Antonio Morales Méndez
Presidente del Cabildo de Gran Canaria
El 13 de febrero de 1971 se inauguró el Hospital Insular de Gran Canaria financiado por el Cabildo de esta isla. El pasado sábado, día 6 de marzo, participé en un acto íntimo y entrañable, organizado en su puerta principal, para conmemorar el cincuentenario de esta efeméride. El Hospital Insular tiene los mismos años que la sanidad pública y universal en Gran Canaria. Marcó la transición hacia una sanidad digna que alumbró un tiempo de esperanza y de modernidad, abriendo un incipiente Estado de Bienestar que estas islas maltratadas no habían conocido.
El cambio sanitario se inició antes que el cambio político y marcó el camino que luego afortunadamente el autogobierno supo completar. El Cabildo de Gran Canaria entendió la demanda de nuestra población y actuó con una determinación y liderazgo que recuerdo ahora con orgullo como representante de la institución que tanto ha aportado al desarrollo de nuestra isla.
A la sombra del palmeral que es prolongación del centro histórico de Las Palmas de Gran Canaria, el Cabildo de entonces, cumpliendo la función esencial para la que fue creado hace ahora 108 años, lideró la construcción y la puesta en marcha de este hospital de referencia. No solo se encargó de la edificación sino que puso en pie una organización médica de vanguardia aprovechando la experiencia profesional de los centros en funcionamiento como el Hospital de San Martín, la Clínica de Urgencias o las casas de socorro. Muchos de estos centros también dependían de la institución insular.
Es una buena ocasión para homenajear a una enorme lista de médicos y médicas, enfermeras y enfermeros, auxiliares, personal de servicio y administración… que elevaron la calidad asistencial, investigadora, de prevención y tratamiento de las urgencias. Esta isla es mucho más atractiva y segura desde que se puso en funcionamiento este hospital. Contribuyó también al desarrollo turístico. Es obra de miles de mujeres y hombres, la mayoría anónimos, y corresponde agradecérselo en este aniversario.
Y es muy importante recordar la historia porque pudiera parecer que estos avances llegaron solos y para siempre y no es verdad. Los acontecimientos recientes, en España y en el mundo, nos enseñan que las mejores y más valiosas conquistas sociales pueden ser revertidas cuando las crisis económicas, la confrontación y el mercantilismo lo inundan todo. Esta celebración debe animar nuestra memoria histórica y mantenernos movilizadas y comprometidos en la defensa de los derechos democráticos y los servicios públicos universales.
La creación del Hospital Insular en 1971, y de la Clínica del Pino unos años antes, dejó atrás una concepción de la sanidad como beneficencia para dejar paso a una visión democrática de la atención sanitaria como derecho universal y sostenido como servicio público esencial. La pandemia que padecemos nos ha vuelto a recordar la necesidad incuestionable de una sanidad pública robusta, capaz de atender necesidades vitales del conjunto de la población y con garantías de igualdad en el acceso y en la atención permanente. Mi reconocimiento especial en estos momentos a todo el personal sanitario que ha luchado durante esta pandemia por salvar nuestra salud jugándose la suya.
La década de los 60 mostró la potencia del Cabildo de Gran Canaria como motor de desarrollo y planificación de la isla, con recursos económicos que generaron los arbitrios insulares. Estamos celebrando la iniciativa sanitaria, pero es justo recordar el liderazgo universitario, con la construcción del Colegio Universitario o la adaptación del edificio de la Granja, o la puesta en marcha de las grandes presas que garantizaron nuestra supervivencia. Ese papel se vio revalorizado después de la Guerra Civil y de la Segunda Guerra Mundial porque nuestras islas vivieron unos años duros y negros que trajeron dolor y marginación para gran parte de su gente.
