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GABE ABRAHAMS, TRAYECTO DE SARIÑENA A ZARAGOZA (1.000 MILLAS POR ARAGÓN)

En 2018, caminé 1.000 millas por Aragón. Para completar las 1.000 millas, recorrí en cinco ocasiones un circuito de 320 km que iba de Monzón a Zaragoza y de Zaragoza a Monzón. En mi anterior artículo, siguiendo el recorrido de Monzón a Zaragoza, describí los lugares que más me impactaron de Monzón a Sariñera. Ahora, escribiré sobre los lugares que me causaron mayor impresión de Sariñena a Zaragoza. En el anterior artículo, quedamos citados en un pueblo de colonos, San Juan del Flumen.

Tras dejar atrás Sariñena, la capital de la comarca de los Monegros, el circuito de la caminata pasaba primero por San Juan del Flumen y, después, por La Cartuja de Monegros, dos pueblos de colonos pertenecientes administrativamente a Sariñena.

Al igual que en Sariñena, en la zona de los dos pueblos de colonos, padecí un tiempo variado, encontrando sol, lluvia, niebla e, incluso, algo de viento.

Los pueblos de colonos, creados entre 1950 y 1970 por el régimen franquista, tienen una arquitectura urbana y unas construcciones muy características. Destacan por su trazado lineal, sus casas de piedra y sus plazas centrales con iglesia y servicios varios. Me llamaron la atención. Y, por eso, cuando en La Cartuja de Monegros me paré a comer y beber en un bar, procuré conversar con descendientes de colonos y conocer mejor el pasado y el presente del fenómeno de la colonización.

Tras abandonar La Cartuja de Monegros, el circuito de la caminata transcurría hasta Lanaja por dos carreteras comarcales, la de la salida de La Cartuja de Monegros y la A-1221. La carretera A-1221 camino de Lanaja, junto con la antigua carretera de Sariñena de la que hablé en el anterior artículo, es la carretera de mayor belleza de la caminata de 1.000 millas. Tiene unos paisajes muy verdes y llenos de amapolas. En primavera, es decir en las fechas de la caminata, sus laterales son alfombras de amapolas.

El circuito de la caminata llegaba por la citada carretera a Lanaja, una población que pertenece a la comarca de los Monegros y a la provincia de Huesca y supera los 1.100 habitantes. Lanaja se encuentra en medio del desierto, con todo lo que ello significa a nivel climático y paisajístico. Las temperaturas se extreman y aparece la nada.

Dentro de Lanaja, el circuito transcurría por las calles Escuer, Costa, Nueva y Mayor.  Al lado de la calle Costa, se ubica la Parroquia de la Asunción de Nuestra Señora, construida sobre una mezquita musulmana y una iglesia visigoda. La calle Nueva de Lanaja, por su parte, cuenta con el Horno de Adrián, establecimiento que en las fechas de la caminata era de reciente creación. Un lugar tranquilo y acogedor con un estupendo patio interior. En las afueras de Lanaja, está el búnker de Lanaja de la Guerra Civil Española (1936-1939), el cual fue parte de una línea de defensa republicana.

Tras abandonar Lanaja, el circuito de la caminata de 1.000 millas transcurría por la carretera A-129 dirección Zaragoza y llegaba a Alcubierre en unos pocos kilómetros. La carretera A-129 no tenía nada que ver con las solitarias carreteras por las que había trascurrido el circuito hasta ese punto. El tráfico iba en aumento camino de Zaragoza.

Alcubierre, población de la comarca de los Monegros y de la provincia de Huesca, se encuentra entre el desierto y la sierra del mismo nombre y tiene cerca de 400 habitantes. Lo más destacado que tiene esta población es su Iglesia de Santa Ana, obra del siglo XIV de estilo gótico-renacentista que cuenta con una bonita torre mudéjar.

El circuito abandonaba Alcubierre y proseguía por la carretera A-129, cruzando la sierra y sus bosques. En ella, se encuentran restos de trincheras republicanas y franquistas de la Guerra Civil que se pueden visitar. Esta zona, conocida como Frente de Aragón, fue descrita por George Orwell en su famoso libro Homenaje a Cataluña.

Superada la sierra y sus bosques, el circuito continuaba por la misma carretera otra vez en medio del desierto y llegaba a Leciñena, una población aún de la comarca de los Monegros pero ya de la provincia de Zaragoza, con unos 1.100 habitantes.

En Leciñena, destaca la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, obra del siglo XVI de estilo gótico-renacentista, con una torre mudéjar similar a la de Alcubierre. De Leciñena, también destacan las subidas y bajadas del núcleo urbano y su aspecto propio de una población del desierto, similar a Lanaja o Alcubierre.

