Entrevista a Marta Cartu: “Me parece interesante que cuando miras a una máquina también te estás mirando a ti como humano y te preguntas qué es la creatividad y el arte”
“Me parece interesante que cuando miras a una máquina también te estás mirando a ti como humano y te preguntas qué es la creatividad y el arte”
“Lo que tiene el manga es que habla desde la subjetividad, se muestran un montón de sentimientos y puedes empatizar con la parte psicológica del personaje”
“Hacer fanzines te permite dibujar lo que quieres y como quieres de una forma muy fresca”
La dibujante barcelonesa Marta Cartu forma parte del ejército de jóvenes creadores influenciados por el manga que vino a ocupar el lugar que hasta entonces pertenecía a sus hermanos mayores del underground y la contracultura de esta ciudad. En realidad se trató más de un relevo generacional que de una guerra, del resultado de una evolución cuya única arma es la pasión por dibujar y ser coherentes con el tiempo en el que se vive. Hacia sus antecesores guarda una cierta admiración porque reconoce que en su momento fueron rompedores en cuanto a formas y fondo, el mismo motor que le mueve a ella. En la actualidad Cartu se encuentra en Angulema, el cielo de los dibujantes, participando en lo que se llama una residencia. La oportunidad de hacer y aprender de lo que le gusta en la capital mundial del cómic rodeada de personas con sus mismas inquietudes. Todo un lujo.
-Dices que has tenido la suerte de dedicarte a lo que te gusta, sin olvidar la formación.
-Estudié la carrera de Bellas Artes en la Universidad de Barcelona y luego también he realizado algunos másteres enfocados a la pedagogía artística y la mediación cultural, estoy haciendo un doctorado relacionado con el cómic y luego están los proyectos que tengo pendientes. Ahora estoy disfrutando de una residencia en Angulema que consiste en vivir en esta ciudad, luego al mes siguiente estoy en Bilbao y luego en Quebec, desarrollando mi nuevo proyecto.
-¿Y cuál es?
-Pues bueno, será mi segundo cómic largo. Aún está en construcción porque estoy comenzando.
-Pero supongo que podrás adelantar algo.
-¿Un pequeño adelanto? Mi idea es en realidad una pregunta que tengo en la cabeza a partir de la cual se desencadena todo. Es preguntarme cómo se buggea un cómic, narrar el fallo del sistema. Algo así.
-¿Algo parecido a una especie de mátrix?
-En terminología anglosajona se llama bug que es cuando hay un error en el sistema informático, y mi idea es pensar en cómo podría narrarse un cómic a partir de esta lógica, ver como afecta a la historia, a la forma de narrarla.
-¿Cómo defines tu estilo? Veo que te gusta mucho el color. Es muy luminoso.
-Sí, podría ser. Me gusta mucho utilizar paletas de colores reducidas, como en los cómics antiguos, en los que por limitaciones técnicas, a veces se tenían que usar unos colores que no eran muy realistas, porque la paleta era muy reducida y por esa razón aparecían contrastes. Una estética un poco tradicional pero que por ese lado me gusta mucho y luego también hay otros referentes contemporáneos de varias compañeras que hacen cómics y que usan el color de una forma muy rupturista.
-¿Cuándo hablas de cómics antiguos de qué época hablas?
-Como de los años cincuenta o sesenta que para mí es antiguo aunque es evidente que para otras generaciones no lo será tanto. Claro.
-¿Por edad supongo que el manga te habrá influenciado mucho?
-Sí, sí por supuesto, me ha influido un montón. Me encanta el manga y sigo
leyéndolo.
-¿No reniegas? Hay muchos autores que comenzaron con el manga y ahora se han cansado aunque supongo que siempre quedará la influencia.
-¡No, qué va! ¡Cómo voy a renegar si es una pasada! Hay mucho que aprender del manga. Es lo que viví, evidentemente y de hecho si no fuera por el manga, no sería dibujante. Comencé a dibujar porque copiaba a Ranma y me gustaba mucho Sakura también. De hecho, fue de los primeros dibujos que quería copiar.
-¿Y con los de generaciones anteriores a cuando naciste no has conectado?
