Leandro Rodríguez Linárez
Politólogo
Desde la antigüedad, la humanidad ha contado con naciones que, por su superioridad en términos armamentísticos, económicos o por manejo tecnológico, han tenido el rol de gendarmería, de policías mundiales o, al menos, de sus regiones. Desde antes del imperio romano la historia reescribe este relato. En esta carrera de largo aliento, se han pasado el testigo los persas, griegos, romanos, bávaros, alemanes, ingleses, españoles, franceses, estadounidenses, entre otros.
Desde las primeras décadas del Siglo XX, Estados Unidos ha mantenido su papel policíaco, sin embargo, ese protagonismo ha venido mermando ante el avance chino y, muy discretamente, ruso. La realidad hoy es tan cambiante que occidente ve amenazado su estilo de vida, comenzando por sus sistemas políticos.
Ante el faraónico error Biden, el medio oriente (todo en realidad) vuelve a incendiarse ante la arremetida talibán. Tras 20 años de férrea presencia, Estados Unidos ha decidido retirar súbitamente su fuerza armada en esa región, sus enemigos no perdieron tiempo para recuperar terrenos perdidos, geográfica y geopolíticamente, hasta con China ya fueron a entablar relaciones, no pierden tiempo.
Lamentablemente, estamos a punto de darnos cuenta que la humanidad requiere inexorablemente un “policía” motivado a las grandes diferencias existentes entre las naciones, una pocas grandemente desarrolladas, otro puñado en vías de desarrollo y la gran mayoría subdesarrolladas y tercermundistas, incapaces de satisfacer sus propias necesidades, aunque si tengan cómo, es lo lamentable.
El meollo del asunto es ¿Quién impone orden? desde luego, ese orden no es gratuito. El gendarme en turno realiza acomodos necesarios para obtener beneficios, principalmente económicos, pero también en el plano geopolítico, lo que incluye gobiernos, sistemas políticos, organizaciones internacionales, entre otros. Todo esto termina definiendo el estilo y la calidad de vida de muchas naciones, probablemente, de la mayoría dependiente.
El mundo hoy debe elegir sí continuar pagando el precio de tener a Estados Unidos como regente mundial, al menos de occidente, o sustituirlo por otra nación (o bloque) como el chino. A lo mejor no es una decisión sino un hecho sobrevenido o de facto, lo único cierto es que el impacto sería de cataclismo.
A grandes rasgos, Estados Unidos promulga libertades, democracia y la economía de mercado, con todos los peros existentes y segundas intenciones conocidas, es cierto, pero los chinos, los rusos y afines son promotores desvividos de dictaduras, mafias internacionales, violaciones de DDHH, entre otras aberraciones… ¡Para pensarlo!