Leandro Rodríguez Linárez
Politólogo

Les escribe un latinoamericano que conoce en primera persona los desmanes que pueden producir las ideologías, el oscurantismo o atraso planificado en la educación y en todos los sectores de la vida diaria, producto de una conducción política impuesta, aferrada al poder a todo costo, sin importar las terribles consecuencias a la nación en el presente ni futuro… soy de Venezuela.
Con relación al título de este artículo, no dejamos de asombrarnos por la permisibilidad de la inmigración negativa a Europa, lo mismo pasa en Estado Unidos, pero al parecer Trump pondrá coto a esa situación. En Europa el destino no parece ser el mismo, más bien la actual conducción política, sobrevenida por el libreto del nuevo orden mundial, parece más bien crear condiciones favorables para que continúe y desarraigar la cultura y modo de vida del viejo continente e imponer patrones barbáricos.
Fíjense, los zurdos europeos piden no celebrar las navidades para no “ofender” a los niños musulmanes, lo cual está mal, y mucho, ni siquiera por el tema religioso, sino porque al contrario de lo que se cree, se está fomentando la intolerancia, cercenando la libertad de credo, socavando bases culturales. Lo correcto mi estimado lector es explicarle a esos niños que hay culturas distintas, religiones diversas, pensares humanos diferentes, así abrirle los ojos al entendimiento temprano, las puertas del conocimiento, de la tolerancia ¡Es lo correcto!
Por otra parte, tampoco nos deja de impresionar el actual Papa Bergoglio, sobradamente mudo ante regímenes violadores de derechos humanos en el mundo. El máximo representante de la iglesia cristiana en la tierra es ahora capaz de modificar la máxima fiesta cristiana que celebra, nada más y nada menos, el advenimiento del "hijo de Dios", solo para alinearse con la invasión musulmana de Europa, pide no llamarla este año navidad, sino “La Fiesta de la Paz”.
No se trata de atacar la inmigración, como venezolano y ciudadano del país con el peor éxodo del mundo, sé que emigrar a veces es la única alternativa, como ocurrió a los europeos a mediados del siglo pasado. El asunto es hacerlo correctamente, tanto emigrantes como receptores, solucionar las causas de fondo que la generan y, en tercer lugar, las autoridades deben proteger sus raíces nacionales, no adaptarla a intereses extranjeros, nada de esto debe ser contradictorio, pero el mundo zurdo ha hecho de esto una herramienta política nefasta.