Leandro Rodríguez Linárez
Politólogo
Sí atendemos las dimensiones geográficas y demográficas, en comparación a las inmensurables riquezas/bellezas naturales que posee, Venezuela pudiera ser el país con la mejor calidad de vida de todo el planeta, sin embargo, su pésima conducción la convierte en un país que abandonó la vía del desarrollo, sumándose a la afligida lista de naciones del tercer mundo.
No son exageraciones, la utilización del erario para idolatrar gobernantes es el mejor ejemplo de esta penosa aberración, reflejada en los niveles de desinstitucionalización, donde el partido del régimen chavista, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), es el amo y señor de las instituciones que deberían ser del Estado. Todo esto ha degenerado una nación con servicios públicos moribundos, con la peor corrupción (en toda la historia de la humanidad) luego de la Segunda Guerra mundial, por demás, ubicada entre los 5 países más inseguros del planeta, acreedora del peor éxodo del momento y pare de contar.
Venezuela se ha convertido en una lección para el mundo, lamentablemente, una lección del cómo no hacer las cosas. Los recursos/riquezas naturales de nada sirven sí no son administrados apropiadamente, son la educación y el trabajo los verdaderos motores del desarrollo. Existen naciones, como las europeas, que a pesar de no contar con recursos naturales suficientes han sabido erguirse exitosas a través del cuidado exhaustivo de sus fondos públicos, sobre todo, cuando son los impuestos son la principal fuente para abastecer las arcas públicas, es decir, el producto del trabajo. Así mismo, la educación acompaña los valores fundamentales de superación y crecimiento.
Pero no hay que confundir, los venezolanos han sido siempre conscientes de la importancia del esfuerzo propio, de la superación académica, pero han sido sus gobernantes, principalmente los últimos de los 23 años, que han tergiversado en toda su esencia a una nación que antes era receptáculo de inversiones, turismo e inmigración, transformándola en una segunda Cuba arrasada por el castrismo. Los venezolanos han luchado contra esa imposición, han puesto sangre, sudor y lágrimas, pero se requiere una encomienda aún mayor.
Así como Venezuela es un ejemplo del cómo no conducir una nación a lo interno, también sirve de ejemplo negativo en la comunidad internacional, hastiada de instituciones, organismos y marcos jurídicos totalmente lerdos inoperantes, tardíos. La complexión internacional debe dejar de ser un andamiaje progobiernos, debiéndose convertir en un sistema a favor de los ciudadanos del mundo. @leandrotango