Un verano muy caluroso en julio, como no se recuerda en mucho tiempo. Hay católicos que aprovechan sus vacaciones para visitar alguna ermita de la Virgen y pedir salud y la paz del mundo. La paz nos preocupa, hartos como estamos de la prolongada guerra en Ucrania (impensable después de la caída de la Unión Soviética). No se le ve sentido y sí un peligro tremendo. No se apaga el fuego añadiendo más leña. El diálogo político para que esa guerra finalice es necesario; pero parece brillar por su ausencia.
Dijo el Papa Francisco: «Hacer política es importante», y «se puede convertir en un santo haciendo política» ( 2015). Sí, todos los oficios honestos pueden llevar a Dios, y la política es una ocasión privilegiada de poder hacer un bien inmenso a la sociedad. San Pablo VI dijo: «la política es una de las formas más elevadas de la caridad». Ha habido políticos ejemplares e incluso santos; también, en la Europa Moderna y Contemporánea: recordemos, por ejemplo, a Gasperi, a Schuman y a Adenauer; al beato Alberto Marvelli y al beato Giorgio Frassati; a Giorgio La Pira y a Julius Nyerere. … El Patrón de políticos y gobernantes es Santo Tomás Moro. El deber del político es la búsqueda del bien común. Todo político honrado y sensato debe trabajar por la verdad y la justicia; por el respeto a la vida de todos, que incluye al niño nonato; por el bien de la familia y por una educación en valores positivos; también, para que a nadie le falte la vivienda y un trabajo dignos (¿no se deberían pensar en la creación de viviendas sociales?), y para que sea una realidad el respeto a la práctica religiosa. En cuanto a la fe, hay que tener en cuenta que, en España, el catolicismo es un valor histórico, y se debe proteger. Desgraciadamente, hay políticos que se dicen cristianos y han sepultado los principios: se retiran con las manos vacías; si no, sucias. Se olvidan de que han de dar cuenta a Dios y de que “ no sólo de pan vive el hombre” ( Mt, 4: 4).
Josefa Romo Garlito