José Fco. Fernández Belda
Viviendo en San Borondón
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En uno de los periódicos expertos en atacar con saña cualquier cosa que proponga Trump, Meloni o Milei, titulaba hace unos días que “Marruecos y Puntlandia, los territorios a los que Trump baraja enviar a los palestinos. El presidente Donald Trump ha esbozado la posibilidad de mandar a los palestinos gazatíes a Marruecos y a Puntland. Se trata de una propuesta que la comunidad internacional rechaza ampliamente”. Estos medios siguen empecinados en aquella sentencia de Miguel de Unamuno: “no sé de qué se trata, pero me opongo”.
En todas las intervenciones que le he oído a Donald Trump sobre este asunto, nunca ha dicho que quiere “enviar” (léase deportar) a Palestinos a ningún lugar. Lo que ha dicho, y me parece muy sensato, es que si quieren que EEUU reconstruya Gaza, la población debe emigrar voluntaria y temporalmente a otros lugares, en especial a países vecinos más afines a su cultura. Lo plantea como una operación inmobiliaria, en colaboración con los países árabes, no como una ocupación militar que ha descartado de entrada. Trump, ni nadie con sentido común que no sea amante de los terroristas y de Irán, daría apoyo financiero y material a Hamás para que siga gobernando y tiranizando a la población de Gaza. Sería una obviedad saber que si se intentara reconstruir Gaza con Hamás en el gobierno, lo que se reconstruiría en realidad sería la infraestructura de túneles para continuar con el terrorismo y el asesinato indiscriminado de israelíes, eso que llaman yihad, como siempre ha hecho Hamás con las ayudas recibidas.
Ilan Eichner Wolowelski, uno de los abogados digitales más disruptivos de México en este momento, escribe en su artículo “Gaza eligió el terror cuando pudo elegir la prosperidad”:
“Gaza, un enclave que pudo haberse convertido en un símbolo de desarrollo y prosperidad tras la retirada israelí en 2005. En lugar de aprovechar esta oportunidad para transformar la Franja en un polo económico vibrante, con acceso a inversiones y comercio, los líderes locales consolidaron un régimen terrorista radical islámico, que ha hecho de la guerra su único propósito. Los recursos que podrían haber sido destinados a hospitales, escuelas e infraestructura fueron canalizados hacia túneles y arsenales, en una clara demostración de que la prioridad nunca ha sido el bienestar de la población, sino la persistencia del conflicto”.
Los países árabes, en especial Jordania, Egipto o Arabia Saudí, ni quieren ni nunca han querido a palestinos en sus territorios porque ya han escarmentado con lo que estos perpetraron en la Cisjordania y sobre todo en Líbano. Son amigos de boquilla, pero no los quieren en sus casas. Y, por cierto, la crueldad física y psicológica que manifiestan los terroristas cuando liberan a los rehenes secuestrados por más de 500 días, a cuentagotas y con una puesta en escena propia de un espectáculo de Pallywood, es buena prueba de que Hamás debe ser exterminado. Y a pesar de ver en TV tan repugnante show, aún hay quienes siguen aplaudiéndoles, apoyándolos y esperando recibir nuevas felicitaciones...
Según un estudio del Centro Palestino de Investigación de Políticas y Encuestas (PCPSR) publicado en julio de 2024, antes del 7 de octubre, aproximadamente el 31% de los habitantes de Gaza expresó su intención de emigrar. Este porcentaje es más elevado entre los jóvenes menores de 30 años, alcanzando el 44%. Si se pudiera hacer esta encuesta hoy en día, estoy totalmente seguro que ese porcentaje sería aún mucho más elevado, y de hecho muy probablemente emigrarían si Hamás los dejara salir y no los tuviera retenidos en la Franja a punta de pistola, porque allí no vislumbran otro futuro para ellos y sus hijos que la yihad o vivir de la caridad de los donantes. Por lo tanto lo que propone Trump a los países árabes no es una entelequia sino un plan perfectamente realizable y lógico, máxime cuando no es sino un nuevo apéndice a sus Acuerdos de Abraham, el único plan diseñado con realismo y presupuestado adecuadamente en la historia del Oriente Medio. No por casualidad, Irán lo ataca con saña.
Por cierto, la llamada “comunidad internacional” no es el interlocutor válido para decidir sobre este asunto. Los únicos que tendrían algo que decir son los directamente aludidos: los gazaitíes, no los de Hamás que son los responsables directos de esta trágica situación. Y aunque hay que dar tiempo al tiempo, porque las conversaciones entre estados siguen en marcha, es poco probable que Egipto admita acoger, ni siquiera provisionalmente en campos de refugiados, a los gazaitíes. No lo ha hecho nunca (no hay que olvidar que es quien controla la entrada de suministros, ayuda y personas por el paso de Rafah desde siempre), y es poco probable que quisiera ahora importar a una población sin esperanza y con el cerebro lavado por años de adoctrinamiento terrorista.
Otro lugar al que los gazaitíes podrían desplazarse de forma natural sería a Cisjordania, si es que fuera cierto que Gaza es Palestina más allá de un eslogan publicitario. No hay que olvidar que Hamás y Fatah son enemigos mortales, en sentido literal porque se asesinan entre ellos, y Mahmud Abbás no va a permitir que los de Hamás le desestabilicen su cortijo. A la vista de todo esto, que no son más que constataciones de hechos históricos, ¿no es obligado preguntarse qué tienen los gazaitíes, léase los abducidos por Hamás, que nadie quiere tenerlos cerca en su territorio?
Todos los cabecillas buenistas, que no líderes, plantean “soluciones para el pueblo palestino”, pero ninguno quiere que esa solución pase por su territorio... ni por sus finanzas. Es como cuando se plantea crear en un barrio un centro de rehabilitación de drogadictos, todos lo exigen al gobierno de turno, pero siempre que lo monten lejos de sus casas. Y por otro lado, como muy bien le dijo Arafat a Oriana Fallaci, “dado que hemos perdido la guerra [con Israel], ahora necesitamos 'niños póster' para ganar la paz y que sigamos recibiendo el dinero de los donantes”. Arafat, apodado el Raïs (jefe o cabecilla en árabe), siempre fue claro, vivió para la mentira, la propaganda y el terrorismo. Y murió muy rico, como buen líder revolucionario.
Como recordatorio cabe señalar que la expresión “niños póster” usada por Arafat hace referencia a las fotos de niños tirando piedras a soldados y tanques israelíes durante las intifadas, esas mismas que tanto gustan a los “revolucionarios y libertadores” de salón y whisky o cubata... a ser posible subvencionado.