-Lo que tiene el manga es que habla desde la subjetividad, se muestran un montón de sentimientos, que puedes empatizar con la parte psicológica del personaje. Incluso a nivel viñeta y de escena se prioriza lo que siente el personaje. Hay algo de eso que me cautivó mucho porque el cómic que yo conocía, el que me habían enseñado mis padres, era más bien tirando a la caricatura, al estereotipo. Y no digo que esté mal, ni mucho menos porque hay un público que conecta con todo eso, pero yo no tanto. Sin embargo con el manga sí me ocurre, tengo esa conexión.
-Si estás en Angulema supongo que también estarás influenciada por la corriente franco belga.
-Pues no, la verdad es que no tiene nada que ver. En realidad es porque hay un sitio que se llama Maison des Auteurs. Estar aquí es algo maravilloso porque vives en una residencia especializada en cómics. No conozco ningún lugar parecido en todo el mundo. De artistas sí hay muchos pero sólo de cómics no conozco ninguno y eso lo convierte en un sitio maravilloso porque puedes estar creando en un espacio donde todos tus compis también están haciendo lo mismo y eso es algo que se retroalimenta, es una sinergia. Aprendes mucho de todos los que estamos aquí haciendo lo mismo, aunque los estilos son bastantes diferentes pero sin seguir los cánones de la industria. En realidad esa es la sensación que me da porque apenas llevo dos semanas y todavía no puedo hablar con total conocimiento. Pero no tengo la sensación de que quienes estemos aquí sea porque tengamos un especial amor a la tradición francobelga, sino que simplemente hacemos cómic de autor. Pero ya
digo es la primera impresión que tengo.
-Entonces tendrás la doble suerte de haber podido estar en el festival que se ha celebrado en estos días.
-¡Sí, sí, ha sido muy chulo! He vivido una semanita muy intensa.
-En las referencias que hay sobre ti se habla de que tienes una vertiente política. Pero no sé exactamente lo que significa.
-Sé a lo que te refieres pero no, no tengo nada que ver con la política lo que quiero decir es que aunque suelo dibujar y narrar historias, siempre hay un punto de partida en la cotidianidad, suelo apelar a situaciones como más universales o reivindicar que lo personal es político, pero no a la política sino a “lo político”.
-Al ser de Barcelona ¿Cómo explicas que en esa ciudad haya tantos dibujantes y la importancia que el cómic ha tenido históricamente?
-Para responder a eso tendría que hacer un análisis muy, muy complejo. El mundo del cómic es muy amplio y yo no me muevo con las grandes editoriales, digamos sino que estoy en un sector un poco más independiente y esa es la experiencia que puedo contar. Considero toda una suerte vivir en Barcelona porque hay bastantes festivales, sobre todo dos de cómics independientes muy importantes como es el Graf, luego otro que se centra más bien en los fanzines que es el Gutter Festival y además tenemos una librería especializada en cómics alternativos y fanzines que es la Fatbottom Books. Así que es cierto que creo tener acceso y formar parte de estos espacios, lo que te puede estimular y darte a conocer más. Yo empecé a hacer microcómics independientes precisamente porque conocí estos sitios a través de internet cuando surgieron los blogs y las redes sociales. Creo que tiene más que ver con una cultura global y contracultural. Viene un poco de ahí. Así que es cierto, tengo la fortuna o casualidad de vivir en Barcelona, un lugar en el que me retroalimento. Me favorece mucho participar en este tipo de encuentros y tenerlos tan cerca porque seguramente en otras ciudades no tienes tantas oportunidades.
-Una curiosidad ¿Qué entiendes por narrativas visuales? Un término al que te refieres en varias ocasiones cuando explicas tus obras.
-Pues que me gusta mucho experimentar con el cómic y con los límites del lenguaje. No hacen falta eufemismos pero sí me apetece intentar aplicar la lógica del cómic a una cerámica o a un videojuego… veo las narrativas visuales como un sinónimo para darle un aspecto más amplio a la palabra. Pero al fin y al cabo todo es cómic y eso es lo único que pretendo.
-De las obras que has hecho, y que por cierto tienen títulos bastante originales como Hola Siri, la colectiva, Autobulling o Un tumor muy guay ¿De cuál te sientes especialmente orgullosa, te ha dado más alegrías y crees que es la más representativa de tu trabajo?