El Cabildo supo sentar las bases de un tiempo nuevo que abrió las puertas al desarrollo social y económico de la isla. Hoy la dureza de la pandemia nos ha movilizado de nuevo para incrementar la inversión, ayudar a los colectivos más vulnerables y acompañar a la pequeña y mediana empresa para sostener su actividad y el empleo. Estamos comprometidos en socorrer las urgencias del presente e invertir en futuro.
Ahora, como entonces, tenemos que ser pioneros. Y las prioridades actuales están en la defensa de un proyecto de futuro ligado al desarrollo sostenible dentro de un concepto global de Ecoísla, en la lucha contra el cambio climático, en el impulso a la economía circular, verde y azul, en la búsqueda de la mayor soberanía en las energías, el agua y la alimentación, en la innovación y el conocimiento, en la reforestación, en la atención sociosanitaria a las personas dependientes, en la diversificación de nuestra oferta turística y en la reducción de unas tasas de pobreza insoportables para quienes creemos en los derechos humanos.
La alegría de esta celebración es compatible con compartir algunas enseñanzas de este proceso que pueden estar de actualidad. Una evidente es la confirmación del acierto que tuvo la sociedad canaria con la creación de los cabildos como instituciones pegadas al terreno y capaces de constituirse en auténticos y eficaces gobiernos de la isla. Y también debemos recordar las dificultades que padecimos para que la administración central asumiera las competencias sanitarias que ejercía el Cabildo. Hablan de una lejanía e incomunicación más profunda que la geográfica y que se repite con más frecuencia que la deseada. El drama migratorio es una demostración evidente.
Aquella tranquila zona cubierta de plantaciones, entre el cementerio de Vegueta y el torreón de San Cristóbal, junto al barrio de pescadores, vivió varias transformaciones con obras de equipamientos para la isla, hasta convertirse en la ciudad sanitaria universitaria que es actualmente. Las vegas de plataneras y la Escuela de Capacitación Agrícola, la Casa del Niño, o la Ciudad Deportiva Martín Freire, ven crecer el Hospital Insular, la Escuela de Enfermería, el Colegio Universitario de Medicina y, posteriormente, el Materno-Infantil.
También tenemos que reconocer el importante papel de la Autonomía para impulsar los servicios esenciales. El Complejo Hospitalario Universitario Insular-Materno-Infantil es el mayor centro sanitario de Canarias, con más de cuatro mil profesionales. Es centro de referencia de lesionados medulares, enfermedades infecciosas y medicina tropical, de hipoacusia y en la atención de la cirugía cardíaca infantil.
Y la historia continúa. El Cabildo comprometido siempre con la ampliación de los derechos sociales, 50 años después, está en el proceso de ceder una parcela de 30.000 metros cuadrados -con un valor catastral de 10 millones de euros- y las instalaciones del antiguo Colegio Universitario de Medicina de Las Palmas a la Consejería de Sanidad para propiciar una ampliación de más de 20.000 metros cuadrados, en un edifico de cuatro plantas y con una inversión de más de 20 millones de euros, que contará con un área de estancia media para mayores sin acogida familiar o sociosanitaria, seis quirófanos y unidades de anatomía patológica, paliativos, consultas externas y urgencias. Se afrontan así las nuevas necesidades del Hospital Universitario Insular. Hoy como ayer el bienestar de los grancanarios y grancanarias como prioridad.
La historia de este Hospital Insular ha demostrado la visión y determinación del Cabildo para crear una pieza fundamental en el sistema sanitario público de las islas. Un equipamiento del que nos sentimos orgullosos todos los hombres y mujeres de Gran Canaria por su contribución a la mejora de una sanidad pública que se integra plenamente en los parámetros de calidad que hacen de nuestro sistema sanitario uno de los más valorados del mundo.
Celebramos 50 años cargados de progreso, talento y solidaridad. Les animo a ganar las próximas décadas con las mismas armas y con retos igualmente apasionantes, humanos y transformadores. Feliz aniversario.
Antonio Morales Méndez
Presidente del Cabildo de Gran Canaria