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CABILDO: TRANSFUGUISMO Y FRACASO

La crisis política e institucional enquistada en el Cabildo de Gran Canaria desde el inicio mismo del mandato ha dado paso en las últimas semanas a un interminable culebrón de consecuencias imprevisibles para el futuro de nuestra Isla. En apenas 20 meses, las permanentes hostilidades entre los socios, enzarzados en cruentas luchas intestinas, han terminado por reventar las costuras de un Tripartito (NC-PSOE-Podemos) que estaba cogido por alfileres, contaminando por completo la (in)acción de un gobierno distraído, agotado y totalmente ajeno a los problemas que preocupan de verdad a los grancanarios.

Hace ya mucho tiempo que el presidente Antonio Morales perdió las riendas del Cabildo, y las consecuencias no pueden ser más negativas: la principal Institución de la Isla se encuentra hoy en una preocupante situación de debilidad, con una alarmante pérdida de peso político y sin un liderazgo fuerte y sólido para afrontar con garantías de éxito los importantes desafíos que Gran Canaria tiene por delante.

Estos graves problemas de inestabilidad política han vuelto a poner de manifiesto, por si alguien no lo tenía claro aún, el escaso nivel de comprensión democrática y el talante despótico, autoritario y frentista del presidente Morales, que no ha dudado en saltarse todos los acuerdos antitransfuguismo suscritos por el conjunto de las fuerzas políticas con el único propósito de atornillarse a su poltrona, anteponiendo por enésima vez su desmedida ambición de poder al interés general de Gran Canaria.

Para intentar taponar la hemorragia, aparentar una supuesta estabilidad y recomponer un gobierno quebrado y en minoría, Morales optó por la solución más indecente destituyendo a los dos consejeros del sector oficialista de Podemos, Miguel Montero e Ylenia Pulido, y conformando una nueva ‘mayoría’ con el apoyo del PSOE –que continúa en la indolencia, cuando no en la complicidad- y los otros dos miembros de la formación morada, María Nebot y el recién incorporado Miguel Ángel Rodríguez, convertidos hoy en consejeros tránsfugas al no acatar las directrices de su partido y negarse a abandonar el gobierno.

La querencia de Morales por los tránsfugas, es decir, por torcer la voluntad de los ciudadanos expresada libre y democráticamente en las urnas, no es nueva. Ya el pasado mes de febrero intentó blindar por todos los medios al consejero Juan Manuel Brito una vez expulsado de Podemos, pese a que la ley obligaba a destituirlo de forma fulminante de todos sus cargos y relegarlo a los No Adscritos sin derecho a sueldo. Finalmente, Brito se vio forzado a dimitir por presiones externas al Cabildo, aunque el tiempo ha demostrado que con su salida no se han sofocado las llamas de un incendio que sigue fuera de control.

En un desesperado intento de lavar su imagen ante tan bochornoso espectáculo, Morales ha pretendido desde el primer momento desviar la atención y llevar al terreno jurídico, siempre discutible para algunos, los graves problemas de gobernabilidad en el Cabildo de Gran Canaria, cuando todos sabemos que amparar el transfuguismo, además de menoscabar la calidad democrática de la Institución, es total y absolutamente repudiable desde un punto de vista ético, moral o político.

Con posterioridad hemos sabido que Morales ya había conseguido fracturar al grupo de Podemos antes de la ruptura del Pacto, ejerciendo de inductor del transfuguismo, con alevosía y nocturnidad. Y es que el objetivo de Morales no es otro que fomentar un nuevo partido, Sí se Puede, al que poder manejar y jugar con él cuando le interese, mandándole de paso un mensaje interno a sus sectores críticos dentro de Nueva Canarias.

Los cómplices de esta indigna operación han sido dos ex consejeros de Podemos. El primero, Miguel Ángel Rodríguez, que unos días después de tomar posesión en sustitución de Juan Manuel Brito expresó su deseo de ser consejero de la Felicidad y, claro, a la primera de cambio se transfugó tan felizmente. La segunda, María Nebot, de quien siempre se dijo que seguiría el camino de su amigo Brito pero lo que finalmente hizo fue ocupar su sillón de la Vicepresidencia aún caliente.

Por ello, el PP, junto a Unidos por Gran Canaria, ha solicitado la celebración de un Pleno extraordinario y monográfico al objeto de que la Corporación se pronuncie sobre los casos de transfuguismo en el Cabildo tras los cambios producidos en el Gobierno de la Isla como consecuencia de la ruptura del pacto Tripartito. El objetivo, claro está, es ratificar el compromiso de todas las fuerzas políticas en la erradicación de esta mala praxis política y defender la decencia en la actividad pública. De lo contrario, esteremos alentando la desafección y el creciente descrédito de la ciudadanía ante el noble ejercicio de la política.

Al margen de este debate y del acuerdo que se pueda alcanzar en sesión plenaria, todos estos vaivenes políticos han revelado el absoluto fracaso de Morales al frente de la Corporación insular, y su manifiesta incapacidad para dar una respuesta eficaz a las necesidades de los grancanarios. Porque la cruda realidad es que, con cerca de 100.000 personas sin trabajo, la Isla siga a la cola en creación de empleo y la gestión brilla por su ausencia en el Cabildo, donde Antonio Morales se desenvuelve tan torpemente como un pez en la arena.

Quizá ya sea un poco tarde para darle la vuelta al calcetín, pero Gran Canaria merece y necesita con urgencia un gobierno serio y responsable, que gestione de forma eficiente y aporte estabilidad a la Institución más importante de la Isla. Y para ello es preciso contar con un presidente del siglo XXI que esté a la altura de las circunstancias y de los retos a los que se enfrenta la Institución. Nada de esto se hará con un gobierno ilegítimo sustentado en el transfuguismo.

Se antoja harto difícil, no obstante, que la necesaria cohesión y estabilidad del gobierno pueda garantizarla una formación política como NC, que en poco más de año y medio ha dado sobradas muestras de su nula capacidad para el diálogo, la negociación y el gobierno de pactos en municipios como Teror, Telde, Artenara o Agaete.

Aunque, si atendemos a los deseos expresados por Miguel Ángel Rodríguez el día de su toma de posesión como consejero de Podemos, apenas una semana antes de convertirse en tránsfuga, la solución quizá sea crear una Consejería de la Felicidad que con las correspondientes dosis de propaganda nos haga creer que, pese a la parálisis y los líos internos, tenemos un Cabildo lleno de amor, paz, armonía y buen rollito.

Felipe Afonso El Jaber

Portavoz del Grupo Popular en el Cabildo de Gran Canaria

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