y gastó millones de euros en comprar lámparas de alta eficiencia para regalar a las familias. La gran mayoría de esas bombillas compradas no llegaron nunca a manos de los supuestos beneficiarios del plan de ahorro de ZP.
Pero el que sin sombra de duda ha batido, al menos por ahora, todos los registros de campañas propagandísticas gubernamentales y de mentiras continuadas, ha sido el Dr. Sánchez: el Presidente Anuncio, se le podría apodar. Para la antología del disparate queda la recomendación de no usar corbata para combatir el calor y el cambio del clima climático, que diría otro grande del esperpento como Moratinos, sin al mismo tiempo recomendar no usar la chaqueta, que es lo que produce más calor. Por cierto eso de quitarse la corbata, los que no visten un uniforme que les obliga a llevarla como bien señaló José Bono cuando era Presidente del Parlamento, también fue otra ocurrencia de Miguel Sebastián. Por suerte al Presidente no se le ocurrió, a él solito o a su legión de asesores, recomendar usar profusamente el tradicional abanico en verano, movido por energía animal, y un buen jersey a lo Marcelino Camacho para el invierno para así no tener que gastar una fortuna en aire acondicionado o en calefacción. ¡A grandes males, grandes remedios!, sería su consejo mientras se partiría de la risa floja. Si a esto se le añade las nefastas y dolosas campañas contra la industria alimentaria española realizadas por su ministro de consumo, Alberto Garzón, por cierto callado en lo referente al precio de la electricidad, tenemos el circo bien montado y con dos pistas compitiendo: el PSOE y Podemos.
En resumen, a mi entender y tras soportar las mentiras y desaciertos continuados del Gobierno, creo que el desafecto al Dr. Sánchez, no tanto al PSOE de antaño (gracias a la mala memoria colectiva), está alimentando esa ola de rechazo creciente que está generando lo que se ha dado en llamar Efecto Feijó. Si este elefante blanco cumple sus promesas y no traiciona a su base electoral, la nueva etapa política que parece llegará con un gobierno PP y probablemente con VOX, volverá a rescatar a España de la ruina caracolera a la que nos están abocando. No le convendría olvidar a los gobiernos socialistas aquella mítica frase de Tarradellas: “en política se puede hacer casi todo, menos el ridículo”.