ÚLTIMA HORA

LOS RESCOLDOS DEL ESPÍRITU DE ERMUA

José Fco. Fernández Belda

Viviendo en San Borondón

Hoy, contra lo que mi médico me ha aconsejado, escuché al Dr. Sánchez en el acto del 25 Aniversario del ASESINATO TERRORISTA de Miguel Ángel Blanco. Como me suele suceder, fui pasando al oírlo de la incredulidad al estupor y la indignación.

Incredulidad al comprobar que nuestro Presidente no tenía ningún tipo de reparo en asistir a un acto que contradice sin excusa posible la intención de repulsa a los crímenes de ETA con el pacto evidente e inocultable con sus herederos y blanqueadores. El Gobierno, no sé si también el PSOE de base, acaba de volver a rendirse al brazo político de la banda. Bildu le impone el blanqueamiento de ETA dictándole la acotación y selección de lo que los alumnos deben o no deben recordar, también a los que publican en periódicos y redes sociales, en esa indigna y anticientífica ley que sin el menor reparo llama de memoria democrática. Si antes a esa ley la llamaban con algo de recato, de Memoria Histórica, ahora la califican de democrática para que sea difícil el no apoyarla sin ser tachado de franquista o de fascista. Ni Lenin y su discípulo Goebbels nos hubieran manipulado mejor.

Estupor sentí también al oír incidir en la desmemoria, indignidad e injusticia que iban destilando sus palabras, rematando las anteriores de Iñigo Urkullu, lendakari y Presidente del PNV, partido que según la teoría de Arzallus, recogía las nueces caídas del árbol que ETA agitaba. Punto por punto, desgranaba frases hechas que resultaban hirientes para los que defendemos la Memoria, Dignidad y Justicia, en dolorosas pero firmes mayúsculas, para con las víctimas del terrorismo.

Indignación, por último, al oír una frase como esta: “Si hoy Euskadi y España son países libres y en paz es gracias a todos y todas los que apostaron por la unidad”. El Presidente de España habla como si se refiriera a dos estados independientes en una cumbre internacional. Pero la indignidad la intensifica al decir que no sé bien quienes, “apostaron por la unidad...”. No sé, aunque me malicio lo peor, quienes fueron esos “todos y todas” que apostaron por una tan indefinida como utópica unidad. Y más aún viendo ahora cómo los políticos participantes en este acto no dudan en pretender hacernos creer que no pasó lo que sí pasó, y que con liberticidas leyes, quieran ocultar a los españoles el terror etarra y la rendición que supuso aquel proceso de paz, que bajo el lema de dos no pelean si uno se rinde antes, llevó adelante Zapatero, por cierto, con un Faisán mediante. Tal vez se refiera el Dr. Sánchez a la unidad de acción, con los disimulos de rigor, entre PSOE-Bildu-PVN-Podemos, principales valedores con ERC del Frankenstein, como bautizó Alfonso Guerra a ese pacto de gobierno.

Si algo floreció, hasta que la PSOE de Zapatero lo marchitó, fue el llamado “Espíritu de Ermua” que a los gritos de ¡Basta ya! y de ¡Asesinos, asesinos!, la mayoría de gentes de bien de toda España secundó echándose a la calle con sus manos blancas alzadas para pedir la rendición de ETA. Como muy atinadamente destacó el Rey Felipe VI, “El espíritu de Ermua es la victoria de la conciencia colectiva de todo nuestro pueblo, es la victoria de la dignidad y de la moral frente al miedo y el terror. Es ejemplo, en fin, de nuestra fortaleza”. Tan cierto es eso, que los partidos políticos, unos por acción y otros por sumisión a lo políticamente correcto, no tardaron en desactivar ese clamor popular. Salvo los que vivimos esos momentos con una cierta edad, ¿a qué joven le han explicado que millones de manifestantes salieron a calles y plazas de toda España, incluido el País Vasco, clamando contra el terror de ETA?

Cualquiera que vea la situación política actual y las intervenciones parlamentarias, no podrá decir sin mentir que ETA fue derrotada. Es cierto que la banda terrorista dejó de matar, sin renunciar a poder volver a hacerlo, pues ya había logrado uno de sus objetivos anhelados: estar en las instituciones como un partido político. Pero eso es justo lo que Rogelio Alonso, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos, denunció en su clarificador libro “La derrota del vencedor”. No por casualidad, el miedo a las pistolas sigue estando entre los españoles, por eso los políticos que no comulgan con la propaganda oficial, en algunas autonomías, han de incrementar el número de escoltas para sentirse protegidos.

En resumen, un acto que figurará en los anales del politiqueo más abyecto y de la indignidad manifiesta que supone ver cómo los verdugos y sus blanqueadores intentan aparentar apoyar a las víctimas en su reivindicación de Memoria, Dignidad y Justicia, para alinearse con los cómplices de aquel terror que dejó 858 asesinatos y otras tantas familias destrozadas sufriendo un dolor sin sentido. No por casualidad, quieren ser ellos, los terroristas y sus agradadores, los que redacten los libros de texto que estudiarán nuestros hijos, nietos y biznietos... luego, en unos pocos años, ya sólo quedará el silencio y el olvido.

Noticias más leídas del día

Un conejo succionado por el motor de un avión provoca explosión en pleno despegue (VÍDEO)

Incendio en una gasolinera de Puerto Rico, Gran Canaria (VÍDEO)