-Hola Siri, la verdad es que agradezco un montón haber tenido la oportunidad de hacer este cómic gracias a una beca que obtuve porque me premiaron por ese proyecto, así que lo pude desarrollar y me ha abierto muchas puertas. Hasta entonces había hecho historias cortitas en forma de fanzines pero con este cómic pude hacer mi primera obra larga y resultó decisiva para darme a conocer.
-¿Cuáles son tus próximos proyectos a parte de lo de Angulema?
-Lo principal ahora es lo que estoy haciendo aquí. Me parece toda una suerte poder dedicarme plenamente a sólo pensar en esto.
-Veo que eres una defensora de los fanzines y de la autoedición.
-Sí, sí, tal cual.
-¿Y qué ventajas le ves?
-Creo que es muy chulo hacer fanzines porque te permiten dibujar de una forma muy fresca, lo que quieres y como quieres. No tienes que depender de presentar tu trabajo a nadie, ni que le den el visto bueno y esperar a que te lo impriman. Además, la distribución de los fanzines es un aspecto muy importante porque suele implicar tener que ir a festivales para darlos a conocer y eso también significa que no es una creación aislada, sino que entras en relación con otras personas y a partir de ahí surgen nexos. Eso me parece muy interesante en el
momento en el que compartes mesa con otro dibujante y os conocéis. Me interesa cuando alguien del público pasa y habla sobre tu fanzine. Eso sumado al el frescor, la libertad y la capacidad de engendrar una comunidad, es algo muy especial.
-Viviendo en Barcelona habrás tenido contactos con el underground de esa ciudad que ha sido una de las corrientes más llamativas de Cataluña e incluso España.
-Entiendo que te refieres al underground de los años ochenta, los fanzines punks y todo eso. Pues la verdad es que no me han influenciado.
-Sí, El Víbora, El Jueves, El Rrollo Enmascarado…
-Es que como decía empecé en este mundo por el manga así que no vengo para nada de ese lugar aunque también haya acabado en la autoedición pero partiendo de otro sitio. He conocido todas esas raíces y los dibujantes de aquella época me parecen excelentes y también me interesan un montón esa historia y lo que significó pero como lectora la verdad que no me ha influido ni he venido de ahí.
-Pero supongo que habrás conocido a autores de aquellos tiempos.
-He conocido a alguno como a Max, ahora que lo mencionas y me pareció muy majo. Me gusta conocer a ese tipo de personas porque son unos referentes. Por supuesto que sí.
-Ahora vuelve a surgir el espinoso asunto de la Inteligencia Artificial (IA) aplicada a la creación de cómics. ¿Crees que tu trabajo se puede ver afectado?
-Eso es abrir un gran melón y más ahora que al parece se ha puesto sobre la mesa un borrador para regularlo y con el que no estoy nada de acuerdo, tal y como hemos comentado varias compañeras. Necesitaríamos mucho tiempo para analizar bien todo esto porque es un asunto que me preocupa especialmente y sobre el que me gusta pensar. Por un lado hay una parte que me parece interesante en cuanto que te hace replantear que cuando miras a una máquina también te estás mirando a ti como humano y te preguntas qué es la creatividad y el arte. Y luego hay otro lado más pragmático, más profesional y ahí sí tengo claro que somos un sector muy
vulnerable y por lo tanto es necesario que haya medidas para protegernos y a la vez podamos convivir con los avances tecnológicos.
-Entonces no estás del todo en contra…
-No, no estoy en contra de estos avances pero tienen que basarse en la ética hacia los creadores. En el borrador había muchos puntos que no eran respetuosos con nuestro trabajo, por ejemplo, que de entrada todas las imágenes puedan entrar y pertenecer a un determinado banco para alimentar a una IA. Eso no me parece bien. Tendríamos que dar nuestro consentimiento, nuestra autorización claramente para decidir si queremos o no que se alimente. Y luego también creo que es importantísimo garantizar la transparencia de esos bancos, que se haga público y ver claramente el listado de imágenes de las que se han alimentado y a partir de ahí decidir si queremos formar parte de ellos o no. Esa cuestión me parece básica. No podemos perder nuestro trabajo como creadores o precarizarlo por priorizar los beneficios de las empresas que trabajan con IA generativa.