Diego Ojeda Ramos
Exconcejal del Ayuntamiento de Telde y asesor en la Consejería del sector Primario, Soberanía Alimentaria y Seguridad Hídrica del Cabildo Insular de Gran Canaria
La cultura es el conjunto de rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que definen y caracterizan a un pueblo, abarcando desde las artes y las letras hasta los modos de vida, los sistemas de valores, el folclore, los deportes tradicionales, así como las tradiciones y las creencias. En un mundo cada vez más diversificado, es fundamental promover la interacción armoniosa y la convivencia entre diferentes culturas, consolidando así el patrimonio común de la humanidad en beneficio de las generaciones presentes y futuras. En este sentido, los solsticios y equinoccios juegan un papel primordial, simbolizando la fertilidad de la tierra, los sistemas agrícolas y alimentarios, y el patrimonio cultural con sus tradiciones milenarias.
Desde la época de los antiguos canarios hasta nuestros días, Gran Canaria ha mantenido una conexión profunda con los ciclos solares. Los antiguos habitantes de la isla, conocidos como canarís, observaron y celebraron los solsticios como parte integral de su vida cultural y espiritual. La ubicación de Gran Canaria y su clima favorable permitieron el desarrollo de prácticas agrícolas que dependían en gran medida de la observación de estos eventos astronómicos.
Los canarios, como muchos pueblos antiguos, eran astrónomos naturales. Observaban el cielo y marcaban los solsticios y equinoccios, utilizando estos eventos como indicadores para sus actividades agrícolas y ceremoniales. Un claro ejemplo de esto es el Risco Caído, un yacimiento arqueológico donde se han encontrado vestigios que indican la importancia de la astronomía en la vida de los antiguos habitantes de la isla. Este sitio, reconocido como Patrimonio Mundial por la UNESCO, contiene cuevas y grabados rupestres que se alinean con la salida y puesta del sol durante los solsticios, demostrando una avanzada comprensión del movimiento solar.
Hoy en día, Gran Canaria continúa celebrando los solsticios con una serie de festividades que reflejan tanto sus antiguas raíces como su cultura moderna. Las festividades de San Juan, celebradas alrededor del solsticio de verano, son un ejemplo notable. Durante estas festividades, la isla se llena de hogueras, fuegos artificiales y diversas actividades culturales, simbolizando la renovación y la purificación. Estas celebraciones no solo honran el solsticio, sino que también refuerzan los lazos comunitarios y promueven el respeto por las tradiciones ancestrales, contribuyendo en gran medida a reforzar el sentido de pertenencia y el orgullo de canariedad.
La declaración del 21 de junio de 2019 como el Día Internacional de la Celebración del Solsticio por parte de las Naciones Unidas subraya la importancia universal de estos eventos astronómicos. Los solsticios y equinoccios, al ser reconocidos y celebrados globalmente, se convierten en símbolos de unidad cultural y paz. En Gran Canaria, estas celebraciones no solo conectan con el pueblo sus antepasados, sino que también la vinculan con una tradición global que trasciende fronteras.
El reconocimiento de la importancia de los solsticios en Gran Canaria y en el resto del mundo es crucial para la preservación de las tradiciones culturales. Estos eventos astronómicos no solo marcan cambios estacionales, sino que también son momentos de reflexión y celebración que fortalecen la identidad cultural y la cohesión social. Promover y preservar estas celebraciones contribuye a un entendimiento más profundo y a un respeto mutuo entre diferentes culturas, fomentando un futuro basado en la paz y la cooperación.
El solsticio, tanto en Gran Canaria como a nivel mundial, es un patrimonio cultural que debe ser reconocido y celebrado. Desde los antiguos canarios hasta la sociedad moderna, estos eventos astronómicos han jugado un papel central en la vida cultural y espiritual de los pueblos. Celebrar el solsticio no solo nos conecta con nuestra herencia cultural, sino que también nos une en una celebración universal de la vida y la renovación. En un mundo cada vez más interconectado y diverso, estas celebraciones nos recuerdan nuestra humanidad compartida y la importancia de preservar nuestras tradiciones culturales para las generaciones futuras.
Diego Fernando Ojeda Ramos, fue concejal del Ayuntamiento de Telde y actualmente es asesor en la Consejería del sector Primario, Soberanía Alimentaria y Seguridad Hídrica del Cabildo Insular de Gran Canaria