Las Palmas de Gran Canaria
Hoy, 16 de Enero, hace exactamente ocho años de la inauguración de la nueva réplica de la carabela la Niña III en el Parque de Santa Catalina
Gran Canaria, isla colombina
(Publicado en diario ABC el 18 de enero de 2015)
Allá por el año 2004 el periodista, novelista y poeta satírico Jaime Campmany, nos recordaba en el ABC algunas de las bromas que se publicaban en el periódico satírico de la época franquista “La Codorniz, la revista más audaz para el lector más inteligente”, como decía su cabecera. Una de aquellas viene al pelo hoy “¡Albricias, albricias!, Pan de Madagascar, os traigo unas noticias que os tienen que alegrar”, para ilustrar un par de eventos relacionados con la historia colombina.
Así, el pasado viernes, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria inauguró la ubicación definitiva, por ahora, de la carabela colombina La Niña III. Esta vez está colocada en la trasera del Museo Elder en el Santa Catalina Park, que diría Lolita Pluma o los tartaneros de la época gloriosa en que ese lugar era el corazón turístico de la Isla. A mi entender, la ubicación está muy bien elegida, permítaseme la reiteración argumental, al menos por tres razones. Dos son obvias. Una es el estar expuesta en la zona históricamente emblemática del Muelle de Santa Catalina. Y otra, porque ese lugar está siendo de nuevo la puerta de entrada por mar de muchos miles de turistas de cruceros y esa postal, debidamente explicada, es una excelente bienvenida a Gran Canaria. Se destaca y se recuerda además, la importancia histórica trascendental que la ciudad tuvo en el Descubrimiento de América en el año del Señor de 1492, evento que nos hace sentirnos orgullos como españoles, pese a quien pese. Y eso al margen de otras consideraciones relacionadas con la colonización posterior, más influidas por indigenismos políticos discutidos y discutibles, como diría el relativista ético Zapatero.
La tercera razón, a mi entender la más importante, es que es que la carabela La Niña sea la semilla para la utilización del singular evento histórico que fue el Descubrimiento, para desarrollar actividades, programas, museo del mar y recorridos turísticos de indudable atractivo e interés para un segmento no menor de nuestros visitantes. Y si se lograra, como saben hacer muy bien los ingleses o cineastas como Mel Gibson, distinguir entre la historia como la entienden los historiadores y la utilización argumental de esos mismos hechos para crear guiones, actividades o recorridos de interés turístico, se habrá logrado un gran éxito del que podrían beneficiarse muchos canarios y hacer de eso su medio de vida. En este último sentido y dicho sea como ejemplo, se podría incluir en estas representaciones el ataque del almirante holandés Pieter van der Does a Las Palmas de Gran Canaria en 1599. No coincidieron en el tiempo, pero la teatralización lo permite como, sin el menor recato, hacen los autores. Nadie se rasga las vestiduras porque, por ejemplo, “Ágora” o “Braveheart” no tengan el menor rigor histórico. No son libros de texto rigurosos, son espectáculos lúdicos.
El segundo evento que me hace repregonar las “Albricias y el Pan de Madagascar” de marras, tuvo lugar en Madrid en la noche del día 14. El escritor teldense Julio César González Padrón, Caballero del Callejón lo llaman sus amigos, presentó su libro “Carpinteros de ribera en Gran Canaria”. Ante un público interesado, políticos de postín y personalidades civiles y militares asistentes, el autor denunció la tiranía a la que nos someten a los grancanarios los distintos gobiernos autonómicos, con el factor común de CC-ATI, “al tener paralizado de forma ruin y malvada el expediente para declarar a Gran Canaria Isla Colombina”. Cuando Julio César González Padrón llamó a Gran Canaria “avanzadilla de España en el Atlántico” el público entusiasmado se puso en pie aplaudiendo. A más de un político presente se le subió el arrebol virginal a sus mejillas, no se sabe bien si de vergüenza o de impotencia.