Leandro Rodríguez Linárez
Politólogo
Lo que ocurre con Rusia es extremadamente grave, el Siglo XXI parece estar plagado de líderes políticos no democráticos extraídos de principios del siglo anterior. El viejo mundo padece con Rusia y Bielorrusia, a quienes sin empacho alguno definimos como las dos dictaduras europeas sobrevivientes.
No es de extrañar, la comunidad internacional trata democráticamente y con mano de seda a quienes irrespetan tratados, leyes y democracia, utilizando la violencia extrema o militar como en el caso de la reciente invasión de Putin a las dos provincias ucranianas, dicho sea de paso, es interesante conocer de dónde proviene el financiamiento a los rebeldes separatistas de Donetsk y Lugansk.
El cinismo de la izquierda del Siglo XXI (el lúgubre “Nuevo Orden”) es contumaz, su mejor fórmula para burlarse del planeta entero, por ejemplo; perpetra numerosos fraudulentos procesos electorales para enarbolar una supuesta democracia como en Venezuela y Nicaragua, todo indica, que el régimen ruso es quien financia los separatistas ucranianos para luego, sin ningún tipo de autoridad valedera, “reconocer su independencia” e invadir… ¡Tétrico!
Por otro lado, las estructuras internacionales son lerdas e insensibles, muy por detrás de las malas intenciones del “Nuevo Orden”. Mientras Rusia avanza militarmente el mundo busca frenarla a través de sanciones, no olvidemos que de las más de 50 dictaduras existentes en el mundo todas están sancionadas, algunas desde varias décadas, sin que ello haya podido mermarlas ni derrotarlas, al contrario, estas sanciones son utilizadas para excusar la paupérrima calidad de vida de sus rehenes (ciudadanos).
El planeta entero está expectante, China juega un papel preponderante, sí llega brindar apoyo a Putin, e incluso, lo auxilia con todo lo que las “sanciones” le impedirán, pues estamos a las puertas de una Unión Soviética en su segunda versión, sin embargo, el temor de China a afectar su cada vez más expansiva fuerza comercial en el mundo, al menos, lo obliga pensar muy bien su papel en este aberrante conflicto de alma zurda.
No se puede ser democrático con quien no lo es, tampoco se puede ser pacífico con quien usa la vía militar sin importar consecuencias. El planeta, las naciones democráticas, deben replantear todo el andamiaje, pues las organizaciones internacionales que hoy existen son inútiles ante las pretensiones de los neocaudillos mundiales quienes se apoyan mutuamente burlando al mundo libre... Urge un liderazgo internacional ajustado a la realidad del Siglo XXI.