ÚLTIMA HORA

RECONOCIMIENTO DEL ESTADO PALESTINO

José Fco. Fernández Belda

Viviendo en San Borondón

El Dr. Sánchez ha iniciado una gira por varios países para intentar convencerlos que que reconozcan a una entidad que denomina Estado Palestino. Es de suponer, y en buena lógica esperar, que tenga bien claro que es, cual es y a quién se refiere cuando tal cosa pretende pues de lo contrario la cosa sería un mero deseo comparable al de las misses que participan en un certamen de belleza: la paz universal y que ningún niño pase hambre en el mundo mundial. La escena inolvidable en la película “Miss Agente Especial”, de Sandra Bullock, caricaturiza muy bien este tipo de proclamas tan hueras como demagógicas.

Para enmarcar bien este asunto, conviene definir con claridad algunos conceptos previos. El primero es saber qué se entiende por un Estado. En algunos textos jurídicos se define como “una organización política que tiene poder administrativo y autoridad soberana sobre un territorio y su población. Sus funciones principales son ordenar y administrar la vida en sociedad, y se compone de tres poderes distintos: legislativo, ejecutivo y judicial”. Y la respuesta a esta cuestión, no se refleja con claridad o se omite deliberadamente en las propuestas que se leen en los medios de comunicación, más bien alimentan la confusión en aras de un buenismo patológico.

Si se acepta que los tres elementos básicos de un estado son el territorio, la población y el poder, en el caso de Palestina existe una ambigüedad que, al menos por ahora, nadie parece querer aclarar. El territorio, es decir el espacio físico donde reside la población, no está definido ni siquiera aceptado por las partes en conflicto: Cisjordania (dónde gobierna Al Fatah), Gaza (gobernada por Hamás) y el sur de Líbano (donde manda Hezbolá). Pero lo peor es que los dirigentes de esos territorios, no sólo no se reconocen entre sí, sino que se asesinan mutuamente.

De esta primera cuestión, nace la indefinición a la hora de concretar cuál es la población afectada y dónde reside el poder. Resurge además con fuerza la duda de si realmente se está hablando de un único estado o de varios. Como ejemplo en la historia reciente a tener en cuenta está el de la Yugoslavia de Tito, que de ser un único estado, acabó disgregándose en tres mediante una cruenta guerra civil: Eslovenia, Croacia y Serbia, tres naciones aún hoy en día no muy bien avenidas.

Si el poder en un estado se puede definir como la capacidad de administrar los recursos, establecer normas, garantizar la seguridad y las fronteras y ejercer control sobre la población, la cuestión de la indefinición territorial no es asunto menor. Y, a mi entender, estas condiciones no se cumplen hoy en día pues ni hay fronteras definidas y protegidas, ni la administración de recursos está en manos de un gobierno sino de varios que compiten en lograr su hegemonía frente a los donantes. Por eso no logran ni ponerse de acuerdo para convocar elecciones y que el pueblo hable por sí mismo.

La diferencia académica entre Estado y gobierno es que este es una parte del Estado encargada de administrar sus poderes y es temporal, mientras que el Estado es una entidad permanente. Y el Estado palestino que se busca reconocer urbi et orbi, al parecer, es aquel proclamado unilateralmente por la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) el 15 de noviembre de 1988 en Argel por Yasser Arafat, cosa que no comparten ni Hamás ni su primo de Zumosol que es Irán. Conviene resaltar que desde entonces y hasta hoy, la mayoría de los países de la zona no quieren reconocer el estado Palestino que ya había sido establecido por la ONU en 1947, el que ahora el Dr. Sánchez parece pretender avalar, pues eso significaría aceptar que el estado de Israel tiene también todo el derecho a existir y eso es del todo inaceptable para ellos.

Sin lugar a dudas, si Al Fatah, Hamás, Hezbulá y los Hermanos Musulmanes fueran capaces de llegar a un acuerdo para establecer un único gobierno y un único interlocutor válido, sería el momento de que el reconocimiento formal de un Estado Palestino pudiera tener algún sentido real y práctico para la población afectada. Pero eso, a día de hoy y sin que tras 18 años, desde el 2006, se hayan podido celebrar elecciones en esos territorios, es una entelequia ya que a los protagonistas sólo les une el odio a los judíos que predica la Yihad y los separa irremediablemente la codicia para tener el control y hacer el reparto de los fondos de la ayuda internacional con los que se riega y, posiblemente, se mantiene vivo el conflicto interno en sus doble faceta: religiosa y económica.

Y por último, pero no menos importante, conviene no perder de vista el hecho de que Irán no desea de ninguna manera que la zona se pacifique y se llegue a un acuerdo que no pase por la aniquilación y desaparición del estado de Israel. “Del río al mar” es el eslogan genocida que sus seguidores no dejan de corear en las manifestaciones. Dicen los más cercanos conocedores de esta situación geopolítica, que ha sido el gobierno de Irán el que impulsó a Hamás a cometer las aterradoras tropelías terroristas del 7 de octubre, las que desencadenaron la guerra de autodefensa de Israel. Y el motivo que alegan esos expertos sobre la participación activa de Irán, es la de boicotear la inminente firma por parte de los países árabes de los Acuerdos de Abraham, puestos sobre el tapete por Donald Trump, que han sido posiblemente los primeros que han propuesto un plan que define objetivos, territorio, población, fondos para su ejecución y desarrollo para Palestina, para que no tenga que sobrevivir únicamente de las limosnas internacionales y de exportar victimismo y terrorismo.

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