Desde Leciñena hasta cerca de Zaragoza, los paisajes áridos y esteparios, llenos de matorrales y escasa vegetación, se intensifican. El desierto y la sensación de soledad también. Recuerdo que era impactante. Miraba hacia la derecha y la izquierda tras horas y horas de caminar y todo era lo mismo. La nada. También en esa parte del circuito el viento, el famoso cierzo, hizo acto de presencia en casi todas las vueltas al mismo.

El circuito llegaba a Perdiguera desde Leciñena por la carreteta A-129 y, tras subir una pequeña cuesta, entraba en la población. Perdiguera es la última población de la comarca de los Monegros y cuenta con cerca de 600 habitantes. En Perdiguera, destaca la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de estilo gótico-mudéjar del siglo XV, con su torre mudéjar como las de Leciñena y Alcubierre.

El circuito de la caminata de 1.000 millas recorría el núcleo urbano de Perdiguera por la carretera hasta salir por el sur camino de Zaragoza. En ese tramo, hay dos establecimientos apropiados para hacer una parada y recuperar fuerzas: el Bar El Arranque y el Restaurante Asteruelas. El último dispone de una pequeña terraza de cara a la carretera. Recuerdo a algunos ciclistas que tenían el hábito de repostar en él.

Tras dejar atrás Perdiguera, el circuito de la caminata de 1.000 millas tomaba la dirección de Zaragoza por la carretera A-129. Y, pasado Villamayor de Gállego, antiguo barrio de Zaragoza y ahora población independiente, entraba en la capital de Aragón por el barrio de Santa Isabel. En los últimos kilómetros antes de llegar a Zaragoza, el verde volvía a dominar el paisaje.

Zaragoza, capital de Aragón, tiene una población de cerca de 700.000 habitantes. Situada a orillas de los ríos Ebro, Huerva y Gállego, se encuentra justo en medio de un amplio valle. Su historia es milenaria y se remonta a los íberos.

El circuito de la caminata de 1.000 millas atravesaba nada más entrar en Zaragoza el barrio obrero de Santa Isabel y luego el distrito de El Rabal de Zaragoza. El Rabal lo cruzaba por la avenida Cataluña hasta llegar al Puente de Piedra del río Ebro, situado enfrente de la plaza del Pilar. Cada vez que pasé por la avenida Cataluña me encantó ver un magnífico edificio modernista, la Casa Solans, muy parecido a algunos edificios modernistas de Barcelona. Me recordaba a Can Deu, situado en el barrio de Les Corts.

Pasado el Puente de Piedra, el circuito entraba en el casco antiguo de Zaragoza y transcurría por la plaza del Pilar; la calle Alfonso I, la cual es peatonal; y la calle del Coso. En la calle del Coso, otros edificios centraban mi atención: el edificio modernista del Centro Mercantil Industrial y Agrícola, la casa palacio renacentista de los Condes de Sástago, etc. Recuerdo que cada vez que atravesé el casco antiguo de Zaragoza no pude dejar de fijarme en ellos.

El circuito de la caminata proseguía por el interior de Zaragoza, recorriendo los distritos Centro y Universidad. Pasaba por el Paseo de la Independencia y el Paseo de la Gran Vía, llamado en un tramo Fernando el Católico. Ambos paseos son propios del siglo XX, con grandes edificios y un paso incesante de gente. Recorrerlos, después de aguantar tanto desierto, fue algo magnífico.

El circuito de la caminata, finalmente, llegaba al Parque Grande José Antonio Labordeta, en el cual daba una vuelta e iniciaba el regreso a Monzón. El parque fue inaugurado en 1929 y rebautizado con su nombre actual en 2010. Es bellísimo. Entrando por el Puente de los Cantautores, está la Fuente de la Princesa, lugar en el que no pocas veces me recuperé de los esfuerzos bebiendo y comiendo. Después, se encuentran los largos y rectos paseos de Manuel Azaña, de los Bearneses y de San Sebastián, impresionantes como el resto del parque. Por ellos, caminé hasta el punto y final de la ida del circuito e inicié el regreso a Monzón en cada vuelta al mismo.

Terminar la ida del circuito recorriendo Zaragoza y un parque tan bello como el Parque Grande me supuso siempre una ayuda mental. Cruzar Zaragoza y el parque me restablecía anímicamente y me daba ánimos para seguir. El factor psicológico es clave en esfuerzos tan largos, de tantos días de duración.

Ha pasado el tiempo de todo lo que he escrito en los dos artículos dedicados a mi caminata de 1.000 millas por Aragón de 2018. Pero ni olvido la caminata, ni olvido Aragón. Permanecen en mi memoria.

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